Falangista


Por Pablo Gasco de la Rocha, 21/06/2010.


A Florentino Fernández Fernández, falangista de la “primera hora”, alcalde reconocido y querido que fue de su pueblo, La Nava de Rocomalillo (Toledo).

La Falange fue José Antonio, que era un liberal no doctrinario, sino de conducta y talante, como lo muestra y demuestra su espíritu de apertura, fruto de una honda convicción moral y de un fuerte compromiso de conciencia nacional que consagró su vida a la difícil tarea de construir un marco de convivencia sobre las pretensiones de los márgenes. Y que en su corta vida, pues antes le mataron, destacó por contribuir a definir una tarea cívica y política más allá del tiempo que le tocó vivir, compendió de su preclara clarividencia intelectual y de su profunda hondura moral.  

A partir de él, unos cuantos cientos de muertos (vilmente asesinados por las hordas socialistas, comunistas y anarquistas, o caídos en combate), algunos miles de consecuentes camaradas y una pléyade de ostentosos, con capa, que no duraron en repartirse premios, prebendas y medallas.          

Contra Franco todos vivieron mejor. Incluso esos falangistas, cuyos mandarines más aparentes se inventaron lo de la “revolución pendiente”, mientras Franco enterraba con todos los honores al Ausente y le hacía presente en leyes, memoria y plazas.   

Por eso, como antes y como ahora, la Falange es José Antonio y cuantos desde distintas procedencias comprendemos que el discurso de La Comedia (29 de octubre de 1933) es la acción política completa. Un discurso en el que José Antonio -el único Jefe-, denunció que los vicios del sistema tenían su origen en los partidos políticos, con sus divisiones, sus proclamas y sus intereses. Siendo necesario que aquello acabara, y para ello era preciso que la democracia no fuera obra de partidos, sino que con el concurso de todos y escuchando la voz de todos los intereses legítimos se fijara para siempre la organización política sobre los principios que a todos nos unían: “la Patria, el Pan y la Justicia”.

Por eso hoy, en el momento en que todos los medios, y de modo singular los historiadores, se preguntan por su identidad, su figura destaca como la del hombre que supo capitanear la evolución de los enfrentamientos, asumiendo la dificultad y la rareza de aquella propuesta que fue la confraternización. De ahí que hoy, cuando se vuelve urgente el homenaje ante la vorágine de una ofensiva que niega la historia y falsea la realidad, los que hemos sido educados en su magisterio y en su ejemplo lo hagamos serios y comprometidos.

“Que sigan los demás con sus festines”, nos dijo y nos sigue diciendo hoy porqué su muerte no interrumpió nada.


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com