El execrable asesinato de José Calvo Sotelo

Crimen de estado del Gobierno Republicano.

 


10 de Mayo de 1936.

Manuel Azaña Díaz es electo Presidente. La votación fue de 754 votos a favor, 32 en contra y 88 papeletas en blanco, la mayor parte de éstas últimas, correspondía a la CEDA, que de esa forma quería evidenciar su protesta ante los graves sucesos que estaban ocurriendo en España, Al ser proclamado Azaña como Jefe de Estado, fue recibido con grandes aplausos y vivas a la República, mientras los marxistas enardecidos, daban sus gritos de vivas a Rusia y a la dictadura del proletariado, cantando a coro ‘La Internacional’. Al día siguiente Azaña prometió solemnemente el cargo en el Congreso, formando nuevo Gobierno, presidido por Santiago Casares Quiroga que a la vez  asumió el Ministerio de Guerra.

Tras las palabras del nuevo Presidente del Gobierno, intervino en nombre de la minoría, Gil Robles, el cual mostró su preocupación para que el Gobierno evitase la violenta revolución izquierdista que se avecinaba.

Acto seguido tomó la palabra Calvo Sotelo: 

“Señor Casares Quiroga: Su Señoría creo ha formulado en la tarde de hoy un concepto que jamás había expresado desde el banco azul. Su Señoría ha dicho que frente al fascismo el Gobierno es beligerante. Yo me he aterrado un poco al oír la frialdad con que lo decía y el calor con que los señores diputados que acompañan al señor Presidente del Consejo acogían tal afirmación de que el Gobierno se siente beligerante frente a un grupo de ciudadanos españoles. El Gobierno nunca puede ser beligerante, señor Casares Quiroga; el Gobierno debe aplicar la ley inexorablemente, y a todos. Pero el Gobierno no puede convertirse en enemigo del hombre, cualquiera que sea la situación en que éstos se coloquen, porque para castigar la delincuencia, para eso existen las leyes y el Poder Judicial, que es el encargado de aplicarlas y de sancionar a los que la infligen”.

La sesión terminó con un escándalo fenomenal, destacando en sus intervenciones los diputados comunistas José Díaz Ramos y Dolores Ibárruri, que se mofaron de Gil Robles e incluso fue objeto de amenazas. Después de los discursos, se votó la confianza al Gobierno con 196 votos a favor y 96 en contra.            

En un discurso pronunciado en Cádiz, Largo Caballero confirmaba lo que de él sospechaba José Calvo Sotelo: 

“... Debemos apresurar la formación del ejército revolucionario para que cuando llegue otro octubre nos encuentre preparados... El momento que vive España es el más adecuado para poner en pie de guerra el ejército revolucionario...”

Por Eduardo Palomar Baró.


PRINCIPAL

JOSÉ CALVO SOTELO

ANTERIOR

SIGUIENTE


© Generalísimo Francisco Franco


www.generalisimofranco.com  -   2.005