FRANCO

 

Por George HILLS

 

De esto no puede caber duda: de que Franco jamás actuó sin la plena convicción de que actuaba en pro de España. Una de las muchas pruebas de ello es el tiempo que tardó en adherirse definitivamente a la conspiración que terminó en el Movimiento militar. No le fue fácil llegar a la convicción de que los perjuicios y daños de la guerra civil que él preveía, cuando los otros pensaban que se trataba únicamente de un pronunciamiento o golpe de Estado, serían inferiores a los que él creía que el Gobierno del Frente Popular de 1936 estaba causando e iba a causar.

Basó toda su política internacional sobre el principio de que era su deber no solamente proteger la integridad territorial de su país, sino engrandecerlo en el concierto de los países del mundo. Quien acepte que ése fue su principio fundamental verá que no hubo, como se ha dicho. inconsistencias en su actuación.

No fueron la Alemania de Hitler ni la Italia de Mussolini los primeros países a los que pidió ayuda en los primeros instantes de la guerra civil -ni fue la ayuda que recibió tan importante y menos sincera como para merecer mayor agradecimiento. No hubo Contradicción entre el haberle negado a Hitler paso libre por España y luego haber dejado salir de España a la División Azul; ni tampoco hubo contradicción entre su política hacia los países árabes y los Estados Unidos, etc.

Así también si se acepta que su único objetivo era el bien -tal como él lo veía- de España y que su credo político era esa sola cláusula. y no ninguna de las ideologías en boga durante su vida. entonces se verá que tampoco hubo contradicción en el hecho de que en este o aquel período aparentemente se halla incluido hacia este grupo incluido en el Movimiento, y luego en otro.

Ahora bien, no hay hombre en la historia política del mundo que no se haya equivocado, y que no haya cometido errores, como no lo hay que no haya acertado en algo. Dejando de lado toda consideración moral, no hay historiador, ni creo que lo habrá, que no considere políticamente errónea a largo, sino a corto plazo, la represión, o por lo menos el grado de duración de la represión, y otras cosas como, por ejemplo, el habérsele negado a los españoles los derechos fundamentales de libertad, de acceso a la información, a la participación lo más completa posible en los asuntos políticos, la libertad de asociarse, etc.

Pero en el momento de la muerte de cualquier grande figura de la política, lo que conviene a quienes le sobrevivimos es pura- mente lo que el señor cardenal Enrique y Tarancón ha dicho: la oración. la reflexión y la esperanza.

Hay caso tras caso en la Historia -y escribo aquí como historiador que considera que la única razón de la Historia es señalar los errores del pasado para que no los repitamos nosotros- cuando han quedado comprobadas las palabras de Shakespeare: «el mal que los hombres hacen les sobrevive; el bien suele enterrarse con sus restos».

El nivel cultural y económico del país hace aconsejable -por no decir más- un verdadero acto de reconciliación por parte del Poder, tal como lo sería una amnistía e indulto, un reconocimiento por parte de todos de los aciertos de Franco y un esfuerzo nacional e internacional que llegue a convertir «la paz de Franco» en aquélla verdadera paz, no totalmente desconocida en la historia, posible únicamente sobre las bases de la verdad, la justicia y libertad.

 

ABC. 21 de Noviembre de 1975


PÁGINA PRINCIPAL

ATRAS