El "asunto Gabaldón"


Por J.M. Manrique. 25/01/2012.

La noche del sábado 29 de julio de 1939, en la Carretera de Extremadura a la altura de Talavera, fue asesinado el Comandante de la Guardia Civil D. Isaac Gabaldón Irurzun, su hija Pilar (17 años) y el conductor del coche oficial D. José Luis Díez Madrigal (23 años).

Gabaldón era miembro del Servicio de Información y Policía Militar SIMP del Ejército del Centro (Madrid),  que lo había sido durante la guerra de la División Reforzada de Madrid (concretamente de la 14ª mandada por el Coronel Carroquino –antes 4ª/74ª, inicialmente mandada por el Coronel Yagüe en abril de 1937-), y tenía encomendadas tareas de represión de guerrilleros, infiltrados y masones.

Hay que tener en cuenta que apenas habían pasado cuatro meses desde la total derrota del ejército rojo (EPR) y que la mayoría de sus miembros estaban en campos de prisioneros o cumpliendo el servicio militar. Sus asesinos confesos, detenidos dos días después, resultaron ser miembros de las Juventudes Socialistas (JSU, comunistas) recientemente liberados de un campo de concentración militar alguno de ellos, que actuaron provistos de uniformes militares nacionales y que no realizaron más acciones que aquel “casual” crimen (Gutiérrez Mellado: Así se entrega una victoria, de Luis F. Villamea; Fuerza Nueva Editorial, Madrid  1996).

 El ayudante de Gabaldón, el falangista Jacinto Alcántara, que había tenido contactos anteriores con la masonería, encontró la muerte un día después; casualmente la autora del disparo “accidental” fue su novia; Franco escribió (La Masonería, J. Boor) que el padre de la asesina era masón y que la joven, también masona, confesó su crimen. El fondo de esta oscura trama era la más que posible infiltración de la masonería entre los mandos del SIMP; la misma aparece en los consejos de guerra que se siguieron, hasta 1950, contra los asesinos y su cómplices (incluidas las famosas “13 Rosas Rojas”), y que dieron pié a denuncias concretas contra el Teniente Coronel Bonell Huici (antiguo jefe de la sección de información de la 14 División de Carroquino), el Comandante Gutiérrez Mellado y el Capitán Jurídico Arias Navarro. Curiosamente el General Carroquino murió en accidente de automóvil el 23 de septiembre de 1939.

Gabaldón, de paisano, abandonó su domicilio en Talavera la tarde del día 29, para unas gestiones particulares (obras de su casa en Puente del Arzobispo) solapadas con la búsqueda de información sobre “guerrilleros” (¿viaje a Portugal a recoger información sobre la masonería que Oliveira Salazar enviaba reservadamente a Franco?) y viajó a Puente del Arzobispo y Oropesa; sobre las 22’30 de la noche, en el trayecto desde este último pueblo a Talavera, el coche en el que viajaban fue detenido y todos sus ocupantes muertos. A unos 4 kilómetros de Talavera, tres individuos, con uniformes de Teniente, Alférez y Soldado Ingenieros, después de haber dejado pasar otros coches, solicitaron al del Comandante que les acercara a Talavera. Vencidas las reticencias, inexplicablemente, y apenas recorridos 150 m, les hicieron bajar del coche y los mataron; no hicieron ningún otro acto más y volvieron a Madrid. Curiosamente, a esas horas la Policía Militar de Madrid conocía ¿parte? de su misión, pues tres días antes había detenido al Secretario General de las JSU, y jefe máximo entonces, Sinesio Cabada Guisado (a) Pionero (21 años; anteriormente “responsable militar” del aparato), junto con otros comunistas, en parte gracias a un infiltrado en las JSU llamado Roberto Conesa (el luego famoso “Comisario Conesa” de la Brigada Político Social) y otros delatores. También hay que subrayar que para salir de Madrid, donde la Policía Militar tenía puestos importantes controles, hacía falta salvoconductos expedidos precisamente por ella (aun no se había traspasado las funciones policíacas al Cuerpo de Policía).

Los jóvenes autores, del grupo “Los Audaces”, fueron Francisco Rivades Cosials (secretario del Sector del PC), Damián García Mayoral y Saturnino Santamaría Linacero; durante la guerra los dos primeros fueron oficiales y al terminar la misma todos habían estado internados, siendo puestos en libertad con sorprendente rapidez o fugándose. Concretamente, Francisco Rivades había sido teniente del EPR y mandado la compañía de guerrilleros de la 128 Brigada Mixta; Damián García también había sido oficial rojo y se había escapado de un campo de trabajo; ambos cometieron el crimen vestidos con uniformes nacionales de teniente y alférez, respectivamente (Damián usaba ese uniforme casi a diario, lo que supone que tenía documentación falsificada); el tercer asesino fue Saturnino Santamaría, uniformado de soldado. Las Juventudes Socialistas Unificadas estaban intentado reorganizarse bajo la dirección de José Peña Brea (a) El Gordo, quien había sido detenido a finales de mayo por una delación y obligado a dar todos los nombres que sabía.

 Los asesinos fueron detenidos a las 48 horas y fusilados el 5 de agosto, todos menos el Pionero, que fue devuelto del piquete de ejecución a la celda e interrogado por Gutiérrez Mellado, para ser definitivamente fusilado el 15 de septiembre (¡su cadáver fue desenterrado el 21 de noviembre de 1939 por dudas sobre su fusilamiento!).

El 11 de mayo de 1940 se inició el Procedimiento nº 103.370 (continuación del 37.038), “cumpliendo órdenes de S. E. el Jefe del Estado … (ya que) se acusan irregularidades que exigen un esclarecimiento más completo de los hechos (incluso la desaparición de documentos)”. A él se unió, en 1942, el 110.133, en el cual se recogieron testimonios y reconstrucciones de los hechos que permitieron fijar la participación de ¡4! asesinos (incluido Emiliano Martínez Blas, quién ¡estaba detenido en Madrid! y por cuya temporal liberación el juez preguntó a Gutiérrez Mellado), apoyados por ¡una camioneta militar! y varios parientes y vecinos del pueblo, los cuales testimoniaron la visita a la casa de un tal “Sanguino” mientras esperaban a sus víctimas (José Fernández Sanguino era médico y, junto con su hijo Manuel, amigo de Damián, se sospechaba eran masones). Con el paso del tiempo algunos de los implicaron se desdijeron.

Pues bien, en 1940, el General Yagüe, con su prestigio y el ser Ministro del Aire, fue de los que más porfió en que se resolvieran las más que razonables dudas que rodeaban el escandalosísimo caso. Personalmente llamó a su despacho a colaboradores de Gutiérrez Mellado durante su etapa de quintacolumnista, tal que el Alférez Antonio Rodríguez Huerta, verdadero fundador e impulsor del grupo que acabaría liderando Mellado. Rodríguez Huerta le dijo a Villamea en una entrevista: “… el General tenía un  gran interés en saber lo que había sucedido para que el Servicio se hubiera  ocupado  de una manera tan directa en la recuperación de joyas; también le interesaba, lo recuerdo perfectamente, conocer el alcance de las actividades del SIPM en acciones auténticamente espectaculares, y, sin embargo, también en grandes fracasos, por ejemplo, con lo sucedido en Canarias con las valijas de García Atadell, que fueron a parar a un Consulado y de lo más importante nunca más se supo”. Huerta también dijo, en relación con de invalidez de los certificados (los del SIPM se habían expedido gran profusión y se había podido comprobar que, al ser presentados como justificantes de conductas para la depuración, en algunos casos, no se ajustaban a la realidad de las actuaciones y que, ante la imposibilidad de revisarlos todos, se cursó la orden de no admitirlos bajo ningún concepto): “expliqué al general lo de mi certificado del SIPM (y) mi sorpresa fue que estaba absolutamente enterado de todo”.

Hay que tener en cuenta que entre los posibles implicados en el turbio y sangriento asunto había militares muy significados (Teniente Coronel Francisco Bonell Huici, Comandante Cristino Torres García, Capitán Pedro Fernández Amigó, Capitán Gutiérrez Mellado, y algunos más, con los que Gabaldón tenía serias diferencias). Bonell propuso para la MMI a Gutiérrez Mellado. Incluso Arias Navarro, entonces jurídico adscrito al servicio de información y policía militar, estuvo ligeramente envuelto en ello.

La ¿casualmente coincidente? defenestración de Yagüe prácticamente cerró el “Caso Gabaldón” para siempre.

 

68 aniversario del fusilamiento de Las Trece Rosas.

El 27 de julio, Isaac Gabaldón, comandante de la Guardia Civil, inspector de policía militar de la 1ª Región Militar y encargado del "Archivo de Masonería y Comunismo" (archivo que agrupaba los documentos recopilados por las tropas de Franco en su avance durante la guerra), su hija y su chófer fueron asesinados en Talavera de la Reina, en un oscuro incidente del que fueron acusados tres militantes de las JSU. Como represalia, 56 jóvenes de las JSU encarcelados (en su mayor parte antes del asesinato), entre los que se encontraban las Trece Rosas, fueron llevados a juicio ante un Tribunal Militar el 3 de agosto (expediente 30.426), acusados de reorganizar las JSU y el PCE para cometer actos delictivos contra el "orden social y jurídico de la nueva España", y condenados, por "adhesión a la rebelión", a pena de muerte. En la madrugada del 5 de agosto de 1939, junto a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid, fueron fusilados los 56 miembros de las Juventudes Socialistas Unificadas, entre los que se encontraban las Trece Rosas.

Para Ismael Medina

Sí... sí... él es. Él es el traidor...pero debemos obrar con cautela”. La frase, referida a Arias, la pronunció Franco,  primero dubitativo y luego desconcertado y algo pasivo, después que el ex ministro Utrera Molina le trajera unas grabaciones magnetofónicas en las que se oía al Presidente del Gobierno Arias Navarro decir: “¡Franco es un viejo! Y aquí no hay más cojones que los míos” (http://es.wikiquote.org/wiki/Francisco_Franco).

La gran incógnita, todavía sin despejar, es la de qué mano oculta aconsejó a Suárez y al monarca poner la política de Defensa en manos de un personaje tan dudoso y controvertido como Gutiérrez, quien, por cierto, y también a instancias del monarca y de Suárez, llevó consigo como colaboradora de confianza a Carmen Díez de Rivera cuya vinculación comunista era de sobra conocida. Hubo de prescindir de ella tiempo más tarde. Se dijo que como consecuencia de un informe de la CIA que la vinculaba con el KGB y que de alguna manera alcanzaba también a Gutiérrez.

Ismael Medina, Vistazo a la Prensa, Firmas Invitadas, Nº 442 del 19/08/2010.

Ricardo de la Cierva en "Secretos de la Historia" Pag. 210, Editorial Fénix, Madrid 2003: (según la propia Carmen Díez de Ribera) "Suárez (nov. 1976) recibió un importantísimo informe del Alto Estado Mayor ...que envolvía a Carmen en graves sospechas sobre sus convicciones marxistas, que eran ciertas ... Carmen había demostrado ya una peligrosísima proximidad a la KGB... El 28 de mayo de 1977 la prensa publicó que Carmen se encontraba en arresto domiciliario por haberse descubierto que era una espía de Alemania comunista ..."

Sobre Arias:

Dice Blas Piñas (escrito para la historia): Arias era el secretario privado de Azaña en la anteguerra.

Franco se confiesa con Utrera. Muerto Carrero Blanco, Carlos Arias Navarro, el fiscal de triste memoria en Málaga, jura el cargo de presidente del Gobierno, en el que Utrera Molina desaparece de la cartera de Vivienda para convertirse en el hombre del partido de este Gabinete. Como ministro en la Secretaría General del Movimiento, el político malagueño trata, en no pocos desencuentros con Arias, de preservar las esencias espirituales del franquismo, que ve peligrar a marchas forzadas para dolor y miseria de su Caudillo. El dictador, que empieza a ver fantasmas y nuevos masones hasta en los asientos del Consejo de Ministros, elige a Utrera como el confesor de sus secretos. “El otro de los ministros con el que Franco mantenía un estrecho contacto, aparte de Arias, era Utrera, con quien pronto estableció una relación fraternal”, escribe Paul Preston en Franco. El ministro del Movimiento, haciendo honor a su cargo, le comenta al octogenario general que está en sus planes hacer el rearme ideológico. Franco le contesta que en ocasiones han incurrido en el error de “bajar la guardia” y eso es lo que sospecha cuando Arias Navarro, influenciado por los ministros más aperturitas, que ya ven extinguido el ciclo de la dictadura, anuncia el “espíritu del 12 de febrero”. Sobre el asunto comenta Preston: “Franco, profundamente alarmado por la explicación que le dio, dijo que ‘si el régimen permite que se ataque a su sustancial doctrina y sus servidores no aciertan a defender lo fundamental, habrá que pensar en una cobarde voluntad de suicidio”.

Arias, con sus miedos y zozobras reflejados en un rostro triste y huidizo, quiere por un lado encarnar un ficticio espíritu de apertura; y por otra parte, se muestra implacable, más aún, que es decir, a la derecha del dictador. A finales de enero, Arias quiere expulsar de España a Monseñor Añoveros, el obispo de Bilbao, por defender en sus homilías los derechos de las minorías nacionalistas. Franco tiene que frenar la medida porque teme que, si se llega a ese punto, la Iglesia puede excomulgar a su primer ministro. Utrera es el que mantiene informado a Franco de todos los movimientos de Arias, a quien el malagueño le tiene declarada la guerra partidista con el apoyo de Girón y lo que más tarde se conocerá como el gironazo, aunque al ministro malagueño le molestan los modos y las formas del camarada más veterano. Después de una bronca telefónica entre Arias y su ministro, cuenta Paul Preston la reacción del ministro del Movimiento: “Utrera llevó a Franco documentos que revelaban los planes de Arias para disolver el Movimiento y grabaciones de Arias diciendo que ‘Franco es un viejo’ y ‘aquí no más cojones que los míos’. Cuando Utrera le dijo ‘Arias es un traidor’, Franco se echó a llorar y sólo replicó: ‘Sí, sí, Arias es el traidor pero, pero que no se entere nadie. Hay que obrar con cautela’. La medicación de la enfermedad de Parkinson le había convertido en un hombre temeroso”. En este año del Watergate y la caída de Richard Nixon, los micrófonos, los confidentes, los dimes y diretes, la mala leche de unos contra otros, andan ya por El Pardo y los ministerios como Perico por su casa. La agonía del general entra en su recta final.  http://www.transicionandaluza.es/cronicas.php?id_prov=7&ano=1974

Véase el libro de Carlos Fonseca: Las 13 rosas rojas


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com