‹‹Cuando Franco venía a cazar, nos trataban mejor››

El Mundo. Edición de papel, página 8. 15/02/2008.

Cuatro fuentes distintas consultadas por El Mundo han resaltado una misma idea: “Aquí han vendido a cazar Franco y el Rey y han estado todos juntos; no se ha comido en la misma mesa, pero la gente se ha podido acercar a saludarlos o a hacerse fotos. Con Garzón y el ministro, no. Cuando Franco venía a cazar, nos trataban mejor”.

De hecho, a primera hora de la mañana, cuando los apearon de los vehículos a un kilómetro y medio del cortijo y sin posibilidad de asistir al sorteo ni al desayuno, los batidores incluso llegaron a plantearse abandonar y forzar la suspensión: “No se hizo así, por no dejar en mal lugar al administrador de la finca. Paco Rodríguez”, afirma una fuente, que asegura que “el trato no fue correcto”.

El secretismo, la privacidad rayana en lo obsesivo con que se organizó la montería del sábado 7 de febrero en la Sierra de Andujar fue extraordinaria. “Es que prácticamente no nos dejaron verlos”, se lamenta un participante en la batida.

Y ese excesivo celo hace pensar a los que estuvieron en el coto Navaltorno el 7 de febrero que existía alguna razón por la que se les negó el acceso a los cazadores.

En la cacería del día siguiente, el domingo 8 de febrero, en el coto Cabeza Prieta de Torres (Jaén), el ambiente fue totalmente distinto: allí todos los participantes comieron en el mismo salón, incluso las mujeres de los cazadores locales prepararon el almuerzo. ¿Por qué entonces el aislamiento del día anterior en la Sierra de Andujar?

Las monterías –en realidad, la del coto Navaltorno fue un gancho, al participar en ella sólo nueve cazadores- tienen dos momentos centrales en los que se reúnen todos los participantes: las juntas.

La primera, la junta de monteros, se celebra un par de horas antes de la cacería, para desayunar y sortear los puestos; la segunda, la junta de carnes, tiene lugar el término de la jornada, normalmente después del almuerzo, donde todos los participantes en la montería –cazadores, rehaleros, muleros, secretarios, guías …- disfrutan del éxito y se fotografían junto a las reses cobradas.

Lo habitual es que incluso el almuerzo reúna a todo el mundo. Pero en el coto de Navaltorno no fue así. De hecho, hubo quienes participaron en la montería, como los postores, que ubican a los cazadores en sus puestos y, sin embargo, se volvieron del campo nada más terminar su labor, antes del inicio de la montería en sí.

A 25 metros

Los únicos que tuvieron el privilegio de rodear a los cazadores fueron sus secretarios, es decir, quienes les asisten en el puesto, anotando los disparos, las reses heridas o abatidas y su localización, para poder cobrarlas.

Los secretarios estuvieron dentro del cortijo para el desayuno, pero la cita fue muy rápida. Tanto, que el ministro salió hacia el cazadero olvidándose al secretario que le asignaron y tuvieron que nombrarle a otro sobre la marcha.

Después, una vez en los puestos, los escoltas impidieron a los secretarios que se acercaran a los cazadores. “Estaban a unos 25 metros por detrás de ellos, y eso es peligroso, porque si un venado se pasa del puesto y el cazador dispara podría ocurrir una desgracia”, comentan las fuentes.

Incluso, según aseguran, se llegó a plantear la posibilidad de situar a un escolta de uno de los cazadores oculto en el monte, pero divisando a su protegido, posibilidad a la que se negaron los organizadores de la montería por el riesgo que entrañaba.

Dos monteros que han cazado en varias ocasiones con el Rey en Sierra Morena aseguran que en esas cacerías los empleados han asistido tanto a los sorteos como a la junta de carnes, previa acreditación antes de acceder al coto.

Nueve puestos

La montería de Navaltorno contó con sólo nueve cazadores. Un grupo muy reducido entre el que se encontraba, junto a Garzón y a Bermejo, el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Madrid Tomás Sanz.

El juez Garzón, en su libro Un mundo sin miedo, dice de Sanz que ha sido “como un hermano” para él. De hecho, ambos han visitado juntos México, donde ofrecieron charlas en un ciclo titulado La corrupción y cómo combatirla en las sociedades democráticas, y Perú, adonde viajó Garzón para una charla organizada por el Colegio de Abogados de Lima.

Además, el comisario jefe de la Policía Judicial, Juan Antonio González, participó en la cena del viernes por la noche junto al juez y al ministro, previa a la cacería.

Según las fuentes, en la montería participó un responsable de la Policía, que podría ser él, una mujer y un alto ejecutivo de una de las principales empresas españolas.

Igualmente, según las fuentes, participó otro cazador cuyo apellido coincide con el de un abogado que ha acompañado a Garzón y a Bermejo en cacerías anteriores.

Ni el propietario del coto, Santiago Peralta, ni el administrador de la finca, Francisco Rodríguez, han dicho nada al respecto. El secretismo con el que se organizó la montería sigue imperando varios días después. Tampoco ha trascendido aún qué empresario compró, varios días antes, todos los puestos por unos 22.500 euros.


 

Noticia extraída de: http://www.generalísimofranco.com