Memoria de una guerra asimétrica y cimarrona.


Por Santiago Perinat, 25/07/2009.


El anciano militar penetró en un zaguán de luces tenues, arquitectura difícil y dimensiones indefinidas. Sus pasos eran quedos como los de quien acaba de padecer larga enfermedad. Los años no habían borrado de su rostro una fría energía. El uniforme era sobrio y bien cortado. Un fajín rojo ponía la única nota de color. Le esperaban: un ejército de sombras se acercó a su encuentro. Formaban un grupo abigarrado. La mayoría eran hombretones con chaqueta de cuero y correaje, del que pendían, vacías e inútiles, las fundas de grandes pistolas. En otros se advertía que acababan de dejar las trincheras: desaseados, con uniformes de tallas desproporcionadas,  sucios de barro y liendres. Había también un pequeño grupo de gente atildada, traje sastre, corbata de pajarita y sombrero de fieltro: señoritos de ateneo y tertulia, hacedores de nada, salvo de teorías inacabables (1). Todos padecían, en el pecho, a la altura del corazón, el estigma de una muerte violenta. Las miradas se entrecruzaron inexpresivas: no era lugar ni momento para rencores. Habló el General:

- Cuarenta años han aguardado ustedes a este encuentro. Ha sido otro de mis éxitos, como lo fueron, antes, que eludiese mano asesina y que relegase a los demás la gloria de una muerte en campaña. Nunca me sobró tiempo para los detalles (2). Tuve que empeñarlo todo en vencerles en guerra limpia, si es que hay alguna manera limpia de ganar las guerras. O de perderlas, que fue el caso de ustedes. La arrogancia de los vencidos, no es menor que la de los vencedores, les reprochó Tucidides. Su República fue caótica: cinco revoluciones y golpes de estado, en menos de ocho años, hablan de su inoperancia. Caricatura de democracia, de ella yo podría repetir, con Julio Cesar: Si Roma fuese una verdadera república, Cesar habría sido el primero de los republicanos (3). Solo mereció triste parangón con Haití, Corea del Norte (4)  o Camboya. Libramos una lucha desigual, que en el siglo venidero definirán como asimétrica: mis tropas sumaron siempre menos efectivos que sus milicias. Tuve que controlar grandes ciudades con unos cientos de guardias civiles, soldados y voluntarios (5). Desde sus barriadas acechaban miles de obreros a los que si algo faltaba, no era bravura. Ante Oviedo, Granada y Huesca, guarniciones exiguas pararon los ímpetus de columnas multitudinarias. Las tropas con que tomé Badajoz, Toledo y Málaga, no llegaban a un tercio de los defensores (6). Y mi fracaso ante Madrid, en Noviembre, fue por lo mismo: 10.000 legionarios y marroquíes poco pudieron contra los 50.000 milicianos y milicianas que se habían atrincherado en edificios y callejuelas (7). En campo abierto, los 500 kms. del frente de Aragón, fueron guardados y bien guardados, por 10.000 de mis leales. Contra ellos se estrellaron los 40.000 maleducados que se trajo Durruti desde Barcelona. Mis habilidades militares me valieron la victoria antes de aquel 18 de Julio. Como padeciera Napoleón en los campos de cricket de Eton, yo les tenía vencidos en 1927, cuando inauguré los de tiro de San Gregorio (8). Y triunfé, sobre todo, por mi autoridad, virtud con la que se nace (9): me impuse sin esfuerzo a los dirigentes políticos y militares de mi bando, a quienes tampoco faltaban vanidades. En su República, señores, nadie detentó el mando: todo fueron taifas y banderías. Levantaron una docena de ejércitos (algunos poco más que cuadrillas) que entretuvieron sus mejores energías luchando entre sí. Solo ocasionalmente se unían para combatirme (10). Discordias que aflorarían en Barcarés y St Cyprien (11). Y también en Veracruz, aunque por un motivo más vergonzante (12). Con razón los vencedores de Postdam me dejaron estar: los exilados nunca merecieron su confianza. No se atrevan a echarme en cara las violencias de los inicios: ustedes rivalizaron en encono. Con las revoluciones no se juega, pontificaron Engels y Marat: han de ser violentas desde el principio (13). Las contrarrevoluciones son lo mismo y se atienen a las mismas reglas. Tiempos difíciles exigen recursos difíciles, dice El Principe. Llamé junto a mí a militares de línea dura: el impulso de la campaña no podía desmayar (14). En aquel momento cualquier duda era mero bizantinismo. Tomaron iniciativas que obviaban, a menudo, las Leyes de la guerra. Las premuras del momento y los crímenes de ustedes, mucho más atroces, me justificaron (15). Yo ordené ejecuciones expeditas. Ustedes tuvieron que afrontar una muerte terrible pero limpia: cinco balazos en el corazón. Lo hicieron con una entereza que les honra. Pero nadie había torturado ni mutilado, antes, sus carnes. En mis prisiones a nadie se roció de gasolina y quemó vivo, nadie fue crucificado, nadie atado de brazos y piernas a cuatro camiones que lo descuartizaran (16), nadie sufrió castración (17) y nadie fue obligado a marchar entre dos cuerdas de cuchilleros, con hoces, garrotas y guadañas, que los convirtieran en piltrafas, luego arrojadas a un tajo, a pudrirse (18). En mis ciudades no funcionó ninguna checa. No hubo entre mis víctimas ancianos de 89 años ni se estranguló a maestras de 64 (19). Respeté las canas y fusilé menos libertarias, que Hermanitas de la Caridad pasearon (y orinaron) ellas, pistola de 7,65 mm. en la nuca (20). Lo de ustedes fue cacería humana: desdeñaron incluso los tribunales populares que ustedes mismos habían creado (21).  Temieron que fueran pérdida de tiempo y fuente de triquiñuelas jurídicas. Acaso también practicaran genocidio, acusación que, entonces, no se estilaba. Intentaron acabar con un colectivo bien definido: sus enemigos de clase. Sacerdotes, guardias civiles, maestras viejecitas, funcionarios, comerciantes, abogados, periodistas, tradicionalistas, ingenieros, administrativos, capataces, sastres, escribientes, ganaderos, peluqueros, agricultores, etc.. El punto común de todos era profesar la religión católica. Los killings fields de los Kmeres rojos, en 1976, serán un remedo de la barbarie de la 2ª República española. Yo no pretendí acabar con la clase obrera; sí, someterla. La mía fue violencia de domador encerrado en la jaula con los leones: los acobarda o le devorarán. Un terror de estado, que Rousseau insinuó como necesario, y que ejercieron con maestría Marat, Robespierre, Ulianov y Bronstein (22), tan admirados por ustedes. Aquello fue, además, una guerra servil: ustedes se condujeron como cimarrones. Pusieron tal esmero que las clases burguesas de toda Europa se aliaron a mi causa. No debió sorprenderles: hace dos mil años, Roma ayudó a Cartago contra otra rebelión de esclavos. Las internacionales del capital han sido siempre más cumplidoras que las del trabajo (23). Su República fue ninguneada incluso por las internacionales obreras IOS y FSI (24). Y otra contradicción aún mayor: fue guerra colonial. Mis africanos cumplían las pautas de un ejército europeo, bien disciplinado, armado y alimentado, al mando de militares de carrera y servido por un eficaz aparato logístico. Las milicias de ustedes nunca superaron una alianza ocasional de kábilas y tribus, feroces más que valientes, capaces solo de griteríos, correrías, emboscadas y degollinas (25). Europa, desde los tiempos de Roma, extendió sus leyes, su religión y su cultura a los pueblos primitivos de América, Asia y África. La mía fue la postrera de estas campañas civilizadoras, no la del Duce en Abisinia (26). En la represión fui juez severo, pero no injusto (27): ninguno de ustedes fue fusilado con arbitrariedad. Sus peores crímenes habían sido colectivos, como el de Ronda, que Hemingway diera a conocer por todo el mundo (28). Hubo cientos semejantes. El cordobés Lucano temía que las culpas de una multitud quedaran impunes. Yo me guié por otro hispano, Flavio Vegecio Renato, para quien era ineludible el castigo a todo desmán. En Ronda, el fiscal militar llevó a sumarísimo a cientos de verdugos. Tuvieron una ejecución limpia, sin ninguna de las abominaciones que ellos habían infligido dos meses antes. Hice justicia, aún cuando sus víctimas habían sido solo una veintena. En Málaga las masas habían pelado (expresión que prodigaban ustedes) a 2.500 fascistas (29). Con los 4.000 culpables tampoco tuve clemencia. Entre 1939 y 1943, mis tribunales aplicaron el mismo código, que luego revalidaría Nüremberg. Por iniciativa o complicidad, ninguno de los 150.000 (30) condenados  pudo probar su inocencia. Los consejos de guerra en Cataluña, son la demostración más clara: sentenciaron a 3.385 personas a última pena. Sus víctimas habían sido más del doble: 8.360 (31). Las patrullas de control, protagonistas de la masacre, lograron escapar a Francia (32),  y no permití que pagaran justos por pecadores (33). Y una última y tremenda diferencia: ustedes profanaron los cadáveres. Los arrojaron a las cunetas y a los vertederos, para festín de cuervos y pienso de gatos. Recibieron, como única piedad, pala y escoba de barrendero municipal. Yo honré los restos mortales de ustedes. Para todos dispuse ritos funerarios, siquiera sucintos, y que a todos cubriera tierra sagrada (34): una devoción que costó la vida a Antígona (35). Para Sófocles, el respeto a los muertos es la culminación de la dignidad humana. El desdén por los despojos, la abyección. Mis gentes no pudieron llorar ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! Alimañas de cloaca royeron sus huesos.

El militar calló, evidentemente agotado: los largos discursos nunca fueron lo suyo. Desde un salón inmediato, Alguien (36) requirió su presencia y la de todos. Hacia allá se encaminaron, en silencio. En el último momento, se oyó al General musitar: Estáis tratando de ganar, parloteando como mujerucas, la guerra que perdieron vuestros abuelos, luchando con hombría. Los otros entendieron que no se dirigía a ellos ni al último de los Nazaríes, sino a gentes que habían quedado atrás y abajo. Muy atrás, muy abajo.

(a modo de EPILOGO)

Chu Enlai opinó en cierta ocasión: Aún no se puede hablar con serenidad de la Revolución Francesa. No ha transcurrido tiempo suficiente. Habrá que aguardar, por tanto, hasta los inicios del siglo XXII (apenas cien años) para encarar, sin acritud ni sectarismos, la polémica sobre la Guerra Civil de 1936 y su principal protagonista, que lo fue, también, del siglo XX español. El autor de esta fantasía literaria cita para entonces a sus detractores. Y a los entusiastas (37).

Santiago de Perinat Mazeres. Coronel de Ingenieros (ret) Barcelona. Es MBA por ESADE (Barcelona). Fue corresponsal militar de Telexpress, Diario 16 y El Periódico, y colaborador habitual de Historia y Vida. Y redactor del Diccionario Salvat. Tiene publicados los libros La Guerra y el Desarme (bajo pseudónimo J.P.Prats), La Aviación y Las Guerras Mambisas. Su Obertura 1808 quedó finalista en el concurso Espejo de España de 1994. Tuvo algo que ver con la U.M.D. (la de 1974-1977).

 


1) La chaqueta de cuero y el pistolón fueron señas de identidad de las patrullas de control. Quienes mejor describen a esta tribu son Avel.li Artis Gener (556 Brigada Mixta, Mexico 1945) y Jesús de Galíndez (Estampas de la Guerra, Buenos Aires 1951), que tuvieron que bregar con ellos. A Tisner le pasearon por la carretera de Garraf, pero solo para asustarlo. El alavés Galíndez, gudari destacado en Madrid, se las vió y deseó para sacar de las chekas  a los curas y monjas vascos que cogió la guerra allá. El desaliño de los combatientes republicanos fue proverbial, y queda manifiesto en las fotografías que Robert Capa tomó  a los brigadistas. Éstos, al llegar a Albacete, recibían unos uniformes de pana enormes, sobrantes de quintas anteriores. Los pantalones tenían que sujetarlos con cordeles. A Esmond Romilly (Boadilla, 1971) y a Claud Cockburn (a) Frank Pitcairn (Reporter in Spain, 1936), se les vinieron abajo en momentos delicados: en plena retirada. Los señoritos de ateneo están de más en este escenario. Nunca afrontaron juicio ni paredón. Disfrutaron la guerra como agregados culturales a las Embajadas en Paris (había 4 ó 5), Bruselas, Praga, México, San José de Costa Rica, etc.. La Solidaridad Obrera (24ABR1937) se quejó de que Álvarez del Vayo solo escogiera paniaguados para aquellos cargos: Antes del 19 de Julio, la Diplomacia española fue cobijo de traición y deslealtad (ahora es) reducto de emboscados y cobardes. Albert Camus sentenciaría de esta gente: Muchas ideas políticas son tan desaforadas que acaban forzosamente en sangre. Pero siempre es sangre de otros. Por eso nuestros intelectuales no pasan cuidado a la hora de publicar cualquier disparate (recogido por Tony Judt en Un Passé Imparfait, les Intellectuels en France 1944-1956, 1992) (Arriba)

2) Tomado de Cesar y Cleopatra, de G.B. Shaw, acto II, obra que también ha inspirado esta narración. La frase es de Lucio Septimio, el asesino de Pompeyo, con el que Cesar entra en polémica. En una escena posterior, Teodoto, preceptor del rey de Egipto, entra, gimiendo: ¡Horror de horrores! ¡La Biblioteca de Alejandría, una de las siete Maravillas de Mundo, está en llamas! ¡Está ardiendo la Memoria del Hombre! Y sentencia Cesar: Es una memoria llena de abominación. Dejadla que arda… La gente del Régimen no ha sabido leer a Shaw. (Arriba)

3)  El protagonista de este relato, como el César de G.B. Shaw, fue republicano en 1931, al acatar el nuevo régimen; en 1934, cuando que ocupó un alto cargo en el Gobierno Lerroux; y en 1968, al solicitar la inclusión de España en la Comunidad Europea. Dejó bien claro que el futuro de España sería en democracia, conforme a la normativa europea. (Arriba)

4)  Gerarld Brenan rechazó escribir sobre el tema España para el Diccionario Oxford. Busquen ustedes un novelista, aconsejó. En Los Angeles Times (2 Mayo 2009) apareció la crítica de unas novelas ambientadas en Corea del Norte, escritas por James Church, pseudónimo de un agente secreto americano. Los relatos son pura ficción, pero quienes han  visitado aquel país creen que Church lo describe mejor que nadie. Una sociedad tan inverosímil que se resiste a ser definida en términos reales. Esta similitud con España no nos honra. Con Haiti tampoco, pero Aimé Cesaire (1913-2008), autor de la Tragédie du roi Christophe, habría sido el libretista ideal para una Tragedia de la República del Nunca Jamás. Tuvo talento para dignificar la vida agitada de Henri Christophe, un esclavo liberado que se erigió en efímero monarca de Haiti. El protagonista español (de Cesaire) habría sido D. Francisco Largo Caballero, personalidad más entera que Azaña. (Arriba)

 5)  En su Diario de Campaña, el TCOL D. Manuel Coco Rodríguez, cuenta que controló Algeciras (30.000 habitantes) con 350 soldados, 30 falangistas y 20 guardias civiles. Se le enfrentaban los Carabineros y los sindicatos de portuarios y ferroviarios. Después de las escaramuzas del 19 de Julio recibió un refuerzo de 8 (¡ocho!) regulares marroquíes, que le enviaban cada día, desde Ceuta, en hidroavión: Son pocos pero me alivian, tal es la escasez de fuerzas que tengo, frente a los muchos enemigos de dentro y de fuera de la ciudad, que por todas partes me acosan (…) En San Roque el enemigo cuenta con 2.000 hombres entre milicianos, Carabineros, Guardias Civiles y soldados del Regimiento Málaga (leales al Gobierno)… Peter Kemp (V nota 6) tuvo que guardar la carretera de Talavera a Santa Olalla (casi 40 kms) con solo un centenar de jinetes carlistas andaluces. Era una vía estratégica importantísima: por allí pasaban todos los suministros (tropas, armas, víveres y munición) para el frente de Madrid. Estaba amenazada por los republicanos por ambos flancos: desde la Sierra y desde la orilla Sur del Tajo. Es incomprensible que nunca hicieran intentos para cortarla. Lejos de este escenario, en Villareal de Alava, 600 requetés aguantaron la embestida de 15.000 gudaris. (Noviembre 1936). En una semana no cedieron ni un palmo. (Arriba)

6)  El Coronel Yagüe llegó ante Badajoz con 3.000 hombres. La defendían 8.000 milicianos, guardias de asalto y carabineros. En los muros se trabó una lucha durísima, que siguió casa por casa. La sangre corrió por las callejuelas, pero no era de rojos fusilados, como fantaseó el Chicago Tribune (25Agosto1936), sino de las decenas de combatientes de ambos bandos, que fueron heridos o muertos. Peter Kemp (Mine Were of Trouble, 1957) conoció que en su Compañía (a la que se incorporaría al año siguiente) solo habían sobrevivido 16 legionarios. La matanza que siguió fue LO MAS NATURAL. La periodista Andrée Viollis, que viajó a Barcelona, Valencia y Madrid pocos días antes, informaba (Le Petit Parisien 6Agosto1936) sobre la rendición del cuartel de Caballería de Valencia. El tiroteo fue escaso pero los días de sitio, muchos. Una vez rendidos los militares y salida la tropa, el Sargento Fabra, pistola en mano, entró seguido de otros, y dio muerte a los 100 ó 150 Oficiales y voluntarios de Derechas, que permanecían dentro. A la multitud le pareció LO MAS NATURAL. En Madrid, Alvarez del Vayo aseguró a la Sra. Viollis: Los insurrectos están perdidos. Han quedado aislados en algunas poblaciones, de las que no se atreven a salir, sin enlace entre ellos y sin medios de ninguna clase. Las falta de todo. Hemos fusilado a muchos, pero los que quedan se obstinan. No se rinden porque conocen que les espera la misma suerte. Para el futuro Ministro de Estado, la masacre de 30 ó 40.000 militares, monárquicos, carlistas y falangistas (de la magnitud de las fosas de Katyn) sería LO MAS NATURAL. En Badajoz, tal suerte recayó sobre los milicianos que se rindieron. Que fueran 400, como ponderó el historiador Hugh Thomas, o 1.800 como establece James W. Cortada (Historical Dictionary of Spanish Civil War, 1982) o 4.000, según lloraron unos refugiados a Jay Allen, es secundario: fue LO MAS NATURAL. En el siglo XXI, marco de las guerras en Iraq y Afganistán, el Chicago Tribune no publicaría el artículo de Allen. La prensa americana se rige por otras normas: acontecimientos que se saben por rumores, no se pueden dar como ciertos; tampoco cabe citar datos concretos (de muertos en este caso) sin verificarlos en diferentes fuentes; ni insinuar, con lenguaje equívoco, que el cronista ha presenciado escenas, si, realmente, las ha escuchado de otros. Su interpretación del Derecho de Asilo es gratuita: concederlo es potestad del país anfitrión. Allen calló que el Frente Popular, desde 1931, conspiraba descaradamente para derribar el Gobierno de Lisboa, y que a los anarquistas se les llenaba la boca hablado de Iberia, país hipotético que incluía Portugal en su órbita. El Dr Salazar no conculcó ninguna ley internacional rechazando a quienes huyeron de Badajoz. En Elvas, Allen se movió en un entorno adverso. Los soldados y guardias fronterizos le eran hostiles; los taxistas no querían correr riesgos; la población se mostraba indiferente; y los refugiados, pocos y despavoridos, deseaban solo, horrorizar a sus oyentes. Hay sospechas que la visita relámpago, de Jay Allen, a Badajoz (hablaba de ella en el Tribune) fuera otra invención: no se atrevió a cruzar el Caia. El periodista tenía ya mala fama en la España–España: traicionando las reglas del periodismo, la principal de las cuales, según Phillip Knightley (V nota 29), es informar con imparcialidad, había tomado partido. Como Steer, como Whitaker y como Monks. Todos dejaron de ser periodistas para convertirse en propagandistas. Cuando el reciente fallecimiento de Walter Cronkite (18JUL2009), la prensa conservadora americana le ha acusado de caer en lo mismo: un corresponsal tiene por misión informar, no crear opinión. Ésta es trabajo de los editorialistas (James Taranto en Wall Street Journal de 20JUL2009). Nueve días antes que el Tribune, Le Petit Journal (16Agosto1936), hablaba de plusieurs centaines de fusilados, y de un millar aproximado (environ un millier) de prisioneros. La crónica, fechada también en Elvas, no llevaba firma y repetía todos los demás tópicos: sangre en las calzadas, plaza de toros dañada por las bombas, balazos en la fachada del gobierno civil, y destrozos en la Catedral. Precisaba que ésta había servido de almacén y refugio de familias obreras. Y no obviaba los dos famosos cadáveres bajo su altar mayor: los conquistadores cristianos habrían violado el recinto sagrado. Ocultaba, como el Tribune, que la Catedral había sido profanada el 19 de Julio, que los milicianos se hicieron fuertes en ella y que costó varias horas de combate arrojarlos fuera. Dos de ellos se parapetaron tras el altar mayor, donde quedaron muertos. El no identificado periodista (de Le Petit Journal) bebió las mismas fuentes que Allen, pero su crónica es más ponderada: Francia está muy cerca. El americano se permitió sensacionalismos porque, a 6.000 kilómetros (distancia Illinois-Extremadura), nadie sabía que existiera Badajoz. Su scoop fue leído con morbo, y nunca verificado. Los correctores de La Vanguardia  de 27 Enero 1937, fueron más lejos: fusilaron a 18.000. Así lo habían asegurado unos refugiados (no identificados) al llegar a Tánger. Quizá quisieron decir 1.800 y a alguien (en La Vanguardia) se le resbaló un cero. Esta cifra ha parecido correcta a James W. Cortada: pocos más que los destripados/degollados a navajazos en Albacete, 20 días antes (V nota 34). (Arriba)

7)  El 15 de Febrero de 1942 la guarnición inglesa de Singapur (100.000 hombres) se rindió a los japoneses sin apenas resistencia. Demasiado tarde percibieron que los atacantes eran solo 60.000 soldados hambrientos, con los uniformes hechos jirones y escasos de munición: había sido un golpe de audacia. Esta es la batalla que se esperaba (o temía) en Madrid (NOV 1936). Uno de los consuelos más infantiles de los republicanos de 1936 (y de ahora), fue que la ofensiva nacional, tras tomar Talavera, se desviase de su camino hacia Madrid, para liberar el Alcázar. Costó, según ellos, 3 años más de guerra. A Talavera, Yagüe llegó con unos 8.000 soldados (5 Septiembre 1936). Y la experiencia de Badajoz dejaba claro que Madrid iba a ser un hueso aún más duro: el fracaso condenaría irremisiblemente a los sitiados en Toledo ¿Fue error garrafal? ¿O estricta prudencia? Como dice Schopenhauer, cada cual ve en la historia lo que quiere ver, como en unas vetas de mármol o en un juego de nubes. (Arriba)

8)  Los militares y los zaragozanos saben que San Gregorio es el campo de maniobras y tiro de la Academia General Militar. (Arriba)

9)  Borges, en Guayaquil (El Informe de Brodie, 1970) imagina el encuentro que tuvieron Bolivar y San Martin para decidir quien de los dos atacaría a los realistas en Chile. La superior voluntad del caudillo caribeño se impuso. San Martin cedió sin entrar siquiera en discusión. Este tipo de férrea voluntad la disfrutó el protagonista de este relato. Arturo Barea (La Forja de un Rebelde) la destaca. Incluso la elogia. Hay más cosas de Borges en ésta fantasía. (Arriba)

10) Causa admiración que, en el siglo VIII, 10.000 jinetes árabes desembarcaran en Tarifa y Algeciras y conquistasen la Península en un santiamén. Pero es insólito que, en el siglo XX, una tropa de la misma entidad, repitiese la misma hazaña, en el mismo marco. En ambos casos fue misión civilizadora: se sacó un país de la barbarie y se le incorporó a una sociedad más desarrollada, islámica entonces y cristiana ahora. Y en ambos casos, el invasor se apoyó en una firme fe religiosa (Dios, Ala y Yavé son un mismo Ser Infinito) y en el vacío de poder que padecían los indígenas. La virtud, tal como la definió Maquiavello, de los dos caudillos (del siglo VIII y del XX) también cuenta. (Arriba)

11) Las joyas del yate Vita. Sobre esta trapacería se ha vertido mucha tinta. Solo fue una más. (Arriba)

12)  Lluys Montagut, un psuquero de Castellar del Valles movilizado a última hora (1938), contaría sus cuitas en ‘J’étais deuxième classe dans l’armée républicaine espagnole’ (1976), que le editó Maspero (Paris). Él nos confirma lo peligroso que era para un comunista entrar en un frente defendido por anarquistas. En la Conca de Tremp, en plena retirada, cometió ese error y pasó al sector que cubría la 26 División (que Comorera llamaba la tribu). Ricardo Sanz le dejó marchar por un pelín. Montagut también fue testigo de los rifirrafes que se produjeron en los campos de refugiados del Rosellón entre libertarios y marxistas. A Claud Coburn pudo costarle la vida la misma torpeza: tras que se le cayeron los pantalones (ver nota 1), corrió hasta las trincheras propias. Dió con una de anarquistas. Echaron a suertes si le mataban o dejaban marchar. Hemingway reflejó esta escena en su novela. Sin duda conoció la aventura de Coburn. (Arriba)

13) El Embajador soviético en España, Marcel Rosemberg, se horrorizó: La escoria de la sociedad toma el poder en toda revolución. Sir Henry Chilton, Embajador de Inglaterra, sentenció: Esta es una guerra de rebeldes contra carroñeros. Julio Cortázar, que contempló lo de 1968 desde un balcón en el Quartier Latin, y una segunda algarada desde las barandas del Hotel Managua, se mostró eufórico: No hay revolución sin alegría. Por el contrario, Juan García Oliver, el más duro de los protagonistas de 1936 (fanfarroneó de haber matado a 264 personas), lamentaba en las páginas finales de El Eco de los Pasos (libro de obligada lectura): ¡Qué tristes son las revoluciones!. Para Ángel Pestaña las revoluciones son como las catástrofes: elevan todo lo que hay de grande en el hombre, pero también sacan a flote todas las bajas pasiones (publicado en El Sindicalista, de Madrid, y recogido por La Vanguardia de 28ENE1937). (Arriba)

14)  En el mundo anglosajón, el Capitán William Bligh, comandante de la fragata Bounty (Trevor Howard en el film de Lewis Milestone, 1962, con Marlon Brando como Teniente Christian) personifica al militar cumplidor e implacable. Herman Wouk hace un alegato a favor de este colectivo en la escena final de El Motin del Caine. El Capitán Queeg (Humphrey Bogart en el film de Edward Dmytryck) sería uno de esos jefes oscuros, sin elegancia, acaso poco inteligentes, pero que cumplen su deber y ejecutan fielmente las órdenes de sus superiores (…) los militares como Queeg son los que, finalmente, ganan las guerras. Es el reproche que el Teniente Greenwald (José Ferrer) hace al Teniente Keefer (Fred MacMurray), un intelectual que ha sacado a la luz los males de Queeg y ha desatado el motín. Y como buen señorito de ateneo, ha chaqueteado cuando el peligro. La obra de Wouk es un claro alegato contra Norman Mailer (The Naked and the Death). (Arriba)

15)  Entre las tragedias comparables a la de España 1936, cabe destacar la masacre de 400 a 800.000 tutsis en Ruanda (1994) y la larga guerra (¡25 años!) de Sri Lanka contra los Tamiles, que acaba de terminar. A los genocidas Hutus no les faltaban razones. Y cuando el Presidente Kawame se hizo con el poder, tampoco anduvo con miramientos: unos 45.000 hutus fueron muertos, entre Abril y Agosto de 1994 (The Economist 8ABR09). Pero ante la magnitud de la matanza inicial, es surrealista que se pidan responsabilidades. Tampoco se culpó a quien ordenó fusilar a 50 ó 60 soldados alemanes que guardaban Bergen-Belsen. Ni la tremenda foto del cadáver de un SS arrojado a un canal, tomada por Lee Miller, estremece a nadie. Las atrocidades perpetradas por los Tigres Tamiles en Sri Lanka, motivan que los métodos utilizados por el Gobierno, contra ellos, no parezcan desaforados. Como ha escrito el historiador americano John W. Dower, (Embracing Defeat. Japan in the Wake of WWII, 1999), ‘we all have trouble facing the reality that, in war, the victims may also do terrible things’. (Arriba)

16)  Ramon Sales, fundador del Sindicato Libre, fue descuartizado en el patio de carga (y descarga) de Solidaridad Obrera. Ataron sus brazos y piernas a 4 camiones, que arrancaron después. Damiens y Ravaillac, pretendidos regicidas, sufrieron la misma suerte, 200 y 300 años atrás . (Arriba)

17)  El obispo de Barbastro, Florentino Asensio Barroso fue objeto de esta infamia (8 de Agosto de 1936). En ninguna de las enciclopedias aragonesas, publicadas durante los Años del Rencor (los actuales) se menciona. (Arriba)

18)  Este crimen colectivo se cometió en Ronda el 19 Julio 1936, y se relata, punto por punto, en el Capítulo 10 de Por Quien Doblan las Campanas de Ernest Hemingway. Ver nota 27. (Arriba)

19)  El cadáver de mosen Jaume Serra Jordi, de 89 años de edad, permaneció dos horas tendido delante de la iglesia de Sant Martí, en Caldetenes (13AGO36). Dolores Balaguero, de 78 años, fue asesinada en Barcelona el 23 NOV 36. Antonia Pau Llonch, maestra de 64 años (madre de un religioso), fue estrangulada en el ayuntamiento de Alfarrás. Estos datos y otros más sobrecogedores, han sido recogidos en el pundonoroso libro La Repressió a la Reraguarda Republicana, de J. M. Solé i Sabaté y José Villarroya. En éste se pueden contabilizar los asesinatos de 454 hombres y mujeres mayores de 64 años. Los tribunales militares, después de 1939, condenaron justo a 15 ancianos de la misma edad, según el mismo Solé i Sabaté. El umbral de 64 años no es arbitrario. Ha sido sugerido (al autor de este texto) por el prologuista (y acicalador) de El Tribunal Revolucionario de Barcelona (Sevilla 2007), de Eduardo Barriobero: hace encaje de bolillos para presentar a este impresentable. Y se horroriza porque el tribunal militar le condenara a muerte, sin respetar su edad: 64 años. Le fue negado el triste honor de fusil y paredón: lo fue a garrote. Para conocer la personalidad de Barriobero basta leer el artículo suyo, sin firma, que publicó Solidaridad Obrera, el 9 Enero 1937: imposible mayor fanfarronería. Azaña (Memorias, tomo II) le calificó de turbio y turbulento. La Generalitat le metió en la cárcel tras que desaparecieran seis millones pesetas del Palacio de Justicia y girara inexplicable visita a una entidad bancaria de Perpiñán. (Arriba)

20)  Kolzov contempló de esta guisa a Maria Teresa León en la carretera Maqueda-Toledo: intentaba detener la espantá del 5º Regimento. La leyenda, el cine y cierto romanticismo han beneficiado a las milicianas. Pura fantasía. Las libertarias de sidecar y DKNY solo han existido en el celuloide. Las de 1936 eran de alpargata y tufillo, no sabían leer ni nadar (colmo de la ignorancia en la Grecia de Pericles) ni tenían carnet de conducir (moto). Su mayor virtud fue compartir con sus camaradas varones las penalidades de las trincheras: fríos, hambres y mugre (léase piojos, mal común a ambas trincheras). Lo peor, su crueldad: más despiadadas que ellos. (Arriba)

21)  Los Fiscales Estrella (de Cataluña), adalides de la Memoria Histórica, deberían leer El Diluvio de 3 Febrero 1937: su antecesor (en cargo y cuerda), el Fiscal del Tribunal Popular num 2, de Barcelona, Gabriel Mur Castan, se declaraba enemigo de la pena de muerte y abogaba porque, en el futuro ordenamiento judicial de la República, fuera suprimida. Pero que los Tribunales Populares tenían que prodigarla: los reos son fascistas y cómplices de una rebelión, y hay que sofocarla como sea. Y razonaba que si los TT.PP. se mostraran benévolos, las patrullas de control la aplicarían de manera inexorable, arbitraria y fuera de la ley y, probablemente, de manera más copiosa. Efectivamente, el mismo Diluvio, de fecha 1 Enero 1937, publicaba que, desde su fundación en Agosto anterior, los cuatro TT.PP. de Barcelona habían impuesto 148 penas de muerte. Y añadía: En el Depósito Judicial, dependiente de los Juzgados, se han verificado 1.046 autopsias. Un eufemismo para no decir: Se han retirado 1046 cadáveres de las carreteras de la Arrabassada y Garraf,  cementerio de Montcada y demás puntos habituales. Fueron ‘pelados’ por los pistoleros habituales. (Arriba)

 22)  Según Rousseau, ‘los ciudadanos deben estar completamente sometidos para que la Nación sea soberana’, pensamiento que inspiró el Terror (Junio de 1793). Marat pedía que rodaran 600.000 cabezas, si fuera preciso, para salvar la Revolución. Para Trotsky, renunciar al terrorismo de Estado, era renunciar a la Revolución y al socialismo: El número de muertes y las formas de llevarlas a cabo, no son cuestiones de importancia (…) todo es válido si se persigue un fin bueno. Lo que coincide con la jurisprudencia del Fiscal Mur Castán (nota 21). En Corea del Norte van más lejos: además de los compañeros, los familiares de un culpable, son también culpables hasta tres generaciones. Kim Il Sung dejó dicho: "Hay que eliminar a todos los enemigos de clase, hasta tres generaciones, quienes quiera que sean y actúen como actúen" (Blaine Harden: N. Korea's Hard-Labor Camps, en el Washington Post de 20JUL2009). (Arriba)

23)  Según la Associated Press (16May2009),  la ONU y varios Gobiernos se han inquietado por los métodos empleados, en Sri Lanka, para acabar con los Tamiles. Unos 8.000 civiles habrían perecido. El Gobierno de Colombo, sin embargo, no teme sanciones internacionales. La depravación (viciousness) de los Tamiles le exonera. Japon, China, Rusia y la India se han opuesto a cualquier medida severa. Los Tamiles se ampararon en 50.000 personas (300.000 según el New York Times de 12Jul2009) como escudos humanos y ejecutaron a todos los que intentaban huir. Fueron los inventores de un arma verdaderamente miserable: las mujeres suicidas. Tampoco nadie atendió a los dos millones de civiles alemanes que murieron finalizada la GM2, al ser evacuados desde el Este. Ni, como se ha sabido ahora, que unos cinco millones de pro-nazis de Croacia, Hungría y Rumanía fueran masacrados entonces. En 1936 Winston Churchill denunció: The hideous series of nightly butcherie, have robbed the Madrid Government of the lineaments of a civilized power. Liston Oaks se largó de Madrid (1937) horrorizado: Aquí no hay nada que parezca democracia. (Arriba)

 24)  Luigi Longo (La Brigadas Internacionales en España, Mexico 1956) relata los intentos de Thorez y Cachín, de la IC, para comprometer a la IOS en Annemasse, Suiza (21JUN37). De Brouckere y Adler no se atrevieron. Las Trade Union inglesas habían votado masivamente contra cualquier intervención. Le Petit Journal  (30Ago1936) se indignaba  de que éstas fueran, dentro de las organizaciones laboristas, las más ardientes partidaria de la No Intervención. Según el mismo Le Petit Journal (12SEP1936), solo 51.000 de los 3.029.000 votos emitidos por los obreros, fueron  favorables a involucrarse en la Guerra de España. En los países escandinavos, las grandes sindicales también se opusieron. En las páginas de L´Humanité (Junio de 1937) aparecen pormenores de la reunión. La Vanguardia (mismo mes y año) los reprodujo. (Arriba)

 25)  Lawrence H. Keeley en War Before Civilitation (1996), recoge de Quincy Wright y de Turney-High, los condicionantes de las guerras (o peleas) entre grupos primitivos: movilización voluntaria y, por tanto, tardía e incompleta; carencia de suministros para más de 2 ó 3 días de lucha; ningún entrenamiento ni ejercicio táctico previo; líneas de mando indefinidas, y subordinaciones aún más confusas; tácticas tradicionales e inadecuadas; ninguna profesionalidad ni especialización; y propensión al beauty and booty (‘violación y saqueo’). Así eran los rojos de 1936. Jean-Richard Bloch, en Le Petit Journal (28Ago1936), informaba que, al tomar las armas y formar milicias las masas de campesinos y obreros han demostrado iniciativa, creatividad, realismo e inteligencia (…) que se produjeran peleas entre los diferentes partidos era humano (…) se crearon una serie de columnas disparatadas, combatiendo cada una por su lado, dentro de zonas de operaciones que se reservaban para ellas, viviendo, aprovisionándose y operando de manera independiente, sin recibir del mando otra cosa que directivas vagas (…) por celos, entraron en pugnas, a menudo sangrientas, para hacerse con unas cuantas pistolas, metralletas y fusiles (…) un mismo grupo era capaz de heroicidades asombrosas, seguidas de pánicos extravagantes. Tras un asalto intrépido seguían pillajes deplorables (…) ‘Cela tenait plus de la guerra coloniale que de nos affaires européennes...’ .  J.R.Bloch sería nombrado, en Marzo siguiente, director de Ce Soir, vespertino comunista, fundado en Paris con dineros del Gobierno de Valencia, con Louis Aragon como director honorario. Tuvo un gran éxito. (Arriba)

 26) Es inquietante que en la literatura europea, hasta mediados del siglo XIX, se hablara de España como un país de África. La raya intercontinental pasaría por los Pirineos. La guerra de 1936 les afirmó en este diagnóstico. Para 1975, sin embargo, la colonización rebajó la frontera hasta Despeñaperros. No pudo ser más. Al Sur sigue la cultura de haraganeo, componendas y subvenciones. Una corrupción horizontal inaceptable en un Continente llamado Europa. (Arriba)

 27)  Dios es, por definición, inmensamente JUSTO antes que BONDADOSO. En el Capítulo VI del Quijote, el cura y el barbero, alardean de justicia cuando envían casi todas las novelas de caballerías a la hoguera. Y se muestran benévolos al salvar solo Tirant Lo Blanc y otra más. A un juez se le ha de exigir ser JUSTO y, solo accesoriamente, se admitirá que sea benévolo. En otro caso los resultados suelen ser desalentadores. En la Córdoba califal se hizo famoso uno de ellos, por su benevolencia. Suscitó las burlas populares: bendición para ladrones y terror del vecindario, le reían. (Arriba)

 28)  Los cientos de fusilados de Ronda, en Septiembre de 1936, son especulación del autor. Hemingway, en el capítulo 10 de From whom the Bell Tolls, pone en boca de Pilar que, el 19 de Julio, más de una  veintena fascistas fueron golpeados, heridos y mutilados hasta quedar convertidos en piltrafas, por una gran multitud (a  great crowd) ¿Cuántos eran ésta? Acaso 400 ó 500. Algunos murieron en combate, y otros lograron escapar a Málaga y Almería. El 16 de Septiembre, quizá 200 rojos fueron sacados a empellones de sus casas, arrastrados a patadas y culatazos hasta un paredón y, tras ser reconocidos por las familias de sus víctimas, fusilados de inmediato. Así es como describe Arthur Koestler la represión en Málaga, en Febrero siguiente. No hubo mutilaciones ni torturas. Sí, insultos, golpes, humillación, seguidos de una muerte limpia: un tremendo agujero (¡cinco balazos!) en el corazón. A Cecyl Gerahty (The Road to Madrid, recogido por Murray Sperber en And I Remember Spain, 1974), que acompañó a las tropas nacionales al tomar Guareña (Cáceres), le mostraron una casa señorial, en cuya planta baja, yacían tres cadáveres destrozados: una señora de 77 años, su hijo y su nieto. Habían sido muertos a culatazos: el síndrome de Castilblanco (no queda muy lejos). Los anarquistas no habían desperdiciado un solo cartucho para abreviar sufrimientos. El relato de Hemingway, uno de los más crudos de la literatura universal, se atuvo a los hechos reales, aunque los culpables fueran anarquistas, no comunistas (como él dice). No menciona el nombre del pueblo. Alvah Bessie (Men in Battle A Story of Americans in Spain,1939) contaría que los veteranos del Abraham Lincoln rompieron con Hemingway: desacreditó sus pretensiones de campeones de la libertad. Según Phillip Knightley (The First Casualty, 1976) Hemingway vino a España acreditado como periodista. Lo fue muy torpe, igual que Steinbeck (en la 2ª Guerra Mundial) y Evelyn Waugh (en Abisinia): es distinto oficio del de escritor. Lo que pretendía era reunir material para su siguiente novela. Ésta, en los EE.UU., es considerada la mejor de las suyas. En el suplemento literario de Los Angeles Times de 29 JUN 2008, la citaban como lectura predilecta de los dos candidatos (entonces) a la Presidencia de los EE.UU.: McCain y Obama. (Arriba)

29)  Sobre la actuación de los libertarios en Málaga hay dos crónicas en Le Petit Parisien (12 y 13 de Agosto 1936). Su corresponsal en Oran entrevistó a la treintena de refugiados franceses, que el contra-torpedero Maillé Brésé, trasladó desde aquella ciudad. Estaban horrorizados. Es expresiva también Shiela Grant-Duff, cuyo viaje a Málaga recoge The Distant Drums (Philip TOYMBEE, Londres 1957). Otto Katz la entregó papeles (falsos) de corresponsal del Chicago Daily News. Tenía que tantear la liberación de Koestler. A la hora de cenar, y sin anunciarse, se presentó en la vivienda del cónsul de los EE.UU.. Éste dio un respingo: Ahora las cosas están mejor, pero cuando los rojos mandaban, cada noche había una carnicería. Su colega británico Sir Peter Chalmers Mitchell, señorito de ateneo, no llegó a enterarse: estaba entretenido traduciendo al inglés Contraataque. (Koestler, la Grant-Duff y Katz tampoco obrarían igual en la actualidad. Cuando el secuestro de dos agentes secretos franceses en Mogadiscio, la dirección del Committee to Protetc Journalists , con sede en Nueva York, ha protestado que se hicieran pasar por periodistas, según el Washington post de 15Julio2009: "Our position is that intelligence officers posing as journalists jeopardizes the security of all journalists,"). Jean Vertex (Le Petit Parisien 20AGO1936) estimó, desde la misma Málaga, que una treintena de personas eran fusiladas cada noche. (Arriba)

30)  En la década de 1960, el (recientemente fallecido) Secretario de Defensa de los EE.UU., Robert MacNamara, que había sido antes un brillante ejecutivo de la gran industria, ideó una fórmula típicamente empresarial para medir el éxito en la guerra del Vietnam: contar el número de enemigos muertos. Se la llamó body count o ‘contabilidad de cadáveres’. Este torpe método, rechazado entonces por su mal gusto y dudosa ética, ha sido retomado por la Izquierda española. Con una particularidad: los cadáveres han de ser propios. Cuantos más, mejor. La Associated Press (24Abr2009) informaba que en Iraq, según datos del Gobierno, ha habido 87.215 muertos en atentados durante los cinco últimos años (2005 a 2008): una cifra similar a la que da la Causa General, para solo tres años de guerra en España, y mismo número de habitantes (Iraq 29 millones). La ONG inglesa Iraq Body Count, ha calculado que los muertos oscilarían entre 91.466 y 99.861. La propia Associated Press los ha estimado en 110.600. Y un estudio de la John Hopkins University, publicado en Lancet, eleva la cifra a 601.027 muertos. El Body Count siempre es polémico. También la AP (7Nov2002) citaba que una ONG rusa, llamada Memorial, había elaborado la lista nominal de 640.000 víctimas de las purgas de Stalin, aunque oficiosamente se admitía que las habían padecido (las purgas) 20 millones de rusos, la mitad de los cuales habrían fallecido.  Nunca se sabrán las cifras exactas del Holocausto, los Killing Fields, el Holodomor, la Revolución Cultural de Mao, el genocidio de Ruanda ni, por supuesto, la Guerra de España. (Arriba)

 31)  Los historiadores de izquierda (Benet y otros) intentan desacreditar la Causa General y otras contabilidades publicadas por el Gobierno Español después de 1939. Los argumentos son infantiles. Uno de ellos, que la C.G. se elaboró con datos de la policía de republicana… con lo que, los méritos de ésta, neutralizarían su crudeza. Otro, que contenga errores de (+) ó (-) el 2%. Que el Shoa no lo padecieran 6 millones de judíos, sino solo dos millones, que en el Holodomor no murieran de hambre 5 millones de Ucranianos sino del total de kulaks de toda la URSS, y que en Ruanda no fueran macheteados 800.000 tutsis sino solo 400.000, no altera la magnitud de las atrocidades. Un profesor americano, R. J. Rummel ha establecido que, entre 1917 y 1987, murieran 110 millones de personas por violencia y hambre, en los países bajo régimen comunista (URSS, China, Camboya, Corea del Norte, etc.. Una cifra verosímil. Los resultados de estos cálculos siempre son diferentes: dependen de los métodos utilizados para su elaboración. Según la Associated Press (12Julio2009) un instituto pacifista de Noruega estimó que 10 millones de personas habrían muerto en los conflictos del siglo XX, después de 1945. Académicos de la Universidad de Maryland elevaban esa cifra a 41 millones. Y un experto de la ONU era rotundo: habrían sido 10.095.152 exactamente. Una precisión ridícula. (Arriba)

32)  En La Guerra Civil a Catalunya (2004), un libro (6 tomos) serio y ponderado, un estudioso de la cuerda de Xirinacs, da la nota discordante. Ha fantaseado que, el lento avance final de las tropas nacionales por Cataluña, tendría por finalidad que todos los vecinos huyeran. El país quedaría vacío y los españoles de España podrían remodelarlo. Es más cierto que en aquella guerra ambos bandos evitaron las batallas al copo. La tragedia de Badajoz (V nota 6) se produjo, precisamente, al quedar copados los defensores. Los dos bandos practicaron la estrategia A enemigo que huye, puente de plata. Mikhail Koltzov, de la Pravda, admiró que Belarmino Tomás dejara una vía de escape al Coronel Aranda y sitiados de Oviedo. Prefería que huyeran a Galicia, a tener que expugnarlos casa por casa. Cuando el cerco inicial de Córdoba, Gobierno informó lacónicamente (así decía Le Petit  Parisien de 23AGO1936), que los rebeldes mantenían abiertos el ferrocarril y la carretera hacia Sevilla, para utilizarlos en su huída. Le Petit Journal (15SEP1936) reproducía una crónica del Daily Telegraph desde Gibraltar, según la cual, en Sevilla se creía que Madrid sería tomado antes de 3 semanas. Y puntualizaba: On ne cherche pas à encercler complètement Madrid. L’autoestrade à Valencia a été laissée libre pour des raisons que le General Queipo n’a pas voulu dévoiler. El mismo Queipo de Llano tampoco cerró la carretera de Almería, en la ofensiva contra Málaga (Febrero 1937). Igual estrategia se practicó en la ofensiva general de Aragón (Marzo-Abril de 1938), en el Ebro (Julio-Octubre 1938) y en el avance final sobre Cataluña (Diciembre 1938-Febrero 1939). Al finalizar éste, el ejército rojo arrojó las armas al cruzar la frontera. De haber quedado copado en el Ampurdán o la Garrotxa, se habrían librado duros combates para rendirlo. Previendo esta conducta, el Alto Mando de Salamanca decidió, tras alcanzar Vinaroz, dirigir sus esfuerzos contra Valencia, en lugar de hacerlo hacia Barcelona: ésta era una batalla que tenía ganada con solo dejar expeditos los caminos del exilio. La citada no es la peor de las bellaquerías del novicio. Otro colaborador discordante es el relator de la Batalla del Ebro, para quien la mejor estrategia de los nacionales habría sido copar al ejército de Modesto: justo lo contrario de lo que se acaba de exponer. Tampoco es la única de sus pillerías. El cura y el militar, como en los chistes de burdel, empeñados en dar la nota. En Irún, 20 días después de Badajoz, se acabó la lucha cuando un millar de anarquistas escaparon a Hendaya. Fueron desarmados por los gendarmes y enviados a Cataluña. (Arriba)

33)  El historiador Joseph Benet es sectario en el prólogo a  Solé i  Sabaté. Insiste en acusar a los militares del 19 de Julio como culpables de los crímenes del Cojo (Puigcerdá), del Frasquet (Falset y Mora la Nueva), del Manco (Balaguer 5AGO1936), del Cubano (un comunista de la Brigada Lister), del Maginot (un tal Magin, verdugo de Solivella) y del Xaperut de Tot-Arreu. Quien llama la atención sobre las deformidades físicas de los cabecillas anarquistas (todos eran mancos, cojos y tuertos) es Toni Orensanz (L’Omnibus de la Mort. Parada Falset, Barcelona 2008). La deformidad (ésta mental) de Benet legitima las represalias en la retaguardia republicana. Como han investigado Solé i Sabaté y Villarroya, cuando llegaba una mala noticia del frente (la pérdida de Toledo o Málaga por ejemplo) o se producía un bombardeo aéreo, grupos de incontrolados acudían a las cárceles o buques-prisión, sacaban un puñado de internados y los asesinaban. Una ruindad de Benet: no podría acusar a las SS alemanas de haber masacrado Oradour sur Glane (10JUN1944) ni de tantas otras atrocidades: Siempre serían represalias legítimas. Por otro lado afirma que la prensa de Barcelona, Valencia y Madrid informaba sobre los crímenes. Totalmente falso: el autor de este texto ha investigado el asesinato del diplomático belga Jacques de Bochgrave (Fuencarral, 25 ó 26 Diciembre 1936) en vano. La noticia fue censurada. La Vanguardia decía (en foto de llegada del cadáver a Tolon, al 21ENE1936) que murió a causa de un bombardeo aéreo. Según David Wingate Pike, Borchgrave fue asesinado por una patrulla dirigida por el anarquista Manuel Salgado, que dependía del Ministerio de la Guerra. Ayudaba a los brigadistas belgas, desilusionados, a repatriarse. Tampoco es posible saber por qué fue muerto Manuel Monsó Soldura (Balaguer 29DIC1936). Este crimen abominable, convertido en pocos días, por la verborrea de Barriobero (V nota 19), en accidente lamentable, ocupó las páginas de la prensa de Barcelona, en Enero de 1937. A Joseph Benet le traicionó su doble devoción a Roma y a Moscú. Es otro de los que ganaron fama no tanto por sus méritos, como por su carnet. Igual que Neruda, Sender, Eisenstein, Ivens, Alberti, Capa, Reed, Martin-Santos, Brecht o el efímero Helmut Herfelde. (Arriba)

 34)   The Guardian (10Nov2000) publicó una docena de notas biográficas de veteranos del Batallón inglés de las Brigadas, que aún sobrevivían. Ninguno brilla por su ingenio. Los homenajes que les abunda el Régimen actual los merecen por su bravura, que no por sus triunfos: cobraron palos por todas partes, incluso a espaldas. Un tal George Wheeler, de East Croydon, relataba (al Guardian) que cayó prisionero y contempló cómo cavaban una fosa común para él y los otros. Felizmente llegó un oficial superior y detuvo el fusilamiento. Peter Kemp, cuenta en el capítulo más angustioso de su Memoria, que recibió orden terminante de matar a un brigadista irlandés que había quedado rezagado. Precisa que enterró el cadáver. En el libro de Longo (merece la pena leerlo) aparecen los esfuerzos de un miliciano por rescatar el cadáver de su mejor amigo, en la Ciudad Universitaria: había quedado en tierra de nadie. Resultó malherido pero lo consiguió: una heroicidad digna de Sófocles. Debió influir, sensu contrario, en la más conocida hazaña de Longo: colgar cinco cadáveres, cabeza abajo como en el matadero, en una gasolinera de la piazza Loreto (Milan, 29 Abril de 1945). Louis Roubaud publicó en Le Petit Parisien (2 Sep 1936), desde Orán, una crónica espeluznante. Había visitado Albacete a los pocos días de restablecerse la calma. Un soldado leal al Gobierno le contó que, cuando se rindieron los guardias civiles (25 de Julio 1936), fueron fusilados, sobre la marcha, un centenar de ellos. En aquel momento una multitud salida no se sabe de dónde se arrojó sobre los cadáveres y empezaron a destriparlos y degollarlos con sus navajas (Roubaud recuerda que Albacete es el paraíso de las navajas y de los navajeros). Luego, en plena euforia de sangre, arrancaron los prisioneros (guardias, militares y burgueses) de manos de sus captores y los destriparon con la misma arma. Plusiers centaines de cadavres, plus de mil sont restés ainsi trois jours dans les rues, dans la chaleur torride, souillant et infectant la ville  (…) Ce fut une massacre inouï, qu’on ne croyait plus pouvoir arrêter  (Arriba)

35)  Para George Steiner Antígona no es un texto cualquiera, sino uno de los hechos perdurables y canónicos de nuestra conciencia filosófica, literaria y política (...) uno entre los muchos mitos griegos que continúan dando forma vital a nuestro sentido del yo y  del mundo. (Arriba)

36)  Habrá llamado la atención del lector que, en todo el texto, no aparezca el nombre del protagonista. Es innecesario. Y se cumple, además, con el artículo 2º de la principal Ley de las recopiladas en las Partidas del Padre Astete, que la generación del autor hubo de memorizar en la infancia. Tampoco se identifica a Alguien, en el párrafo final. (Arriba)

37)  Una periodista del Daily Telegraph  (29 JUN 2009) se horroriza porque, en el Palacio de El Pardo se sirvieran tres comidas diarias en la década de 1940. Y todo delikatessen: chorizo, merluza, quesos y fruta. Fueron años de carpanta pero no tanto como las sufridas en Madrid y Barcelona durante la Guerra Civil: en las trincheras y retaguardia nacionales se comía notoriamente mejor que en las republicanas (¡solo lentejas!) También en Berlin y Viena, cuando 1919 y 1946 se padecieron necesidades. En España, en los primeros años 40, las hubo. Faltaron 462 toneladas de oro (valor actual 17.000 millones de dólares) de los sótanos del Banco de España, que las hubieran paliado. Estaban por Odesa. Aquí jamás hubo hambrunas como el Holodomor: 5 millones de muertos en Ukrania, con casos de canibalismo (1931). Esta gente, ya que no pueden meter al héroe en el mismo saco de Suharto (se largó con 15.000 millones dólares de Indonesia), Imelda Marcos (10.000 millones de Filipinas), Abacha (5.000 millones de Nigeria), Mobutu, Daniel Arap Moroi, Mugabe, Duvalier, Trujillo, Omar Bongo y Teodoro Obiang, le sospechan en bocatas de chorizo, sardinas asadas, fabada, solarinas, cabrales y albariños. La Union de Banques Suisses de Berna, ya no es la gran cómplice de las tropelías, sino el chiringuito del señor Manolo, justo en la plaza de enfrente. Es buen síntoma que se recurra a tales trivialidades. (Arriba)                        


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com