26 de abril de 1937

En Guernica no había nadie.

Por Santiago Perinat, Coronel de Ingenieros (ret). 26/03/2008.

Guernica no fue el más feroz de los ataques realizados por aviones contra una ciudad, durante la Guerra Civil. Madrid padeció tres años de bombardeos aéreos (y artilleros). Guernica, tres horas [1]. Por lo mismo, tampoco fue la mayor de las atrocidades que se cometieron durante el conflicto. Y ni siquiera el más importante de los acontecimientos de la semana: el día anterior (25 de Mayo, domingo) tuvo lugar el primero de los asesinatos [2] y violencias que culminaron en los Hechos de Mayo, en Barcelona. El asalto a la Telefónica, fue justo el lunes siguiente. Es notorio que tres de los grandes protagonistas de la Guerra, Azaña, Garcia Oliver y Orwell no citaran en absoluto el bombardeo de Guernica, en sus memorias [3].

También cabe destacar la nula importancia que la prensa republicana del 27 de Abril concedió al bombardeo. Apenas si era mencionado en el Parte Oficial, como uno más, incluso rutinario, tras los de Durango y Ochandiano. Enseguida vendría el de Eibar. Los periódicos de Bilbao publicaron una sentida declaración del Presidente Aguirre, más notoria por lo que calla que por lo que dice: omite las cifras (siquiera provisionales) de muertos (pocos más de cien) [4] y de edificios destruidos (lo fueron 271 viviendas).

El Gobierno de Euzkadi se enteró de lo sucedido por un vespertino editado a 6.000 kms de distancia: Chicago Daily News del día 27. El New York Times y el Times de Londres, el día 28, hablaban con más extensión del bombardeo. La primera nota oficial española de protesta la emitió el Embajador en Washington, D. Fernando de los Ríos, tras leer el primero los citados.

Los dos grandes protagonistas de la gran publicidad que tuvo (y tiene) el bombardeo fueron George Lowther Steer, publicista, y Pablo Ruiz Picasso, pintor.

Steer fue un tipo difícil, según sus biógrafos. Nacido en Sudáfrica, pertenecía a una familia de magnates de la prensa, lo que le permitió sostener continuas polémicas con los editores del Times. Éstos se opusieron a su partidismo desaforado y a los excesos de su lenguaje. Y aún peor: fueron cicateros con sus fantasiosas notas de gastos. Acabaron despidiéndole.

Tenía talento e imaginación. Durante la Guerra de Abisinia, que cubrió para The Times, supo convertir una charla con un Coronel ruso (zarista en el exilio), asesor militar de Heyle Selassie, en la brillante crónica de una batalla de guerreros, con solo lanzas y descalzos, enfrentándose gallardamente a las tanquetas italianas. Fue el combate de Enderta (15 Febrero de 1936) que, según Steer, habría cortado en seco el avance de los italianos. A éstos acompañaba Herbert Matthews, del New York Times (al año siguiente se haría también famoso en España) que fue testigo directo del acontecimiento. Su reportaje, muy profesional, decía lo contrario: las tropas italianas se habían abierto paso hacia Addis Abeba. Entrarían en ésta al mes siguiente.

Phillip Knightley (The First Casualty, 1975) cuenta que los editores del Times y del New York Times, que trabajaban asociados, silenciaron la crónica de Matthews y publicaron la de Steer. El éxito fue total: era más amena y (sobre todo) contaba las cosas tal como la gente deseaba que sucediesen. Es un ingenuo quien piense que la prensa tiene por misión informar.

Otro corresponsal en la Guerra de Abisinia, Evelyn Waught, ridiculizó a Steer, a quien identificaba como ‘Wenlok Jakes’ en su novela Scoop (1938), una sátira del mundillo de la prensa, en la línea de los filmes Primera Plana, de Howard Hawks,  Billy Wilder, etc.. Jakes, según Waught, era un periodista americano enviado, años antes, a cubrir unos incidentes sociales en una (inexistente) república balcánica. Se había dormido durante el viaje en ferrocarril y no bajó en la estación de destino. Desde la estación siguiente envió a su periódico una crónica de 10 folios, en que se hablaba de iglesias quemadas, barricadas en las calles (… un niño yace muerto, como un muñeco roto, bajo las ventanas de mi hotel…) y ecos de ametralladoras. Todo imaginación. Según la sátira de Waugh, la crónica fue publicada por seis diarios británicos. Al día siguiente acudiría un aluvión de corresponsales, la Bolsa daría un bajonazo, los países vecinos movilizarían sus reservistas, etc., etc. Y todo acabaría desencadenando una guerra de verdad [5].

Steer y Martha Gellhorn, luego Sra. Hemingway (y también un personaje difícil) [6], que coincidieron en España, opinaron que en aquella guerra, había que tomar partido, y los periodistas que no lo hicieran eran unos miserables. También fanfarroneaban (en Steer no cabe otro verbo) ser respetuosos con la verdad: una contradicción manifiesta. Isaias Berlin enseñó que no se puede aspirar a virtudes que entren en natural conflicto. Todo corresponsal comprometido deja de ser un cronista y se convierte en un propagandista.

A España acudieron muchos periodistas comprometidos. Algunos le echaron arrestos y se alistaron en las milicias: Orwell, Ralph Cox, Jim Lardner, Louis Fischer, Claud Cockburn, etc.. Los arrestos de Steer no llegaron a tanto.

Después de la Guerra de España, Steer (cesado del Times) fue reclutado por la Ethiopian Forward Propaganda Unit, que luego se convertiría en Indian Field Propagand Unit, oficina militar encargada de confundir a los italianos (en Etiopia) y a los japoneses (en Birmania) sobre la verdadera situación e intenciones del ejército británico. De ellas procede la actual 15th Psyops Group (PsyOps por Psychologic Operations) que se encarga, dentro del Ministerio de Defensa británico, del management de la información en el campo de batalla: qué debe decirse (a unos y a otros), cuándo y cómo decirlo, y qué debe callarse. Incluye las siempre difíciles relaciones con la prensa, y lo que los militares soviéticos llamaban maskirovka: enmascaramiento, desinformación, engaño, imitación, disimulación, secreto, insinuación malquista, etc.. Todas las trapacerías orales y escritas que (legítimamente) puedan servir para vencer: la auténtica vocación de George Steer.

Era Teniente Coronel cuando halló la muerte en un aparatoso accidente de automóvil, en una carretera de Bengala sin tráfico, un día festivo: el 25 Diciembre 1944. Helena Drysdale (New Statesman, 24 Marzo 2003) y otros, han sospechado del nivel de alcohol en la sangre, que no era el adecuado. En otras palabras: estaba borracho.

Steer llegó a Guernica a las 2 de la madrugada del 27 de Marzo, siete horas después de que desapareciera del cielo el último Heinkel. No es fácil explicar este retraso [7]: apenas hay una hora de carretera desde Bilbao. Quizá el bombardeo no fuera tan feroz y no llegaron sus ecos a la capital. Los reportajes de Noel Monks (Daily Express), Christopher Holme (Reuters) y Mathieu Colman (Ce Soir), que le acompañaban, fueron moderados. Un quinto corresponsal, Watson (The Star), habló por radio Bilbao el mismo día, sin emplear aspavientos [8]. Phillip Knightley cree que Steer se dejó llevar por su apasionamiento personal y político. La suya fue una reacción impropia de un periodista.

Acaso padeciera otra intoxicación etílica: en la capital vizcaína los txikitos son una cultura. Inspirado, inventó muchas cosas como el empleo de bombas de 500 kgs, que los archivos alemanes han desmentido (tampoco él contaba con medios para comprobarlo). Y que los caseríos, en 8 kms a la redonda fueran ametrallados (le habría requerido un par de días recorrerlos). La villa no estaba abarrotada por ser día de mercado: en toda España, los mercadillos acaban a la hora de comer. Guernica estaba vacía.

La Legión Cóndor carecía de aviones y capacidad logística, para mantenerse sobre Guernica durante tres horas y media, sin interrupción. Jesús Salas Larrazabal ha investigado que el vuelo de un Junker, desde Burgos, duraba una hora; el paso sobre la villa, 20 segundos; y el regreso a Burgos una hora más. Cargarlo otra vez de bombas (llevadas con carretilla y levantadas con un juego de poleas) y de combustible (el bombeo sería manual desde bidones), absorbía media hora. Y había solo una veintena de trimotores destacados en Gamonal. Salas también ha destacado que Steer no precisara el número de muertos. Las cifras son siempre posibles de rebatir; las generalidades, no.

Después de los horrores de Dresden, Tokio y, sobre todo, Hiroshima y Nagasaki hoy se niega licitud al bombardeo de ciudades. En 1937 era solo una teoría defendida por el General italiano Gioulio Duhet, por el americano William Mitchell y por el ruso (exiliado) Alexander Prokopieff Severski. Los tres propusieron la fabricación de grandes aviones de bombardeo que volasen hasta el rincón más lejano del país enemigo, destruyesen sus industrias y arruinasen toda voluntad de resistencia. Hasta Nuremberg (1946), ninguna jurisprudencia puso trabas a esta doctrina.

En Guernica fue de una eficacia total. La ciudad ardió por completo, con solo un número reducido de bajas. El mes anterior, Durango había padecido otro bombardeo intimidatorio que causó más muertos (quizá 184) y no tuvo tanta resonancia. Pero, cuando Guernica, la crónica de Steer creó una ola de terror. Los vascos desfallecieron. No se prestaron a una defensa férrea al modo que, desde seis meses antes, mantenían los madrileños. Bilbao se rindió solo mes y medio más tarde. Salas Larrazabal ha creído que el discurso moderado del Lendakari, del día 27, atendía precisamente a evitar el pánico. Contrariamente, Steer lo llevó al paroxismo.

Fue una figura efímera.

El Director del Museo del Prado (es un decir: en toda la guerra no se atrevió a pasar por su despacho) Pablo Ruiz Picaso, pintó un gran cuadro al que llamó Guernika:

1) Le fue encargado en Enero de 1937, al suscribir el Gobierno Republicano su compromiso con la Exposición Universal de Paris. Le fueron entregados 150.000 francos ($35.000) como remuneración, una cantidad formidable en la época [9] y de la que el artista estaba necesitado: Cherchez la femme… (que eran tres: Olga, Marie Therése y Dora).

2) Picasso sostuvo que no puso manos a la obra (a tela, pinceles y collages) hasta el 1 de Mayo [10], cuando le llegó noticia del horror de Guernica. Y aportó como prueba que todos los bocetos están datados a partir de entonces. Más bien parecen prueba de lo contrario: excusatio non petita, accusatio manifesta. Alguno de sus biógrafos insinúa que le faltaron ideas. Pero fue el artista más ingenioso del pasado siglo. Solo le igualaron algunos cineastas (Welles, Kubrik, o Lucas) y científicos (Einstein, Tubing). Según otros hubo desinterés. Es más verosímil: la deslealtad de Picasso fue proverbial. En 1914 desdeñó alistarse en el ejército francés como hicieron sus amigos Braque y Apollinaire (éste muerto en combate). Francia le compensó merecidamente: le negó el pasaporte en 1939. Es dramático que el famoso artista Picasso muriera apátrida. O, como se dice ahora, sin-papeles.

3) Picasso puso manos a la obra en Enero, cuando eran noticia los duros combates alrededor de Madrid (Noviembre y Diciembre, 1936). La propaganda republicana hizo hincapié en el horror de los bombardeos aéreos sobre las barriadas obreras. Se editaron carteles mostrando viviendas convertidas en escombros y rostros de chiquillos muertos por las bombas. Las agencias distribuyeron fotografías  de mujeres humildes, con nenes en el regazo, angustiadas dentro de los refugios. Muy expresiva fue una de Robert Capa, publicada por Ce Soir y Vu. La figura de una mujer que gime con un niño muerto en su regazo, a la izquierda del Guernika, es una réplica clara. Los cablegramas de los periodistas acreditados en Madrid reflejaron la desesperación de los vecinos.

4) Es significativo que el Guernika representa el interior de refugio durante un bombardeo. Aparecen la mujer sentada con el niño, y una bombilla descarnada: único punto de referencia que atraería las miradas de las víctimas. Un biógrafo sostiene que la bombilla significa (en el lenguaje del pintor) una bomba nazi. Otro, que el flash de Dora Maar. Ramón Fernández Palmeral (Lateralia num 161) ha hecho un listado de las cosas inverosímiles que los devotos han creído ver en el cuadro: un Belén, una corrida de toros, un frontón, dos calaveras, un extraño pato, el fin del franquismo…

5) En el Guernika no hay nada que se identifique con el paisaje euskaldún. Las paredes que se vislumbran, son viviendas de barriada obrera de una gran urbe. Nada que ver con las nobles mansiones del País Vasco. No aparece la silueta del roble milenario, que sí figuró (motivo obligado) en los carteles del artista vasco Aureliano Arteta y del catalán Vicens (L.V.) editados en Barcelona. Éste, editado por la Comissió Oficial d’Ajut a Euzkadi, lo ubicó ante la silueta de la Casa de Juntas. Tampoco hay ningún indicio antropológico (una txapela o una pañoleta). Ni nada del hermosísimo verde, que define la villa y su entorno.

6) Sin duda Picasso tenía el cuadro muy adelantado el 26 de Abril, y quizá lo había titulado Madrid bajo las bombas, o acaso Chamberí (por el barrio más castigado de Madrid) aunque lo más probable sería Los Desastres de la Guerra, tomado de  su admirado Goya. Lo falsificó a Guernika tras el impacto mediático de Steer. Hay que agradecerle, no obstante, que no añadiera el roble, una ikurriña ni ninguna otra fantasía euskaldún, a última hora. Su pundonor de artista lo impidió. Estimó, con acierto que le habría resultado un pastiche.

No cabe culpar a Steer y a Picasso por sus mixtificaciones. Ambos eran artistas, et l’art n’est jamais mensonge. Lo dijo Flaubert.


(1)  En Madrid, los bombardeos de Noviembre y Diciembre de 1936 habrían causado 2.000 muertos, según el Daily Mirror, aunque el corresponsal no citó las fuentes de tal dato. Barcelona padeció, solo en Marzo de 1938, casi un millar de bajas. Sagunto fue la tercera ciudad en este macabro listado. Lérida y Granollers, también sufrieron más que Guernica. Según James Cortada, en Durango murieron 127 personas el mismo día 31 de Marzo; y parte de los 121 heridos, fallecerían días después Si el hombre es la medida de todas las cosas (así lo creía Heráclito) el centenar de bajas de Guernica sitúa al más célebre bombardeo de la Guerra Civil, en el puesto 12º a lo sumo, según orden de gravedad.

(2) En el cruce de carreteras denominado Cuatro Caminos, en Molins de Rei, fue cosido a balazos por una patrulla de control, Juan Roldan Cortada, del PSUC, secretario del Consejero Vidiella. Era domingo y viajaba en un automóvil oficial, con una muchacha, un chiquillo y un amigo, a pasar el domingo en una finca del Penedés. Cuatro días antes, La Solidaridad Obrera se había indignado ante el desmesurado consumo de gasolina por parte de la Generalitat: ¡Toda la gasolina para el frente! decía en un gran titular. Los asesinos quisieron cortar, expeditivamente, el despilfarro. Fueron identificados: eran anarquistas de L´Hospitalet del Llobregat. La prensa de Barcelona y Valencia del día 27 (el 26, lunes, no se publicaron mas que los vespertinos) llenó sus páginas con muestras de indignación. El bombardeo de Guernika, del que se informaba escuetamente (solo como uno más), pasó inadvertido. El entierro de Roldan fue una manifestación de duelo multitudinaria. Fue entonces cuando Artemio Aiguadé (Consejero de Orden Público de la Generalitat) y Eusebio Rodríguez Salas (Comisario General), decidieron cortar las alas a los anarquistas. El primer paso sería echarlos del edificio de la Telefónica, en la Plaza de Cataluña. Así empezó el 4º cuartelazo o revolución de aquella torpe República. Antes habían sido la Sanjurjada (1932), la Revolución de Asturias (1934), y el 18 de Julio. Aún habría un 5º y último golpe: lo darían Segismundo Casado y Cipriano Mera, en Marzo de 1939. Triste record para los 8 años que apenas duró aquel régimen.

(3) Guernica coincidió con los Hechos de Mayo, con la coronación de Jorge VI y con los procesos de Moscú. Después del primer aspaviento (era la primera ciudad destruida por completo solo por aviones de bombardeo) la noticia pasó al olvido. Los párrafos escritos aquellos días por D. Manuel Azaña causan vergüenza ajena: son de una cobardía manifiesta. En Orwell fue más natural la indiferencia: desconocía el significado de Guernica en la cultura del País Vasco. En cuanto al anarquista Juan García Oliver, entonces Ministro de Justicia, sencillamente detestaba al Gobierno de Euzkadi: por burgués, y porque sabía (era un secreto a voces) que mantenía negociaciones de paz, por separado, con Franco.

(4) Paul Haven, de la Associated Press, dió por buena la cifra 100-120 muertos, en el 70 aniversario del bombardeo (26 Abril 2007). No es el único.

(5) La identificación de Steer era tan clara, que la esposa de éste agredió a Evelyn Waught en un club, arrojándole una copa de vino en el rostro.

(6) Era una mujer sin talento como periodista, pero de una familia de millonarios. Abusando de la novedad de ser mujer-corresponsal de guerra, se permitió muchas iniciativas que nadie habría tolerado a sus compañeros varones. Hemingway no la hizo mucho caso.

(7) Los periodistas cenaban en el hotel Torrontegui y fueron avisados del bombardeo a las 22,00 horas por el TCOL Jose María Arbex (padre de Fernando Arbex, creador del célebre grupo musical Los Brincos, en la década de 1960). Las ambulancias trajeron a Bilbao unos 50 heridos, lo que en aquellos días no era excepcional. Más difícil es saber por qué los periodistas no partieron hacia Guernica hasta las 01,00 horas del 27. Al llegar les aterrorizó ver toda la ciudad ardiendo: una inmensa pira. El incendio se había iniciado cuando el bombardeo, a las 16,00 horas del día anterior. Al retirarse los aviones (19,00 horas) media Guernica estaba ya en llamas. Los bomberos locales no pudieron atajar el incendio. Los llegados desde Bilbao, a las 22,00 horas, tampoco. Se extinguió por sí solo, cuando ardió la última casa, a media mañana del día 27.

(8) El más comprometido era Corman, un comunista belga que trabajaba para un periódico (Ce Soir) fundado con dinero enviado por el Dr. Negrín, y que tenía a Louis Aragón como director honorario. Anthony Beevor, en The Spanish Civil War, 1982 (no confundir con The Battle for Spain, 2006, que es un libro muy parecido pero miserable) dice que Corman fue visto en Teruel, atacando con granadas de mano las trincheras nacionales. Su crónica, sin embargo, fue moderada. También lo fue la de Holmes, de REUTERS, pero era obligado: las agencias de noticias sirven a un público variopinto y no pueden permitirse fantasías. Monks y Steer no conocieron cortapisas. Éste fue más brillante. Y Monks cometió el error de hablar de mil muertos.

(9)  Valor actual, ajustado a inflación, unos $700.000. En la década de 1970 algunos millonarios californianos y japoneses empezaron a pagar 30 ó 40 millones de dólares por telas de Picasso, Matisse, Cezanne, etc.. Pero en 1937 nadie alcanzaba tales excentricidades. D. Juan Negrín lo consideró una inversión afortunada: la propaganda valía por una batalla ganada. Acertó. Aún más: después de 1975, el Guernika ha hecho que, los perdedores de la Guerra Civil, aparezcan como vencedores. Y cualquier Principe saudí lo compraría $70 ó $80 millones, sin chistar.

(10) La Vanguardia de 12 FEB 1937, informaba desde Paris que Leon Blum había visitado las obras de la Exposición. Fue recibido con gritos de ¡Viva España! por los trabajadores (eso decía el corresponsal). Blum les pidió un esfuerzo para que pudiera inaugurar la Expo el 1 de Mayo, Fiesta del Trabajo. El mismo diario, el 27 Febrero, dedicó una página completa al debate en la Asamblea Francesa. La oposición reprochó a Blum que intentara, con este detalle, convertir la Exposition International des Arts et Techniques dans la Vie Moderne en un acto de propaganda, no de Francia, sino del 'Front Populaire'. Picaso pretendió no haberse enterado de estas premuras de calendario. La Expo abrió sus puertas el 24 de Mayo. El Pabellón de España tuvo una triste historia: no estuvo listo hasta el 12 de Julio. Y los arquitectos, Luis Lacasa y Josep Lluis Sert, que no habían contado para nada con Picasso, no percibieron hasta el último momento, que había que suprimir una de las columnas de la planta baja, para que el Guernika pudiera ser apreciado. Fue el pabellón menos visitado de la Expo: aquel verano de 1937, el gran público acudió al Trocadero a divertirse, presenciar pruebas deportivas, probar comidas exóticas y admirar danzas orientales. No estaba para disgustos. El protagonismo, en todo caso, corrió a cargo de las ingentes moles (las dos puro kicht) que levantaron alemanes y soviéticos, justo a la entrada del recinto. El Gobierno de la República no pudo cubrir gastos y el final fue un desbarajuste. Muchos artistas se llevaron sus cuadros y esculturas. Una formidable tela de Miró desapareció. Picasso se llevó el Guernika a su estudio de la rue des Grands Augustins. En 1940 no fue molestado por las autoridades alemanas ni por el Gobierno de Vichy ni por el de Madrid: el cuadro había sido olvidado. La fama no surgió hasta que lo depositó en el MOMA (New York).

 

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