Sesión final


SIN PELOS EN LA LENGUA


Estaba cantado. Claver «enmudecería» en el acto final del drama de Campamento. La «gratitud» cierra bocas cuando se hace preciso sellar oportunidades antes de caer el telón, para que no pudieran intervenir las defensas en última instancia. El banquero-ministro todo lo previene: El toma y daca, como cabe en una mente cuadriculada y matemática. Desde las tinieblas, desde las infinitas mirillas del poder oculto, los ojos siempre abiertos, los oídos en permanente escucha, BIG BROTHER acecha. Ya estamos en el «1984» de Orwell. Ni siquiera la más calenturienta fantasía hubiera imaginado semejante desenlace. Es decir, nadie hubiera creído que tuviera que alzarse el telón. El siglo XIX quedaba muy atrás. López Montero demostró en su defensa que cuando el siglo nefasto se ha querido reponer en los escenarios políticos de España, nos metemos de cabeza en la revolución. Y se hace necesario el argumento de las espadas. Por si no fuera suficiente argumento el de López Montero, tengo en mis manos los cuarenta y tres folios de la defensa de De Meer, la «conferencia política» en palabras del presidente del Tribunal: Todas las razones supremas asistían a los hombres del 23- F, para hacer lo que intentaron y no les dejaron culminar por el abandono y la inhibición de tantos que estaban tan obligados y comprometidos como ellos a acudir en la defensa de la Patria amenazada, y a última hora, inexplicablemente, embridaron su corazón y sus impulsos...

Tejero pronunció ya su sentencia. Detrás, el público aplaudiendo.
La herida de Tejero, abandonado, descubierto el engaño en aquellas largas y mortales horas de espera en el Congreso, sólo asistido y aliviado por el testimonio entrañable y generoso de su amigo Camilo, y el gesto, nobilísimo, de Pardo Zancada y sus oficiales, de compartir su suerte, ha sangrado por última vez en la Sala de Campamento, antes de abandonarla, entre aplausos y vítores: «Quiero que mis últimas palabras sean para manifestar a GRAN PARTE DE LOS MANDOS DEL EJERCITO mi más profundo desprecio por su entreguismo, su cobardía y su traición a la Patria». Sin pelos en la lengua.

El «Tribunal Popular», la prensa pesebrista, se ha rasgado las vestiduras ante la merecida y pública acusación; los que serian de buen grado «los calceteros» de la revolución, los mismos que a no tardar mucho tendrán oportunidad de ver sentados en el banquillo a los que hoy se sientan en el Tribunal y a los otros, tan pronto gane el marxismo en las generales que llaman ya a la puerta, como ha ganado en Andalucía, «se duelen» porque puedan sentirse agraviados los destinatarios del amargo alegato final de Tejero.

«YO YA NO PUEDO VOLVERME ATRÁS»

Estos que escriben en «El País» y «Diario 16», o en el liberal «ABC», no pueden entender que el patriotismo no es la aldeana vinculación local a la tierra natal que preconiza el telúrico Estado de las Autonomías, rompiendo los lazos profundos con la Patria común, en un separatismo anárquico y disgregador con pujos e intenciones de independentismo. En la maravillosa defensa de De Meer (foto) resulta clarísimo que los Ejércitos de España están más obligados que nadie por el sagrado depósito de defender a la Patria en derecho exclusivo que les ata por juramento, por cumplimiento del deber, que es el concepto que prima sobre otros en la escala de valores del joven oficial, grabado a sangre y a fuego en su alma, desde que pisa una academia militar.

Detalla De Meer los deberes para con la Patria, en sentido general que están basados en la Ley natural, «muy por encima de la Ley Positiva en que se fundan los demás deberes» y alude a San Agustín: «Los deberes para con la Patria no cesan nunca, como tampoco cesa su «patria potestad». Es evidente que el hijo de Santa Mónica no contó con Pilar Urbano. 

Es interesante el párrafo que dedica De Meer en su defensa de Dusmet a los que esperan a «verlas venir» sin decidirse: «La indiferencia es, quizá, el mayor pecado, y el más común con relación a la Patria, pues es grande el número de tibios, indecisos y cobardes en tiempos de decadencia de una Civilización, como dice Spengler. Ya en la Grecia clásica, nos dice Plutarco, que Solón dispuso en una Ley que fuese declarado INFAME el que, en una sedición, no hubiese pertenecido a alguno de los bandos en lucha, Era su objeto castigar a los indiferentes a la cosa pública, a los que AGAZAPADOS esperan a ver quién vence»... Oportuna aclaración que explica por sí sola muchas claves del 23-F, misteriosos cambios...» yo ya no puedo volverme atrás...».

«Pero existe -dice- un «servicio extraordinario» que la Patria exige en los momentos graves cuando peligra su existencia»... La ruptura, por tanto, de la unidad de la Patria y otras circunstancias coadyuvantes de ruina, paro, terrorismo, crisis de valores, provocaron un estado de necesidad» que generó una reacción por parte de quienes están obligados en primera instancia a la defensa a ultranza de esos valores seriamente amenazados; máxime cuando estaban persuadidos de que el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas deseaba y amparaba esta reacción en orden a un «golpe de timón», a una «reconducción»...

Aquí tiene un papel importante la obediencia jerárquica «haciendo IRRELEVANTE el conocimiento que el inferior pueda tener del carácter antijuridico» del acto perpetrado en virtud de esa obediencia jerárquica. Esto explica perfectamente el por qué de que todos los implicados obedecieran, sin inquirir, las órdenes de sus superiores, movidos por los imperativos de conciencia, honor, obediencia debida, patriotismo, «estado de necesidad», sin plantearse conflicto entre deberes en la defensa de unos valores que tienen siempre la prelación de la defensa de la Patria. «Cuando el militar se encuentre solicitado a actuar en virtud de un deber de patriotismo, lo deberá hacer sin vacilar, ignorando todo -otro tipo de deber. Entre la defensa de lo eterno de la Patria y lo mudable de sus instituciones no puede dar lugar a vacilaciones legalistas»... y eso es lo que hicieron desde Miláns del Bosch, creyendo recibir órdenes «indirectas» hasta el último teniente, hasta el último soldado, hasta el último guardia civil.

MUTIS HISTÓRICO

Abandonado y descubierto el engaño en aquellas largas y mortales horas de espera en el Congreso, sólo aliviadas por el testimonio entrañable y generoso de su amigo Camilo.
Si a lo largo de las 47 sesiones del juicio en los testimonios orales de los encausados estas normas se pusieron de manifiesto más en el espíritu que en la letra, interpretada en circunstancias extremas como dicta la escala suprema de valores de la Milicia, la grandeza de estos sentimientos y la obediencia a leyes no escritas e inquebrantables de la conciencia, inherentes a la vida castrense y de tanto arraigo como el código del honor militar que son las Ordenanzas, ha trascendido de cada uno de los alegatos que han pronunciado con tono solemne y emocionado en el último mutis histórico en la escena de Campamento, los protagonistas del hecho más importante acaecido en España desde el 18 de julio de 1936: Ha sido el epílogo digno de unos HOMBRES que se rigen por un código moral que se resume en tres palabras: DEBER, HONOR Y PATRIA, supremos valores a los que el milite lo sacrifica todo, hasta dar la vida por ellos.

  • «...Entre la defensa de lo eterno de la Patria y lo mudable de sus Instituciones, no puede dar lugar a vacilaciones legalistas.» (Carlos de Meer).
  • «A principios de 1981, como ahora mismo, la situación de España la estimaban muchos españoles, y muy especialmente los que vestimos uniforme, como muy grave, casi situación límite ...» (Tte. Gral. Miláns del Bosch).
  • «Fui al Congreso sin que nadie me engañara y sin engañar yo a nadie y sabiendo muy bien lo que arriesgaba física y procesalmente.» (Capitán de Navío Camilo Menéndez).

He llorado, sí, leyendo cada una de estas impresionantes confesiones por amor a España, de esa España amada con amor de perfección cuando menos gustan, cuando cae en manos de desaprensivos, de truhanes, que la destrozan y la sumen en la ruina, el deshonor y el caos, poniéndola a la cola de las naciones de Occidente, sometida a la tiranía partitocrática que obedece a intereses de partidos, ignorando los supremos intereses de la Patria porque así conviene a los ocultos fines de las internacionales. De esas garras quisieron arrancarla los hombres del 23-F, para devolverle el esplendor que conoció bajo el régimen del Generalísimo Franco que sacrificó su vida entera para darle a España su antiguo puesto señero y digno en el concierto de naciones del Occidente cristiano, La revancha, el odio, que propició «el cambio», diseñado y elaborado en las covachuelas de poder «esotérico» de Munich (1962), consintió con permisividad suicida un federalismo camuflado en una Constitución deliberadamente redactada con ambigüedad, de tal forma que según el testimonio vivencial de De Meer (en la defensa de Dusmet), que actualmente manda el Grupo Ligero de Caballería con sede en Vitoria «si se prosigue con la política actual, en el plazo de media generación, aquello será tan «distante y distinto» en mentalidad a España, como lo es ahora Portugal, que fue parte de esta España peninsular, durante los reinados de Felipe II, Felipe III y Felipe IV».

Esta política es tan peligrosa para la unidad de España «que el departamento de Estado USA en sus documentos considera a las Canarias como un territorio puramente africano, ignorando su españolía», lo que nos llevaría a incalculables consecuencias... «Hoy mismo Inglaterra reclama a la ONU en documentos oficiales que obligue a España a terminar su proceso descolonizador, «liberando» Ceuta, Melilla, Baleares y Canarias»... 

Estas situaciones extremas fueron las que llevaron a los hombres del 23-F por su apasionado amor a España y su obligación sagrada de defenderla de sus depredadores, a tratar de reconducir, máxime cuando se creía firmemente que el primero que en pura lógica «debería» desearlo vivamente, por los testimonios creíbles de su «vicario», era el mismo Rey de España, que así reafirmaría «de facto» el poder arbitral y «reconductor» que en teoría se confiere a la Corona, a la que se le arrebataron todos los poderes heredados intactos del régimen del Caudillo Franco. Tan indispensable como el «golpe de timón» en la Iglesia invadida de tinieblas, -como ha demostrado el Primado de España en el Club Siglo XXI- se hacía una clarificación de rumbos en la nave del Estado a la deriva. En ello es- tuvieron, dando un paso al frente, esta treintena de militares con honor que ya son Historia de la grande. ¿Por qué «otros», en la cúspide del mando, «ya no pudieron volverse atrás», o se inhibieron, o esperaron a «verlas venir» para subirse al carro del vencedor?... Entre tanto, los hombres del 23-F han comido el pan amargo del «entreguismo, la cobardía y la traición a la Patria»... La Historia, además del Alto Tribunal de Dios, les juzgará.


PALABRAS QUE PARECEN
SENTENCIAS

He aquí fragmentos de sus impresionantes testimonios en el acto final:

TENIENTE GENERAL MILANS DEL BOSCH: «A principios de 1981, como ahora mismo, la situación de España la estimaban muchos españoles, y muy especialmente los que vestimos uniforme, como muy grave, casi «situación límite», a partir de la cual se empiezan a alcanzar «cotas» de desastre irreversibles: el problema de las autonomías, la crisis económica y la crisis de valores morales son los hitos que -a mi entender- marcan la frontera de lo tolerable»... «Para mí -y pienso que para muchos compatriotas- la situación de España era en esas fechas -y lo sigue siendo hoy- incluso más grave que en 1936, y en esa creencia actué en 1981, movido por los mismos ideales y el mismo amor a España, que en 1936 me llevó a actuar como lo hice, junto con la. inmensa mayoría de nuestro Ejército»... No se trataba -dice más adelante- «de participar o no en luchas políticas»; se trataba de que el Ejercito debía intervenir «en los grandes planteamientos de la Política con mayúsculas». Se trataba «de interpretar el sentido del cometido que el propio art. 8 de la Constitución señala a las Fuerzas Armadas de VELAR POR LA SAGRADA UNIDAD DE LA PATRIA Y SU INTEGRIDAD»... «En la certeza moral de que: esos hechos y mi conducta estaban respaldados, por la más Alta Magistratura»...

«Yo no sé si a la hora de la verdad SE VACILO O SE JUGO CON DOS BARAJAS pero lo cierto es que ni se secundaron las acciones NI SE AFRONTARON LAS RESPONSABILIDADES INHERENTES A CADA UNO»... «... es por lo que considero un sagrado deber afrontar personalmente toda responsabilidad, relevando de toda culpa a los que por obediencia; por convicción, dignidad, patriotismo y compañerismo, intervinieron en los hechos. También quisiera -por amor al uniforme que visto- asumir toda aquella que pudiera corresponder a los que por cualquier otra causa no han sabido o no han querido hacerse responsables de sus actos, junto con mi mayor desprecio para ellos...» El teniente general Miláns del Bosch, terminó su hermoso alegato que «ante las mismas circunstancias y supuestos, y con las mismas convicciones que tuve en febrero de 1981 volvería a actuar -sin dudarlo- de la misma manera que lo hice entonces»...

GENERAL TORRES ROJAS: «Durante mis cuarenta y cinco años de servicios a la Patria, he puesto todo mi corazón y voluntad en ser un soldado, dedicado exclusiva y constantemente al servicio de las Armas. Un: soldado forjado en las normas del honor; y tradiciones de nuestros gloriosos Ejércitos, en el cumplimiento de las Reales Ordenanzas y en los principios de un profundo. amor a Dios, a España y a la familia»... «En cuanto a mi participación en los hechos del 23 de febrero, mi conciencia está tranquila y como ya expuse en mi primera declaración, siempre obré en la creencia de cumplir órdenes que emanaban del Mando Supremo de las FAS, por el bien de España y con toda lealtad a S.M. el Rey»...

CAPITÁN DE NAVÍO CAMILO MENÉNDEZ VIVES: El gran amigo» agradece a su defensor y a su hermano Ángel el interés con que han trabajado en su defensa. «Naturalmente no puedo hablar en nombre de toda la Marina, pero quiero decir que así como la Marina oficial me ha tratado: muy duramente, la Marina real me ha tratado con mucho cariño»... Esta gran persona que es Camilo Menéndez Vives recuerda que se presentó voluntario a los dieciséis años en el Tercio de Requetés de «San Marcial» en la Guerra de Liberación; y desde entonces, cuarenta y cinco años plenos de servicios a España. Se ratifica en su declaración: «Fui al Congreso sin que nadie me engañara y sin engañar yo a nadie, y sabiendo muy bien lo que arriesgaba física y procesalmente. Fui por compañerismo con mi amigo Antonio Tejero y por cariño a la Guardia Civil» y dedica a Tejero sus más encendidos elogios: «una gran persona, un gran patriota y un hombre tranquilo y sin nervios» (exactamente lo contrario que proclama el «tribunal popular»). y recuerda que allí en esos momentos, se encuentran por obra del destino cuatro compañeros de curso de Escuela de Guerra Naval, uno de ellos «el presidente del tribunal», otro codefensor, De Santiago, Miláns del Bosch y él mismo, procesados. Se refiere al «pacto del capó» como una burda sustitución de otro, sin firmas y sin validez, y termina: «la victoria pertenece a Dios, pero a nosotros nos corresponde la gracia del combate repitiendo la frase que decían en la guerra los requetés «cuya Monarquía es la única que siento»...

CORONEL SAN MARTIN: En su testimonio hace tres o cuatro aclaraciones sumamente interesantes: El 6 de noviembre de 1980 el general jefe de la División entregaba en mano al Capitán General de la I Región Militar un informe en el que decía entre comillas que «los cuadros de mando de la División Acorazada creían que el Ejército, ante la ola de terrorismo debía intervenir» a la vez que solicitaban del Capitán General que acogiera favorablemente tal opinión, «que comparte el mando de la División». Posteriormente el 18 del mismo mes y con ocasión de una audiencia del Rey a San Martín, éste fue animado por el ayudante de campo de S.M y asimismo por el Capitán General de la I Región, que procuró ponerse al habla conmigo, antes de la audiencia, para rogarme, como así me lo indicó posteriormente, que dijera al soberano que «el Ejército estaba irritado».

Posteriormente -dice San Martín- el mismo ayudante de S.M. le dijo confidencialmente «que no desesperáramos porque pronto se resolvería la situación». Era un sentido «especulativo» el de aquel «mensaje» que reforzó equivocadamente el otro «encargo» que les fue transmitido por uno de los tenientes generales más prestigiosos del Ejército ¡Y que nunca miente! En el apartado 6 de su testimonio, se pregunta San Martín «si conocieron la operación personas que no han sido citadas claramente en los testimonios» y añade que tuvo una confidencia posterior de que sí la conocieron. Lo deja al arbitrio de las conciencias...» No me consolaría un posible indulto. Quiero, sencillamente, justicia. Confió en el Tribunal y nada temo de la justicia, ni nada espero del favor o de la clemencia»...

CORONEL IBÁÑEZ INGLES: El 2.º Jefe del Estado Mayor de Capitanía General el 23-F, después de reafirmar que si citó al Rey en sus declaraciones es por lo «que me aseguraron el teniente general Miláns del Bosch, quien nunca miente, y el general Armada, así como otros que vinieron a buscarme y me aconsejaron». «Dictar la sentencia -dice- que consideréis más justa; ahora bien, lo que ya no podéis borrar son las heridas que han quedado en mi alma y en mi mente y que condicionarán toda mi vida». Y terminó diciendo, emocionado, un ¡viva por siempre España!

CORONEL MANCHADO: Dijo que desde los 14 años en que ingresó en el Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil se educó y se formó en el más estricto estilo castrense y como hombre de la generación- puente tuvo como superiores a jefes y oficiales, héroes de Oviedo y del Alcázar, ejemplo y estímulo que le hacia sentir la gloria de la profesión elegida. «Nadie se identificó tanto con el pueblo como la Guardia Civil». Educado en esta escuela el 23-F, «una vez más era el guardia civil de tantos años el que prestaba un servicio». Manchado da una tremenda lección de decoro y fe con la sencillez que le caracteriza: «Espero y confió que Dios, cuando me presente ante El, no encuentre mis manos vacías».. .

COMANDANTE PARDO ZANCADA: Este comandante que anda en la admiración de las gentes de bien, fue sobrio, digno y escueto: «No vengo a pedir clemencia. Sólo pido -eso sí- que a la hora de juzgarme tengáis en cuenta los principios que imprimieron en mi alma los que fueran mis jefes y maestros, alguno de los cuales, miembro del Consejo, me está oyendo ahora. Creo haber sido consecuente con ellos, y quiero saber si han variado para decirlo a mis hijos, varios de los cuales quieren seguir la carrera de las Armas»... Este milite, poeta en sus entresijos, dice, más bien recita, como un artículo de fe: «seguiré soñando con el Ejército que quiero, para España y con la Patria que me ilusiona y en la que creo». Y finalmente declara que se siente muy orgulloso de sus capitanes.

LOS DEMÁS

De los capitanes sólo ejercieron algunos de ellos su derecho: Pérez de la Lastra dijo que el 23-F creyó que España y el Rey lo necesitaban «y me dispuse a hacer lo que estaba en mis manos». El capitán Abad pidió una vez más para los tenientes la absolución y «que tenia una gran paz de conciencia». Muñecas se reafirmó en que el 23-F creyó prestar un servicio a España» y eso no lo duda nunca en cumplirlo la Guardia Civil» y Pascual Gálvez, de la Acorazada, dijo que cumplió con el juramento que hizo al salir de la Academia de «ser leal a mis jefes y defender la integridad de España».

Los tenientes dieron también otra lección de honor, a pesar de haber sido discriminados respecto de los de la Acorazada. Izquierdo aseguró que estaba orgulloso «de encontrarme entre los procesados». Otros rehusaron su derecho. Ramos Rueda puso la pota de distensión en los solemnes y tensos momentos: «El 23-F tolo lo tenía muy claro.. Había qué hacer un servicio. ¿Dónde, cuándo?.. El 24 empezaron mis dudas,... Tenía ocho folios escritos...» y con esa ingenuidad aldeana que hizo las delicias del juicio en su testimonio oral, confiesa que su capitán le ha dicho que «callado estoy más guapo».

De los TRES SUPUESTOS CONJURADOS el capitán Gómez Iglesias rehusó también. Cortina sólo interviene para negar su participación, pero sobre todo para repetir como en disco rayado QUE EL CESID NO TUVO ARTE NI PARTE; y un Armada 1acónico: «Nada tengo que alegar, nada tengo que añadir, pero tampoco asumir responsabilidades de otros»... Comenta Pilar Urbano, maliciosa dejando en libertad la imaginación del lector para hacer suposiciones. «Armada perdió una ocasión magnífica de decir estas seis esperadas palabras: INTERPRETE MAL AL REY. ME EQUIVOQUE...» Pero lo cierto es que no las dijo.

JUAN GARCIA CARRES: El único civil encausado, se confesó enaltecido por haber estado sentado en el banquillo «junto a estos ilustres militares, cuyas biografías hablan por sí solas»... Después de explicar su calvario en este año de prisión, terminó diciendo: «La última palabra es la que ha informado e informará toda vida, la más hermosa de nuestra lengua y estoy seguro en la que todos coincidiremos. Con la venia, excelentísimo señor presidente, excelentísimos señores: ¡VIVA ESPAÑA!

CAE LENTAMENTE EL TELÓN

Pero antes una voz urgente, perentoria, que no podía resistir el acento acusador de un teniente coronel que fustiga a los mercaderes, a los «vividores», a los «resignados», a los «apaniagudos» oficiales... impone silencio... hay que callar los aplausos, los ¡bravos! de este mutis insólito: «Despejen la sala... me refiero a los alborotadores»... ha dicho nervioso el hombre que «entregó» el Sáhara... Los «alborotadores» eran varias señoras de los encausados entre ellas la de Camilo Menéndez Vives, y las hijas de Tejero, de Más Oliver, la nuera de Camilo y otros jóvenes familiares... No se les ha ahorrado ni la humillación de salir de la Sala a punta de metralleta... Alguien tendrá que escribir, un día, con el ánimo sereno y la pluma empapada de admiración, el drama de estas mujeres del 23-F, que hora tras hora de estos largos quince meses han vivido y luchado minuto a minuto contra la in- comprensión y los ataques más descarados y atroces por parte de la prensa, desde un Tribunal Popular que juzgaba sin misericordia a unos militares de honor que son Historia de España. Hasta el último momento se les ha negado todo. Una misa solicitada una semana antes a la Jefatura de Estado Mayor para ser celebrada en la capilla castrense de la calle de Marcenado, les fue denegada dos horas antes... Una misa para pedir que el Espíritu Santo ilumine al Tribunal del Consejo Supremo, para que la sentencia sea justa... Tuvieron que quedarse en la calle, ni siquiera en la puerta de la capilla, porque por «orden superior» se había prohibido la celebración. Los transeúntes que el martes transitaban por la calle de Marcenado vieron, asombrados, más de un centenar de familiares y amigos de los hombres del 23-F, rezando fervorosamente el rosario, dirigido por un sacerdote... El señor banquero-ministro está en todo; yeso que se le aseguró al general encargado de transmitir la petición que no habría homilía... Hay miedo, miedo, miedo... Desde las infinitas mirillas del poder oculto, las pupilas siempre alertas y vigilantes, BIB PROTHER acecha los movimientos de los cuarteles, la tensión de los cuartos de banderas...

EPILOGO

No soy adivina, pero confió más en la Justicia de Dios que en la de los hombres. Cualquiera que sea el desenlace, amigos entrañables del 23-F que creísteis en Espada y en su destino providencial y trascendente: LOS ESPAÑOLES TODOS ESTAMOS EN DEUDA CON VOSOTROS POR VUESTRO EJEMPLO, VUESTRO VALOR, VUESTRO PATRIOTISMO Y VUESTRO HONOR. HABÉIS DEMOSTRADO QUE EL EJERCITO DE FRANCO, EL QUE RESCATO A ESPAÑA DEL COMUNISMO, NO HA MUERTO. NADA MAS QUE POR ESO, GRACIAS. DIOS OS BENDIGA Y OS LO PREMIE Y A LOS «ENTREGUISTAS» SE LO DEMANDE...

 

Herminia C. de VILLENA

Fuerza Nueva. Nº 804 Del 5 al 12 de junio de 1982


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