ACABAR CON LOS TABÚES

 

Por Eduardo Escartín.

La izquierda española tiene dos grandes tabúes, uno la aceptación serena y realista del hecho religioso, que naturalmente en España es el católico, y el otro la asimilación y comprensión de la historia de España, teniendo en cuenta que esta no se puede volver atrás. las barrabasadas del PSOE con la religión son patentes, pero también tenemos los vanos intentos de ajustarle las cuentas a la historia. A estos últimos voy a referirme.

Espoleados por las preclaras inteligencias de ERC, con su obsesión antiespañola y por los irrecuperables nostálgicos del comunismo, quieren borrar los vestigios, recuerdos y monumentos de la época franquista. Cuando llegaron los primeros ayuntamientos democráticos se corrigieron las exageraciones del anterior régimen, en materia de nomenclators callejeros y de algún símbolo propagandístico. En cambio, se conservaron los monumentos que respondían a una etapa histórica, por ejemplo: Tierno Galván respetó la estatua ecuestre de Franco en los nuevos Ministerios. Hoy, por el contrario, se quieren desenterrar cadáveres, repetir procesos, derribar estatuas y acabar con el Valle de los Caídos.

Recomendaría a nuestros aprendices de talibanes que tomen el ejemplo de la izquierda italiana, que está rehabilitando y abriendo al público los lugares más característicos de la época fascista. El ayuntamiento de Predappio, cuna del Duce organiza un lugar de peregrinación y de memoria de Mussolini. La villa de la playa de Riccione en la que el Duce pasaba sus vacaciones junto con su familia ha sido reabierta con la asistencia del hijo de Don Benito. El gran líder de la izquierda y alcalde de Roma, Walter Veltroni ha abierto la residencia de Mussolini dentro de la Villa Torlonia que estaba cerrada desde hacía 62 años. Esta reapertura no ha producido enfrentamientos de los dos extremos del arco político.

También se piensa declarar Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el Foro Italiano con sus estatuas y su gran obelisco con la inscripción «Dux». Esta es la política que se podría adoptar para el Valle de los Caídos, sin nostalgias y sin rencores.


   


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