LAS ÚLTIMAS HORAS DE LA VIDA DE DOÑA CARMEN


 

Como habían afirmado los Marqueses de Villaverde, en recientes entrevistas, nada hacía prever el fatal desenlace de su madre, Doña Carmen:  El día en que recibió el homenaje por su jubilación, el Marqués y su mujer comieron en casa de Doña Carmen, que se levantó de la cama. Ella sentía un gran afecto por su yerno, al que le dijo:

-         Cristóbal, te has puesto muy moreno. Estás muy guapo...

-         Estás muy guapa, Carmen ...

El viernes, visto que no existía peligro aparente y que la situación se había normalizado, después de despedirse de su suegra, el Marqués se fue en su coche a Granda, para esquiar:

 

-         Fue esta una de las pocas veces en que no fui acompañado ni de mi mujer ni de nadie de la familia. Así es, que descansé hasta las diez de la mañana del sábado. Ya había escuchado, entre sueños, varias llamadas de teléfono, pero como está lejos de mi dormitorio no fui hasta allí. Hasta que me dieron la triste noticia que, la verdad, me sorprendió dado el estado, insisto, en que la había dejado. Cogí el coche y vine conduciendo, un poco fuerte por cierto ya que solamente empleé cuatro horas en el trayecto que separa mis casas de Sierra Nevada y de Madrid.

Los primeros nietos en enterarse del fallecimiento, puesto que viven en casa de sus padres fueron Arancha y Jaime, que estaban visiblemente afectados, como el resto de sus hermanos.

 

-         Pero todos, absolutamente todos, estábamos tranquilos ...

 


MURIÓ SIN ENTERARSE


Rafael Ardid se encontraba cazando. Fue localizado y muy pronto se presentó en Hermanos Bécquer. Como toda la familia, el marido de Mariola, coincide en un punto muy importante:

 

-         La verdad es que ella no tenía ganas de vivir... Percibía todas las cosas, aunque no le hablásemos de ella y también las soslayase. Y quien pierde las ganas de vivir generalmente muere ...

 

El sacerdote que dijo la primera Misa, el sábado por la tarde, en la capilla ardiente, era el que decía Misa, diariamente, para que la escuchase la Señora de Meirás. Y recordó la frase que más le había escuchado en los últimos tiempos:

 

-         ¡Qué pena, Dios mío, pero que pena!

 

Y, según explicó el sacerdote a los allí reunidos, repetía la frase una y otra vez.

Pero lo que más consolaba a la familia es que tuvo una muerte apacible:

 

-         Sí, murió sin enterarse.

 


LA REINA


Una de las primeras personas, aparte de los familiares, en enterarse del fallecimiento fue el Rey de España y su esposa, la Reina Doña Sofía. Expresaron el pésame telefónicamente y Doña Sofía, visiblemente afectada, se trasladó al domicilio de Doña Carmen:

 

«Ya la había venido a ver –dijo- en otras ocasiones, sobre todo cuando corrieron noticias sobre su gravedad.»

 

El comportamiento de los Reyes fue muy elogiado por toda la familia.

 

«Juan Carlos –dijo Doña Sofia- me pidió que os diga que irá al cementerio ...»

Tuvo quien esto firma la suerte de tratar a Doña Carmen en diversas ocasiones. Escribía yo la biografía de su hija, la Marquesa de Villaverde y la señora, que así le llamaban todos, fue una de mis mejores y espontáneas colaboradoras. Con motivo de la operación de amigdalitis de uno de sus nietos, acudí al sanatorio en el que había sido intervenido. A su lado la abuela, que calcetaba.

 

-         Sé que está escribiendo sobre mi hija ... Le voy a contar algunas cosas que ella, quizá porque era muy niña, tal vez no recuerde bien. Cuando Paco fue destinado a Canarias ... Y la guerra civil ... Mi hija y yo, para huir de las amenazas de secuestro, fuimos embarcadas hacia Francia, con nombres supuestos ...

 

Es curioso que años después, y no hace de ello demasiado tiempo, en una visita que le hice a su casa, me recordara espontáneamente aquellas cosas. Se reiteraba en algunos temas, tenía ciertas fijaciones, pero en general su mente esta lúcida.


 

Habla su médico, el doctor Vicente Pozuelo:

«En los últimos momentos, echaba de menos a su esposo y decía: "sé que me voy a reunir con él"»


El doctor Vicente Pozuelo, médico personal de doña Carmen Polo declaraba acerca de la muerte de la Señora de Meirás:

  • Desde 1975 venía padeciendo una esclerosis vascular de la que estaba siendo tratada. A esto se unió una poliartritis. Pero ha sido en los últimos meses cuando padeció una insuficiencia cardiaca que más recientemente se complicó con una bronconeumonía. Al final le ha fallado el corazón.

  • ¿Cómo era su estado psíquico? -doctor.

  • Tenía una gran resignación. Estaba completamente segura de que se iba a morir.

  • ¿Estaba lúcida?

  • Sí. Totalmente. Y a diario oía Misa y comulgaba. También rezaba sus oraciones.

  • ¿Echaba de menos a alguien?

  • Estaba acompañada por su hija y por toda la familia. Sólo echaba de menos a su marido. Me decía: «se que me voy a reunir con él».

  • ¿Ha sido una buena enferma?

  • Ha sido una enferma ejemplar. Desde el principio ha admitido toda la medicación y ha ayudado en todo.