¿TRAICIÓN A FRANCO O AL REY


 

Algunas conclusiones parecen ya definitivas respecto al 23-F: que existen distintas formas de entender la democracia, la libertad, el honor. la cobardía o el servicio a la patria, pero al final sólo tendrán razón los que ganen.

Leyendo a diario los incidentes del proceso, es imposible evitar el recuerdo de aquel otro juicio que, a finales de marzo de 1976, tuvo lugar en Hoyo de Manzanares cuando un grupo de resentidos, que había renegado de todo para atentar contra la paz entonces reinante y la unidad del Ejército, pretendían dividir a éste, democratizándole.

Tan seguros estaban de que sus elementos más peligrosos no habían sido descubiertos y lograrían implantar al fin el sistema democratizador, que tuvieron el cinismo de encararse con sus jueces afirmando que aquellos no tardarían en estar sentados en el lugar de los encausados y éstos en el de quienes les juzgaban.

Por lo pronto, Reinlein ya juzga y condena desde una columna de «Diario-16», pero lo demás es sólo cuestión de tiempo. ¿O es que no era lo más difícil convertir en democracia institucionalizada y en el poder a la que hasta hace nada era una democracia subversiva e ilegal? Entre una y otra no media tanto tiempo. Justo el de ocultar el brillo inoportuno de una Medalla Militar entre los pasadores de otras condecoraciones, hasta ahora desdeñadas por el desnivel de la comparación, o el de quitarse una comprometedora Cruz de Hierro, el distintivo de divisionario, o bien el emblema que durante veinte años se llevó sobre el pecho de una guerrera, acreditando otros tantos de permanencia en la Casa Militar del Generalísimo. Vamos, el tiempo justo de preguntarse si fingían antes por ambición o es ahora cuando fingen por cobardía.

Claro que no todo ha cambiado. Por  fortuna existen convicciones más permanentes, como sucede con la lealtad de Armada a la Corona. Desde aquella primera actuación de la Monarquía, el 27 de noviembre de 1975, pueden verse fotografías en las que siempre está Armada detrás del Rey, al fondo de la escena.

Esto hace más lamentable la actitud torpe o malintencionada que, exceptuando el diario «Ya» o algún otro medio informativo, mantiene cierto sector de prensa, aparentando falsamente una necesidad de exculpar al general Alfonso Armada, cuando con tal actitud, lejos de conseguirlo ante la opinión pública, parecen pretender lo contrario.

El gobierno, por su parte, sigue obcecado prefiriendo ignorar cuál es verdaderamente la opinión del Ejército.

 

Victoria MARCO LINARES

Fuerza Nueva. Nº 793. Del 20 al 27 de marzo de 1982.


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