Alternativa Popular Española.


Por Pablo Gasco de la Rocha, 13/08/2009.


“Nada sin Dios y Todo por España”

Para pasar de una época a un cambio de época, es imprescindible que se produzca una reacción, a fin de anticiparse a aquello que aparece ya en nuestro horizonte nacional como lo más trágico que nos puede suceder. Es, pues, el momento, de no aplazar por más tiempo la decisión de actuar, especialmente en asuntos potencialmente irreversibles para nuestra propia subsistencia: la unidad e independencia de España, la degradación moral y la invasión extranjera. Porque la tensión que generan estas cuestiones básicas se produce, además, en el contexto de una crisis económica mundial sin precedentes, causa y detonante del capitalismo en su última fase de expansión, la globalización, sobre el modelo social de “indigentes y millonarios” que ha creado, que gobiernos y financieros hacen lo imposible por recrear, financiando a las entidades culpables de la crisis, rescatándolas con el dinero de los ciudadanos, porque ahora, sí es aceptada la intervención de los Estados nacionales. Una crisis económica que en España, como efecto de la confrontación ideológica, adquiere tintes ciertamente muy preocupantes. Mientras el pueblo, proclamado “soberano” por la Constitución, calla resignado ante un índice de paro sin comparación en Europa, proclamando que no vale la pena protestar y dispuesto a salvar a los culpables.

Hay que apostar por un cambio radical, porque no se trata tan sólo de reformar algunas de las instituciones del Sistema, sino de cambiarlas profundamente desde una razón de fuerza, en virtud de los compromisos contraídos con Dios, con  la Patria y con las generaciones venideras.

Derogar la Constitución en lo que afecta a nuestra integridad territorial, no podemos seguir tolerando por más tiempo la deriva de España como consecuencia del asalto de unos facinerosos atrincherados en las prebendas que les proporcionan sus virreinatos. Hacer que las leyes en el orden humano sean un fiel reflejo del Derecho Natural, calificando de perversas aquellas que se opongan al mismo. Regular la inmigración en orden a nuestras necesidades estructurales y coyunturales, regularla por cupos de etnias y legislar una concesión restrictiva del derecho de nacionalidad.  Y ser independientes, o lo que es lo mismo, soberanos, dueños de nuestro propio destino a través de una economía nacional-sindicalista que derrumbe el modelo capitalista en manos de especuladores, a través de un complejísimo entramado financiero que traspasa las propias fronteras nacionales, dueños de nuestra producción que ubican en lugares remotos, donde la explotación “del hombre por el hombre” es máxima aceptada por toda la comunidad internacional.

Por eso es necesario mirar hacia delante y dar una respuesta a los nuevos retos que se han planteado para intentar convencer a las gentes que no vale la pena salvar el sistema. Y que se impone que seamos prácticos, y que no perdamos este tren que quizá no vuelva a pasar. Para lo cual es necesario facilitar la flexibilidad que reclama la necesaria convergencia de todos los que estamos frente al sistema. Una Alternativa que coja definitivamente al toro por los cuernos. Una realidad que será posible cuando todos crean, creamos, firmemente en tal posibilidad. Es decir, creamos de verdad en el cambio.  

Sin demora, pues, hay que lograr un acuerdo sobre los elementos imprescindibles que nos unen. Aunque un pacto de esa naturaleza precise, en principio, de una serie de acuerdos políticos y de un liderazgo que asuma la responsabilidad de conducir el proceso, de iniciarlo y de llevarlo a buen término. Como se puede ver, hay mucho por hacer, y hay que contar con tiempo, medios y ganas. Pongámonos a ello si queremos de verdad tener futuro. Nuestra concienciación y nuestro esfuerzo, el de todos, será un factor decisivo para el triunfo. Dios lo quiera y que Él nos acompañe siempre.  


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com