La guerra de los cobardes.

Por José Luis Ramos. 26/01/2007.

Muchas veces salen a la luz informaciones sobre las atrocidades de algún personaje histórico, aunque actualmente la mayoría sean falsas, muchas olvidadas u ocultadas y muy pocas verídicas. Se habla mucho del terrorismo de ETA y no deja de ser trágico, desde luego, la cantidad de vidas que se han llevado por delante. El 11-M fue un día dramático para España, aunque no sólo por la cantidad de víctimas que hubo, sino por lo que supuso y por cómo se preparó, precisamente por los que pretenden olvidar y encubrir todo lo que sucedió. La “violencia de género” parece haberse puesto de moda, aunque supone otra forma de publicidad y manipulación social. Y en el mundo nos encontramos con catástrofes naturales, hambre, epidemias, guerras,… Todo ello, por mucha propaganda, por mucho silencio o por muchas mentiras que haya, no deja de ser terrible en mayor o menor medida.

Lo que resulta todavía más atroz es la cantidad de abortos voluntarios que se producen en España y en gran parte del mundo cada día. La diferencia con todo lo anterior radica en que esta es la guerra de los cobardes porque supone asesinar e, incluso, torturar a seres inermes unidos a la vida desde el momento de su concepción, porque no hay posibilidad de defensa al que se ataca y porque, además, parece ser un tema tabú incluso en quienes debieran defenderlo con más ahínco. Esas “interrupciones voluntarias” se convierten en ejecuciones de personas que no pueden decidir, convirtiéndose, al fin y al cabo, en el mayor ataque a la libertad.

El aborto provocado, además del asesinato del niño, también tiene consecuencias negativas para la abortista, la cual no sólo es víctima de daños morales, sino que a menudo sufre secuelas físicas y psíquicamente puede llevar hasta el suicidio al ser consciente del crimen. Supone, además, la desnaturalización de la misma porque “… en sus manos está depositado el misterio inescrutable de la vida.”

Y este es un tema que no merece juicio alguno. La ley moral natural, con la que nacemos todos, según las palabras de santo Tomás de Aquino, "no es otra cosa que la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar.”

Así que cualquier hombre, por el hecho de ser hombre, conoce la magnitud del crimen, siempre y cuando no se desnaturalice, siendo precisamente esa alteración el objetivo de tanta manipulación. Al igual que sería inútil discutir que lo que es verde es verde y no azul, inútil sería discutir también sobre este tema, que no es sino uno de los muchos que intentan destruir la familia y la sociedad actual.

En España llevamos viviendo el 11-M todos los días desde que se aprobó en 1985 la Ley de Interrupción Voluntaria del embarazo por primera vez, exceptuando la ley de la Generalidad de Cataluña durante el período de la II República en 1936. (no es casualidad). De este modo, hemos superado ya los 90.000 asesinatos al año, más de 200 al día, y todo ello mientras crecen las protestas contra la pena de muerte, contra toda forma de guerra, contra la “violencia de género” y contra el terrorismo, mientras se agitan las banderas de la paz y el respeto a la vida.

¿Habrá otra mancha de igual magnitud para la humanidad?

 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com