El Rey, el Ministro y el dictador.

Por Jaime L. 13/04/2007.

Sin ser sospechoso de simpatizar con este Gobierno, ni mucho menos con la dictadura cubana, he de salir en parcial defensa de nuestro Ministro Moratinos.

Desde los medios de comunicación españoles no de izquierdas se le reprocha enérgicamente en los últimos días no haberse entrevistado con la disidencia anticomunista de la Isla y, antes incluso de haber iniciado el viaje, poco menos que se le exigía que consiguiera allí la liberación de los presos políticos o el fin del régimen castrista.

Quienes hacen estas críticas no reparan en que, por simple diplomacia y oficialidad entre Gobiernos, un Ministro extranjero no puede visitar oficialmente un país, y en él a su Jefe del Estado y al día siguiente cenar, como la cosa más normal del mundo, con una oposición que no es reconocida oficialmente. Y que, desde luego, no es misión –ni lógica no viable- de un Ministro del Reino de España conseguir cambios radicales y repentinos en una dictadura caribeña que está a punto de cumplir 50 años, con permiso de los siempre adorados EE.UU.

Y hablando del Reino de España, lo que sí es, no sólo reprobable, sino absolutamente innecesario es la misiva que nuestro Monarca ha enviado, a través del titular de la cartera de  Asuntos Exteriores, al tirano Castro, deseándole, de su Puño y Letra, una «pronta recuperación».

En definitiva, se puede pedir que nuestro Gobierno ignore, salvo para condenarlo, a tan siniestro régimen, y desde luego, que no se manden Ministros en viaje oficial, pero, que una vez hecho el viaje, se le recrimine a Moratinos no haber recibido a la disidencia, es un argumento de demagogia inaceptable. Más aun cuando nadie en este país tan libre se atreve a criticar a Su Majestad por tan repulsivo gesto de Real pelotería.

 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com