TRAICIÓN

 

Editorial.

CUANDO los soldados nacionales. al mando del Caudillo Franco, entraban, como fin de la Cruzada de Liberación, por las calles del hasta entonces Madrid rojo, ahora hace treinta y siete años, bien ajenos estaban en aquel momento -estábamos- de que nosotros o nuestros hijos, al cabo de estos años, volveríamos a ver por estas mismas calles, liberadas con la sangre de nuestros mejores, con el sacrificio de todos los españoles, al mismo enemigo desfilando con sus emblemas y banderas, con sus puños cerrados, con sus gritos de odio y de traición, no en razón de una victoria adversa en una hipotética nueva contienda fratricida, sino en virtud de la acción complaciente de muchos de los que entonces se ufanaban de la Victoria y después se sirvieron de ella para medrar y alcanzar honores, riquezas y puestos de prebenda.

Porque esto es lo que está sucediendo al amparo de esos que se han olvidado de sus juramentos y de sus deberes para con la Patria, con cuanto representa el mandato de nuestros muertos. Y con ellos sus hijos, a los que no han sabido educar en el culto a la verdadera política, en el legado respetuoso y firme de unos ideales que han sido la base de nuestro desarrollo y paz a lo largo de casi cuarenta años de vida española, y que hoy son los integrantes de esas minorías traidoras que hacen el juego a las dos grandes Internacionales que mueven los hilos del mundo: la Internacional capitalista y la Internacional marxista.

Sabemos que la palabra "traición" encierra una calificación grave, terrible diríamos, que conlleva en sí el descrédito social, el desprecio unánime y la repulsa de los hombres de bien, ante quienes cae tal concepto denigratorio. Sabemos esto y muchas veces nos duele en lo profundo de nuestra alma, en lo más hondo de nuestro sentir como españoles, tener que calificar así a muchos de los que en tiempos fueron nuestros compañeros, nuestros camaradas, o a aquellos que, en razón de una fidelidad libremente aceptada, no han sabido mantenerla en el correr del tiempo, sin más razón aparente que su ansia de poder y su sentido de la oportunidad.

Jamás nos hubiese gustado. ni nunca pensamos tener que hacerla, que ahora tras treinta y siete años transcurridos bajo el mismo Estado, bajo las mismas instituciones fundadas por Francisco Franco con el consenso mayoritario de nuestro pueblo, tuviésemos que haber salido al palenque público, a las calles y plazas de la Patria, a desenmascarar y tildar con toda razón de traidores a tantas gentes, a tantos hombres que un día se vanagloriaron con nosotros de un triunfo nacional, de la Victoria en suma. Jamás pensamos que al paso de una sola generación, que nosotros creíamos crecería en el amor y la fe que dio vida al 18 de julio de 1936, nuestra juventud. los hombres y mujeres de España, hayan sido moldeados en gran parte, conculcados sus sagrados ideales, envenenados sus afanes de patriotismo, dignidad y servicio auténtico al pueblo, a la comunidad nacional de la cual todos formamos parte.

Momentos innegables de traición política y pública son los que en estas horas decisivas estamos atravesando. No de otra cosa se puede calificar cuando vemos tolerados los separatismos; los marxismos, consentidos; los criminales y subversivos. campando casi libres, cuando no beneficiándose de indultos suicidas. Cuando vemos tanta componenda, tanto entreguismo, tanta ingratitud, tanta cobardía personal y colectiva. Cuando vemos cómo se pretende hacer el clásico borrón y cuenta nueva. más que en su razón a un sentido de concordia. por razón de una triste ambición de poder o de una cobardía infinita. cuando no en obediencias tenebrosas e inconfesables.

Muchos han dicho últimamente que nos encontramos en la hora de los enanos. Es cierto, pero los enanos no tendrían poder, ni las ratas saldrían de las cloacas, si antes no tuviese carta pública de naturaleza la traición dentro de nosotros mismos.

Franco lo dijo: "El enemigo está dentro", pero no sería temible si sólo fuese aquel que ya combatimos y vencimos en ocasión pasada, frente a frente, cara a cara, por las ciudades y los campos de la Patria. El enemigo está dentro porque dentro está, cada día a mayor escala. la traición y el entreguismo más vergonzoso.

Sin embargo, pese a ello, la España nuestra. la España una, grande y libre, razón de ser de aquella Cruzada, de aquel "entrar en Madrid" hace treinta y siete años, sigue en pie, presta de nuevo al combate, con el ánimo tenso, el corazón firme, arma al brazo, buscando, con la fe puesta en Dios y la fidelidad al mandato de nuestros caídos, ese auténtico mañana de justicia social, de libertad, grandeza y honor para España y los españoles.

® Fuerza Nueva. 27 de Marzo de 1976. Num. 481


© Generalísimo Francisco Franco. 1 de Abril de 2.005.-


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