VICTORIA

 

Por Ramón de Tolosa

En este 1 de abril de 1975 conmemoramos los españoles -al menos los que seguimos siendo fieles al espíritu del 18 de Julio, el único válido para nosotros- el 36 aniversario de la Victoria de las armas nacionales sobre el «vencido y derrotado Ejército rojo» -no «republicano», como «ahora» tantos le apellidan-, con lo que la Guerra de Liberación quedó conclusa y una nueva era de paz quedó abierta para la Patria.

Un año más en la celebración, en la firmeza y en la esperanza, no en la estéril nostalgia, ni en el triunfalismo inoperante de los cucos o de los satisfechos por oficio. Un año más en la fe y en la voluntad absoluta y permanente de seguir siendo fieles a la doctrina que dio vida a la Cruzada, a los Principios irreversibles del Movimiento Nacional, clave, guía y fundamento del nuevo Estado de derecho que enmarca la realidad constitucional del país.

Una rememoración en este tiempo de cobardías, de enanos y traidores, en la cual queremos sacar al aire las banderas de la fidelidad, de la lealtad y del honor. Banderas que siguen sin conocer el desánimo, la claudicación, la fácil demagogia o el cobarde oportunismo, y que, enhiestas, mantienen el norte, la guía, de las generaciones que combatieron, y aquellas otras que las han sucedido en el correr histórico de España.

Es una vez más la fecha de la recordación de los que cayeron, arma al brazo y en lo alto las estrellas, a lo largo y ancho de la geografía patria; de aquellos que murieron por Cristo y por España en las cárceles y chekas, que hoy también tantos tratan de encerrar su recuerdo en el desván de los más vergonzosos olvidos.

Una fecha histórica que nos obliga a mantener la guardia e impedir que el tremendo sacrificio de tantos miles de españoles, que con su heroísmo o su trabajo impidieron que no se consumase el suicidio histórico de nuestro pueblo, quede en la más baldía de las epopeyas, en razón a los contubernios, a la acción, violenta o no, de los eternos enemigos que con complicidades de todos conocidas, tratan de hacer retornar a España a los caminos de la disgregación, el odio, el subdesarrollo y la anarquía, al no ser, en definitiva, de la Patria.

Una victoria que ha de renacer todos los años con la fuerza del primer día, porque fue una victoria para todos los españoles sin discriminación alguna: para los vencedores y para los vencidos, porque era la victoria que los hombres del Movimiento queríamos hiciese posible la realidad de una doctrina generosa que se basa en la unidad entre los hombres, las clases y las tierras de España; que desea el triunfo de la justicia social, la más exacta y cristiana dignidad de la persof1a humana, la más amplia libertad y el logro del más completo bienestar y desarrollo de todo orden para quienes componen la gran colectividad nacional.

Y en esta fecha, también, a la par que ratificamos nuestra postura al servicio irrenunciable de la Patria, queremos señalar, una vez más, los peligros que se derivan de esa acción tenaz, subversiva y enmascarada, cuando no abierta y militante, de quienes, traicionando sus juramentos, sus íntimas convicciones, tratan de conculcar, precisamente, ese ideario, esa Victoria, y dar paso nuevamente a situaciones felizmente superadas de disgregación, anarquía, enfrentamiento clasista, dentro de un renovado afán de llevar a España por derroteros nefastos de partitocracia y liberalismo, cuando no de declarado marxismo.

Es decir, volver a una España rota, enfrentada, subdesarrollada e injusta socialmente. Una España que en modo alguno podemos admitir, aun cuando el enemigo exterior e interior se esfuerce cotidiana mente en ello. y para esto, una vez más también, quisiéramos invitar, en auténtico servicio, al pueblo español al reforzamiento a ultranza de la unidad entre los hombres que siguen fieles al ideario joseantoniano, a las más puras esencias del tradicionalismo, para que, dejando inútiles rencillas, personalismos suicidas y apetencias insignificantes, sientan 1a llamada de la Patria y marchemos unidos hacia el mañana que, como decía la vieja canción, «nos promete Patria, justicia y pan».

® Fuerza Nueva. 29 de Marzo de 1975. Num. 429


© Generalísimo Francisco Franco. 1 de Abril de 2.005.-


ANTERIOR