¿Y LOS «OTROS» GOLPES?


 

Es maldad o es cerril ignorancia. En cualquier caso resulta impropio de quienes alardean de demócratas y de personas amantes de la cultura. Claro que aquí no hay cultura ni democracia. Y, desde luego, nada, absolutamente nada de los más elementales conocimientos históricos. De lo contrario no sacarían siempre a colación, al hablar de sublevaciones, alzamientos, pronunciamientos o levantamientos («golpes» en léxico cursi y soez de las guerrillas marxistas hispanoamericanas») todo aquello exclusivamente vinculado a «las derechas», a los «derechistas». También hay «golpistas» (otra vez la palabreja imbécil) en la acera de enfrente, en la marxista, izquierdista o liberal. Menos hablar e del 23-F y de los generales Primo de Rivera e y Sanjurjo, y no digamos de Franco y Mola, y más instrucción o más buena fe.

Desde 1815 a 1934, es decir, a lo largo de más de un siglo, los «golpistas» que no eran «carcas», «fachas» o «reaccionarios» superaron en cantidad de acciones violentas, contra la legalidad en cada momento respectivo vigente, a los militares y paisanos colaboradores adjetivados así.

Bajo la jefatura rebelde de los almirantes Topete y Méndez Núñez, de los generales a Lacy, Porlier, Mina, San Miguel, Torrijos, Quiroga, Espartero, Zurbano, O'Donnell, Serrano, Prim, Pierrad, Villacampa y otros muchos, y del comandante Riego y el sargento García, hubo innumerables «golpes democráticos» (unos victoriosos, otros fracasados y casi todos muy sangrientos, y aún feroces como la salvaje matanza de los oficiales y jefes del madrileño cuartel de Artillería de San Gil) a lo largo de los reinados de Fernando VII, Isabel II y Amadeo I, de la Primera República y de la Regencia de María Cristina de Habsburgo. Ello sin contar el «golpe» liberal, monárquico y borbónico del general Martínez Campos, que entronizó al joven Alfonso XII. Un «golpe» no exactamente de «derechas». Como tampoco tuvo en realidad este «oprobioso» matiz el tan cacareado del general Pavía, que disolvió las Cortes con un puñado de guardias civiles disparando tiros al aire y haciendo que los diputados huyesen saltando despavoridos por las ventanas bajas del alacio de la Carrera de San Jerónimo. Esto se hizo para salvar a Castelar, que no era precisamente de «derechas».

  En el transcurso de setenta y cinco años, dentro todo del siglo diecinueve, se produjeron más de cien «golpes» militares de carácter izquierdista, con apoyo de partidos políticos de ese matiz ideológico, contra el Estado de Derecho entonces imperan te. Uno de ellos echó por tierra el trono de los Borbones.

Después, en los bien llamados felices años veinte españoles, cuando Alfonso XIII vivía tranquilamente en Palacio y sus súbditos también vivían tranquilos en sus casas bajo el prudente y firme Gobierno del general Primo de Rivera, hubo, por inspiración de los políticos liberales desposeídos de las prebendas del Poder parlamentario y constitucional, una sublevación artillera en Ciudad Real y una intentona sediciosa en Valencia, con el conspirador demócrata José Sánchez Guerra entre bastidores. Desaparecida la Dictadura por voluntad personal del Monarca y vuelta España a los cauces democráticos surgieron en 1930 dos insurrecciones militares de izquierdas («golpes» en el argot de ahora). Las dos contra la Monarquía y a favor de la República. La más inesperada en Campamento y Cuatro Vientos (Madrid) con resultado incruento por fortuna. La otra en Jaca (Huesca) con muchos heridos y varios muertos, uno de ellos el general Las Heras, jefe de las tropas gubernamentales, caído en pleno combate frente a los rebeldes. Los cabecillas de éstos (capitán Galán y teniente García Hernández) fueron juzgados en Consejo de Guerra sumarísimo y pasados por las armas.

Finalmente, en octubre de 1934, con desprecio a la voluntad nacional, expresada libremente en las urnas electorales favorables abrumadoramente a las derechas, las izquierdas desencadenaron la revolución, ue sembró de muertos y ruinas los campos y las ciudades de Asturias durante más de un mes, y proclamaron, a través de la Generalidad (esa institución tan funesta siempre para España) la independencia de Cataluña, consecuencia lógica y natural del Estatuto. El doble «golpe» -marxista y separatista, con el PSOE en cabeza- estuvo asesorado, y en parte directamente ejecutado, por militares masones, marxistas y afines al separatismo. El número de curas y frailes martirizado s y fusilados por los «golpistas» horrorizó a la opinión pública. Todo porque las derechas habían ganado limpiamente unas elecciones generales y se disponían a gobernar legítimamente en coalición con los republicanos radicales de Lerroux.

Como verá el lector hay en la Historia de España muchos más «golpes» que los que andan en plumas y bocas de incalificables periodistas y políticos.

 

Fuerza Nueva. Nº 797 Del 17 al 24 de abril de 1982.

 


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