No hay solución a la crisis actual.


Por Santiago Gui Mori. 09/05/2008.  


En su descafeinado mensaje de fin del año 2008, su Majestad D. Juan Carlos nos dijo que ante la crisis que se avecinaba todos debíamos tirar del carro.

En el suyo, el Sr. Rodríguez Zapatero dijo que todos teníamos que ponernos manos a la obra.

España es un país pobre, no tenemos petróleo ni gas y mejor no hablar del carbón; ni esmeraldas ni oro, ni siquiera agua suficiente. Solo tenemos sol y costas, aunque un poco devaluadas últimamente.

Otra cosa que tenemos en abundancia, cada vez más, son inmigrantes y parados, millones de parados. Y crisis, mucha crisis. Alguien ha dicho que estamos en una situación de  EMERGENCIA NACIONAL.

Y nadie hace nada en serio. Las medidas del Gobierno son mera propaganda de cara a la galería para hacerse la foto; los cambios de ministros de Abril del 2009 y otras zarandajas parecidas, equivalen a poner tiritas para taponar las heridas de un cuerpo que se desangra.

¿Por qué?

Pues porqué hay una gradación de prioridades que no se toman en cuenta como se debe.

La primera es la de evitar la revuelta social que va a venir cuando sean millones los que no tengan para comer, es decir, hay que prever los fondos para cubrir las necesidades básicas de estas personas, su alimentación, sus necesidades de alojamiento cuando sean expulsados de sus casas por falta de pago, la educación de sus hijos que ellos no podrán ya  pagar, etc. etc.

La segunda prioridad es la de conseguir que “el país”, no el periódico, vuelva a funcionar, es decir, se vuelva a crear empleo.

En efecto, los empresarios, la gente con dinero para invertir en nuevas industrias, en nuevas ideas que den lugar a la formación de puestos de trabajo, estas personas son inmunes a la propaganda de nuestro Presidente. Las palabras grandilocuentes y las continuadas mentiras de JLRZ sólo hacen efecto a los que se quieren dejar engañar pero no a las personas con criterio que son precisamente las que pueden invertir y crear empleo. Estas no reaccionaran y no se pondrán en marcha sino ven con claridad que se toman medidas serias y no demagógicas como se está haciendo hasta ahora.

Así pues, se tiene que intentar conseguir simultáneamente estas dos prioridades que acabamos de señalar: medios económicos para frenar la que se nos avecina y credibilidad general de los ciudadanos en el Gobierno y en el futuro que ese Gobierno nos ofrece.

Esta necesidad primordial de fondos y credibilidad  debe iniciarse con el ejemplo primero de su Majestad el Rey; el Rey, tal como dijo él mismo, debe ser el primero en tirar del carro.

¿Cómo?

Evidentemente reduciendo drásticamente su asignación anual; a una cuarta parte, por ejemplo. Y, desde luego, por poner otro ejemplo que llegue a la gran masa de españoles, cortar sus vacaciones en Mallorca; un veraneo en La Zarzuela tendría un efecto increíble sobre los paniaguados que cobran sueldos enormes por no hacer nada y también mejoraría mucho la devaluadísima imagen de la Corona ante los desgraciados españoles que se han quedado sin trabajo.

¿Y cómo más?

El siguiente ejemplo, claro es, debe estar en la reducción de sueldos de todo el Gobierno Central y de los inconcebibles retiros que cobran de por vida, a lo mejor por haber sido Ministros solamente  durante un par de meses en algunos casos.

¿Y qué más?

Pues lógicamente cortando de raíz los estúpidos gastos originados por las 17 autonomías, con sus 17 gobiernos, 17 parlamentos, 17 oposiciones, 17 diputaciones inútiles en su totalidad, innumerables líderes sindicales y liberados, y los 3 millones de funcionarios que cobran sin hacer nada útil; España no puede mantener esta sangría continua por los siglos de los siglos.

Y suponiendo que el cáncer esté ya tan avanzado que no pueda hacerse esta eliminación completa  de autonomías, lo que sí es imprescindible hacer como primer paso, es devolver al Gobierno Central, a España para entendernos, alguno de los Ministerios de los que jamás habría debido desprenderse, Justicia, Educación y Sanidad los primeros y a continuación otra infinidad de departamentos que de manera absurda dependen de unas autonomías insaciables, el auténtico cáncer de esa España que parece gobernada por nuestros peores enemigos.

Especial cuidado debería tenerse ahí con Cataluña, aunque creo que hay una mayoría de catalanes ajenos al sainete independista pero que se dejan llevar, que les gusta la música que oyen; si vieran que deben enfrentarse a un Gobierno fuerte que tiene las ideas claras y que ha trazado unas líneas que no deben  ni siquiera comentarse, me da toda la impresión que las aguas volverían a su cauce y que las terroríficas profecías de los independistas no serían seguidas por la mayoría de los ciudadanos de Cataluña que tienen muchísimo más “seny” que sus impresentables políticos.

Pero… ¿Quién debe ponerse al frente para iniciar ese camino?

Evidentemente, debería ser el Rey. Pero… ¿Cómo va a ser el Rey si él es uno de los primeros beneficiados de esa situación?... ¿Cómo va a ser el Rey si hay decenas de dossiers sobre su vida y sus actuaciones cuya publicación haría temblar hasta los cimientos más profundos de la Casa Real?

¿Cómo va a ser el Rey si lo más importante que ha hecho por España en sus treinta y pico años de reinado, aparte de cazar osos borrachos, esquiar en Baqueira y pilotar al “Bribón”, ha sido el famoso “Porqué no te callas a Chávez”?

¿El Gobierno?...pero ¿Cómo va a ser el Gobierno si son precisamente ellos los que favorecen cada día esta situación para beneficiarse de ella para ellos y sus descendientes hasta tres o cuatro generaciones más?

En mi modesta opinión, sólo puede hacer esa revolución un grupo de personas íntegras que no hayan sido contaminadas por la política que se ha desarrollado en España los últimos 30 años. Estas personas posiblemente existan pero no son conocidas del gran público y, además, deberían estar agrupadas alrededor de un líder (el Ejército?…el Príncipe Felipe?) que supiera aglutinarlas y presentar a este grupo de salvación con una cierta garantía de apoyo mayoritario de los españoles.

Pero este líder no lo vemos en parte alguna.

Así que en el futuro va a incrementarse el paro hasta niveles inimaginables; la inseguridad ciudadana irá en aumento; la revuelta social será inevitable…sólo cuando el desastre sea de enormes dimensiones pienso que la clase gobernante estará preparada para aceptar el fin de la Constitución de 1978 y de las autonomías actuales  y la vuelta a una España única, aunque sea delegando determinadas competencias a las diferentes regiones, que ya no deberán llamarse de ningún modo como “autonomías”.


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com