| En la tarde del 1º
                            de octubre de 1936, Franco firmó el decreto número
                            1 de su mandato, por el cual se organizaba el Ejército
                            Nacional en dos grandes regiones: la del Norte, al
                            mando del general Mola; la del Sur, que incluye la
                            provincia de Badajoz, a las órdenes del general
                            Queipo de Llano. | 
                          
                            
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                      Por esta ley
                      también se creaba la Junta Técnica del Estado como
                      organismo ejecutivo de la Administración, que
                      prescindiendo de un desarrollo burocrático innecesario,
                      respondiese a las características de autoridad, unidad,
                      rapidez y seriedad, tan esenciales para el
                      desenvolvimiento de las diversas actividades del país.
                      Presidía dicha junta el general Fidel Dávila Arrondo y
                      se componía de las siguientes comisiones. De
                      Hacienda, presidida por Andrés Amado y Reygondaud de
                      Villebardet, que tenía como misión el estudio y
                      preparación de los siguientes asuntos: divisas,
                      donativos, impuestos, contribuciones, bancos, Tesoro
                      Nacional, aduanas, timbre, presupuestos, cámaras de
                      compensación, aranceles, monopolios y operaciones de créditos
                      y gastos. De Justicia, presidida por José Cortés López, a la que competía
                      la proposición de aquellas normas que en el orden
                      procesal no tenían, en aquellos momentos, aplicación
                      tangible, así como la modificación o alteración de las
                      hasta entonces vigentes. De
                      Industria, Comercio y Abastos, para cuya presidencia
                      se designó a Joaquín Bau Nolla, a la que se encargaba el
                      estudio estadístico de las diversas actividades, mercancías
                      y provisiones existentes en las provincias ocupadas; régimen
                      de coordinación entre las mismas y auxilios que
                      necesitasen; fomento de las exportaciones y determinación
                      de las importaciones necesarias, así como arbitrar los
                      primeros medios necesarios para la subsistencia de las
                      industrias. De
                      Agricultura y Trabajo Agrícola, presidida por Eufemio
                      Olmedo, cuya función principal consistía en fijar las
                      normas indispensables para la continuación de las
                      actividades agrícolas y preparar la revalorización de
                      los productos de la tierra; establecimiento de patrimonios
                      familiares; cámaras agrícolas y mejora de la vida
                      campesina. De
                      Trabajo, de la que era presidente Alejandro Gallo
                      Artacho, cuya competencia se extendía a todo lo
                      relacionado con las bases vigentes y laudos de trabajo, y
                      el estudio de nuevas orientaciones que tendiesen al
                      bienestar obrero y a la colaboración de éste con los demás
                      elementos de la producción. De
                      Cultura y Enseñanza, presidida por José María Pemán
                      y Pemartín, que debía ocuparse de asegurar la
                      continuidad de la vida escolar y universitaria; de la
                      reorganización de los centros de enseñanza y del estudio
                      de las modificaciones necesarias para adaptar éstos a las
                      orientaciones del nuevo Estado. De
                      Obras Públicas y Comunicaciones, cuyo presidente fue
                      Mauro Serret, que tenía por misión asegurar la
                      continuación de las obras públicas en curso; emprender
                      otras nuevas donde fuesen indispensables; restablecer las
                      líneas de transportes de todas clases; organizar un
                      perfecto servicio de comunicaciones postales y telegráficas
                      en todo el territorio ocupado, así como el personal
                      necesario para estos servicios. 
                      Dichas
                      comisiones habían de ocuparse, además, de cuantos otros
                      asuntos no mencionados especialmente fuesen peculiares de
                      su general cometido. El presidente de la junta estaba
                      facultado para resolver los asuntos que se asignasen a las
                      respectivas comisiones; presidía sus reuniones parciales
                      o totales, pudiendo recabar la opinión de técnicos que
                      con carácter consultivo podían nombrarse en cualquier
                      momento; y, por último, estaba obligado a someter sus
                      dictámenes a la aprobación del jefe del Estado. En el
                      mismo decreto se creaba el cargo de gobernador
                      general, el cual tenía como cometido la inspección
                      de las provincias ocupadas y cuanto se refería a la
                      organización de su vida ciudadana, abastos, trabajo y
                      beneficencia, en estrecha relación con las autoridades de
                      las mismas y con los departamentos correspondientes de la
                      Junta Técnica del Estado. Se nombró para ocupar tal
                      cargo al general Francisco Fermoso Blanco, que lo desempeñó
                      hasta principios de noviembre de 1936, en que fue
                      reemplazado por el también general Luis Valdés
                      Cabanillas. Al mismo tiempo se creaba una Secretaría de Relaciones Exteriores, que tenía a su cargo las
                      relaciones diplomáticas y consulares con los demás países,
                      así como una Sección de Prensa y Propaganda. Y, por último,
                      una Secretaría
                      General del Estado, con personal especialista de las
                      materias que eran objeto de las distintas secciones de la
                      Junta Técnica y con un miembro destacado del Departamento
                      de Relaciones Exteriores, para cuyo destino se nombró a
                      Nicolás Franco Bahamonde. Dicha Junta Técnica fue
                      disuelta por ley de 30 de enero de 1938, en virtud de la
                      cual se organizó la Administración Central del Estado y
                      se constituyó el primer Gobierno de la zona Nacional. 
                      Franco instaló,
                      desde el 5 de octubre de 1936, su cuartel general en el
                      palacio episcopal de Salamanca, y nombró al general
                      Cabanellas inspector general del Ejército. 
                      En el palacio
                      de Anaya, el general Millán Astray y el escritor Ernesto
                      Giménez Caballero, montaron unos servicios de propaganda
                      que cumplieron satisfactoriamente su misión, pese a la
                      penuria de medios de que dispusieron. 
                      Logrado el
                      mando único, Franco ordenó al jefe del Ejército Norte,
                      general Mola, el avance sobre Madrid. 
                      
                      
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