Construyamos Europa sobre la Unión de las Patrias.


Por Pablo Gasco de la Rocha. 06/11/2008.  


Seamos osados… ¡Rompamos las urnas!

El capitalismo, sujeto por naturaleza a una expansión sin límites a través de ciclos económicos de diversa amplitud y que ha funcionado a pleno rendimiento desde la caída del Comunismo, ha dejado de funcionar. A la crisis de todo el sistema financiero, sobre la que se ha venido construyendo el capitalismo salvaje en esta última fase de expansión, se une ahora la incertidumbre y la desconfianza, cuya consecuencia más inmediata es que el mercado reacciona con oscilaciones bruscas de precios, introduciendo una variable de graves consecuencias. Con todo, lo más grave de la situación es que a corto plazo no se aporta una visión racional sobre tal coyuntura, limitándose a aumentar la cuantía mínima de depósitos para evitar el colapso de la actividad económica. 

Frente a la responsabilidad culposa con la que han actuado todos los gobiernos europeos propiciando un sistema financiero especulativo que no ha contado con mecanismos de control, la crisis es, fundamentalmente, un problema de codicia. Que es la tercera variable o aspecto de este desaguisado, introducida por la cancillera alemana, Ángela Merkel, la única persona capaz en la Europa de los mercaderes, frente a esos dos monigotes que son Sarkozy y Berlusconi, prueba evidente del estado de postergación en el que se encuentra Europa

Al hundimiento del llamado Estado del Bienestar: seguridad social, subsidio de paro, jubilación, etcétera, que pasará a la historia como el logro de varias generaciones en su devenir político, económico y social, se unirán otros problemas que de igual forma se han dejado enquistar: salud moral e inmigración, que evidencian la crisis multidisciplinar de Europa.

Con todo, hay que huir, para empezar, del escepticismo y del desánimo, sentirse vivos y nuevamente europeos, e intentar construir de cara al horizonte, porque esta crisis económica corre a la misma velocidad a la que nos aboca ese oscurantismo bárbaro donde medran todos los intereses personales de las clases dirigentes en detrimento de las necesidades de la sociedad, potenciando de modo global valores frívolos y fútiles que poco o nada nos aportan como seres humanos, lo que nos pone ante la tesitura irrenunciable de un nuevo liderazgo político hoy por hoy todavía en manos de las urnas.


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com