Dos años ya con Benedicto XVI.

Por Fernando González de Canales. 24/04/2007.

Hace ya dos años que el Cónclave, con inspiración del Espíritu Santo, nos concedió este Papa forjado ya en los pasillos del palacio Apostólico y en el edificio de la Congregación para la Doctrina de la Fe para dirigir los destinos de la Iglesia Católica en estos tiempos tan convulsivos en los que la sociedad se dedica a retirar, olvidar y excluir a Dios. Así le va...

Así les va ya qué cómo decía Juan Pablo II en su gran encíclica Evangelium vitae, una sociedad que se olvida de Dios, que excluye a Dios precisamente para tener la vida, cae en una cultura de muerte.

La opinión pública, algunos medios de comunicación, los que se la dan de entendidos... al escuchar el nombre del Cardenal Joseph Ratzinger tras el Habemus Papam, cayeron rápidamente en la convicción de que el que iba a ocupar de ahora en adelante la cabeza de la Iglesia no era otro que el Panzerkardinal, el hombre duro, el guardián de la Fe y de la ortodoxia en la Iglesia... y por tanto un hombre duro, frío, inaccesible, intolerante, integrista... No sabían lo que decían. ¡Creían que había llegado Joseph Natzinger!

Seguro que todos aquellos que tuvieron esa idea sobre Benedicto XVI se habrían quedado sorprendidos al conocer la verdadera personalidad del representante de Cristo en la tierra, tan alejada de lo que en un principio nos pintaban todos los ilustrados. Estoy leyendo un libro estos días titulado: Benedicto XVI: UNA MIRADA CERCANA de Peter Seewald que explica y describe muy bien todo lo que estamos diciendo aquí, por lo tanto os lo recomiendo efusivamente (además es ameno y fácil de leer).

Creo que tenemos que dar gracias continuamente a Dios de tener a este Papa con nosotros ahora mismo en estos tiempos tan complicados donde se cuestiona la Vida, se promueve la cultura de la muerte, se olvida y excluye a Dios...

Queremos seguir rezando intensamente por Benedicto XVI, como nos pidió en la Homilía de la Misa del comienzo del Pontificado:

Queridos amigos -dijo el Papa- en este momento sólo puedo deciros: rogad por mí, para que aprenda a amar cada vez más al Señor. Rogad por mí, para que aprenda a querer cada vez más a su rebaño, a vosotros, a la Santa Iglesia, a cada uno de vosotros, tanto personal como comunitariamente. Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos. Roguemos unos por otros para que sea el Señor quien nos lleve y nosotros aprendamos a llevarnos unos a otros.

Queremos que el Papa no esté sólo.
Queremos que sepa que cuenta con nuestras oraciones, constantes y cercanas, con oraciones nacidas de la fidelidad y del corazón!
Querido Papa Benedicto: ¡estamos aquí y estamos con Su Santidad!

Desde ahora, con nuestra oración, queremos ayudarle a llevar la Cruz.
¡Santo Padre: cuente con nosotros!

 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com