Setenta y cinco aniversario del 18 de Julio de 1936


Por Dr. Manuel Clemente. 04/08/2011


El 18 de Julio se han cumplido 75 años del Alzamiento cívico-militar que tuvo lugar en 1936.

Una fecha imborrable que permanece en la memoria de los octogenarios supervivientes con plenitud de facultades mentales, y que con ocho años de edad vivimos y presenciamos la dolorosa tragedia que comporta una guerra fratricida desde las dos zonas en que quedó dividida España, hasta la victoria final el 1º de Abril de 1939 con el arrollador triunfo del Ejército Nacional.

Los niños de entonces, ajenos a lo que se tramaba desde que el Frente Popular ganó las elecciones del mes de febrero de 1936, absortos en nuestros juegos y lecturas infantiles, nos preocupaban las severas conversaciones de nuestros mayores que presagiaban el estallido de la conflagración armada que precipitó el alevoso asesinato del jefe del Bloque Nacional José Calvo Sotelo, previamente amenazado en las Cortes parlamentarias.

Tras la ruptura de algunos frentes de batalla ante el incontenible avance nacionalista, muchas familias quedamos separadas e incomunicadas hasta el término de la contienda con la incertidumbre de su supervivencia.

Como en toda guerra civil hubo caídos por ambas partes, así como muertes indeseadas en una misma familia, tanto en el frente como en la retaguardia.

Algunas, víctimas del rencor, la venganza y la crueldad inherentes del ser humano, que se exteriorizaba en determinadas circunstancias de libertinaje y muy especialmente cuando se socava el principio de autoridad establecido, o el poder constituido lo permite entregando las armas a las masas enfurecidas, como ocurrió en la zona roja.

Por ello, difieren sustancialmente los funestos acontecimientos de una y otra zona que tuvimos la ocasión de vivir y presenciar con lo que actualmente nos pretenden tergiversar desde la Administración con absurda falacia denominada “Memoria histórica”.

Un invento gubernamental siniestro, maquiavélicamente estructurado con la premeditada intención de reinscribir la Historia, para confusión, manipulación y deformación de las nuevas generaciones que no vivieron el drama nacional, ni han recibido la enseñanza debida por sus maestros, ni se han preocupado en buscar información veraz y aséptica a través de los testimonios escritos por historiadores relevantes no contaminados por el Sistema, ni por medio de los supervivientes apolíticos, sin resentimientos, que hemos desarrollado una vida pacífica y normal durante la autarquía, fruto del esfuerzo personal, estudio y trabajo con plena dedicación para conseguir una senectud estable.

Con el denominado cambio, impulsado por la infidelidad y apostasía de los oportunistas genéticos, que se sirvieron del Régimen para su medro personal traicionándolo alevosamente en los últimos momentos, con el malévolo propósito de seguir escalando provechosamente en el nuevo Sistema, entregando la ejemplar victoria a los justamente vencidos por su sinrazón, ineptitud e indisciplina. Han conseguido con su demoníaca astucia que ganaran la guerra 75 años después los derrotados, vulnerando alevosamente el último parte, firmado y redactado por el propio Jefe del Estado, en aquellos momentos afecto de un inoportuno estado gripal:

“En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos 1º de abril de 1939. Año de la Victoria. El Generalísimo. Francisco Franco Bahamonde”.

El insigne y fecundo escritor y jurista Fernando Vizcaíno Casas, con motivo del cincuenta aniversario del término de la última contienda civil, publicó un importante libro ficción, titulado “Los rojos ganaron la guerra”, obra de apasionante lectura y magistral inspiración, en la que expone con claridad su pensamiento. Especula con una lógica académica, lo que realmente hubiera sido España de conseguir la victoria el enemigo.

Prueba evidente de la caótica situación socio-política en la que nos hallamos inmersos. Un paralelismo histórico similar en muchos conceptos, político-social, económico, moral y religioso, con el que imperaba en el frentepopulismo los meses que precedieron a la inevitable tragedia desencadenada por la izquierda más radical, cuyo desbordamiento tuvo que reprimir forzosamente el levantamiento cívico-militar en evitación de que estallara el proceso revolucionario marxista-leninista preparado. Véanse fotografías y consúltense hemeroteca de la época que corroboran nuestro aserto.

La falsificación histórica, la contumaz falacia, el desmantelamiento y defenestraciones de toda simbología del antiguo Régimen por muy valiosa y escultural que sea, ha de erradicarse drásticamente para que no quede vestigio alguno. Cirugía radical aplicada por una democracia totalitaria, verdadera antítesis de lo que significa un régimen honesto, liberal y parlamentario teóricamente, que sirva con dedicación al país y no a los partidos políticos dueños de la situación como en la actualidad.

La astucia satánica practicada por la izquierda vencida en combinación con sus compañeros de viaje del contubernio de Munich, han conseguido en tres décadas transformar y adulterar el pensamiento del español común, intoxicado por las virulentas directrices del nuevo Sistema impartidas desde las aulas primarias, la enseñanza media y universitaria potenciadas por los medios de comunicación de masas al servicio del poder constituido.

Resulta incomprensible e inaudito el erróneo concepto que tienen las nuevas generaciones –que sustentan con asombrosa firmeza– sobre la Cruzada de Liberación y el Régimen de Franco, atribuyéndole con mordaz insolencia todos los males acaecidos en el siglo XX.

Para los que vivimos la guerra objetivamente sin participar en la misma por la edad, contemplada desapasionadamente desde las dos vertientes, es inexplicable esta actitud obsesivo-compulsiva de tantos compatriotas que niegan toda evidencia con argumentos deletéreos indemostrables. Nuestra generación se formó en aquella época tan denostada hoy, fruto del estudio, el esfuerzo y el trabajo siempre con aires de superación sin presiones de ninguna especie ni propaganda alguna. Muchos llegamos a la Universidad. A nadie se le preguntaba los antecedentes políticos familiares para acceder al Alma Mater. Únicamente privaba el expediente académico para obtener una licenciatura, consiguiendo con la debida preparación ganar las más difíciles e importantes oposiciones.

Piensen de una vez los inductores de la mutación histórica, en la transitoriedad de esta fugaz vida terrenal, y que surgirán nuevas generaciones incontaminadas, que restaurarán las obras arquitectónicas y esculturales derrumbadas con saña al propio tiempo analizarán los hechos acaecidos positivamente con objetiva realidad, que la partitocracia imperante ha adulterado e injuriado alevosamente.

Juan Donoso Cortés, marqués de Valdegamas, insigne jurisconsulto, político e ilustre orador, una de las personas más egregias del siglo XIX, se expresaba en los siguientes términos: “La mentira que no nos tomamos el trabajo de desenmascarar, termina adquiriendo con el tiempo, la autoridad de lo verdadero”.

Por ello, los supervivientes de la tragedia española, no beligerantes, tenemos obligación moral de revelar la falsificación histórica que se transmite a las nuevas generaciones por la actual Administración,


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com