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LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1937.


 
Discurso pronunciado al entrar en el II Año Triunfal.

18 de julio de 1937.

EL CUADRO SOCIAL y POLÍTICO QUE OFRECÍA, ESPAÑA

La España Imperial, la que engendró naciones y dió leyes al mundo, parecía sucumbir en el alborear de julio de 1936, cuando adueñados los resortes del Poder por las fuerzas ocultas de la revolución, no se presentaba otro horizonte que el inmensamente trágico de asistir a la destrucción del más incalculable de los tesoros: el de los valores espirituales de un pueblo. Leyes constantemente mancilladas; negación del honor; insultos a la Patria; apología de todos los delitos; desmembración del territorio; injurias al Ejército en solemnidades y desfiles; quema de conventos y de templos; asesinatos de personas honradas; partidas rojas que cobraban impuestos en carreteras y caminos; poderes extranjeros presidiendo los destinos de España; explotación ruin de las clases obreras, instigándolas a la desesperación y al crimen; carencia absoluta de honradez y sensibilidad; entronizamiento del "straperlo" en las Diputaciones y Alcaldías como reflejo de una administración escandalosa; organización de milicias para la ejecución de la revolución roja; repartos clandestinos de armas dirigidos por el Gobierno; lenta supresión en el Ejército de cuanto representaba prestigio u honor; entrega de los mandos militares a los insurgentes de la revolución del 34.

Tal era, en síntesis, el cuadro social y político que España ofrecía desgarradoramente, ya que el pueblo miraba a su Ejército culpable de pasividad, pareciéndole que no tenían eco, en él aquellas exclamaciones tan llenas de dolor como reveladoras del orgullo de un pueblo que no se resignaba a sucumbir.

HABÍA QUE SALVAR A ESPAÑA

¡Hay que salvar a España!, se decía. ¡Es preferible morir con honor que contemplar la destrucción de nuestra Patria! y la oficialidad, muda por disciplina, pero heroica por vocación, se conservaba unida Y vigilante, sin que nadie pudiera contenerla, pronta para un obrar inmediato, temerosa de que se perdiese en chispazos esporádicos lo que era un común anhelo, impaciente por llegar demasiado tarde, aspirando por una fecha, que al fin se marcó entre los días 11 al 20, y que cualquier hecho podría precipitarla, como el comienzo de las más grandes epopeyas.

En la madrugada del 13 de julio sale del ministerio de la Gobernación una camioneta que ocupan agentes de la autoridad, los que, llegando a la calle de Velásquez arrancan de su hogar: a un señalado patriota, al que dan muerte, y cuyo cadáver abandonan en un cementerio.

Este crimen de Estado conmovió a España. No cabían más sumisiones, acatamientos ni esperanzas. La revolución comunista, fomentada desde las alturas del Poder, había estallado, y el Ejército, haciéndose intérprete del sentir de todos los españoles honrados, en cumplimiento de un sagrado  deber para con Dios y para con España, decidió lanzarse a su salvación; unas semanas, unos días más tarde, y todo hubiera sido inútil ante el avasallador ímpetu de un comunismo triunfante.

Por la tarde del 17 de julio, cuando se encontraban próximos a su encarcelamiento, los oficiales de Melilla se resuelven y, como un solo hombre, anuncian a las guarniciones restantes la salvación de España. El Ejército, secundado por el pueblo y las milicias, se alzó contra un Gobierno anticonstitucional, tiránico y fraudulento, y, cumpliendo lo que preceptúa nuestra ley constitutiva castrense, se erigió en defensa de la Patria, defendiendo la de sus enemigos exteriores e interiores. ¡Sublime precepto que compendia la más augusta y trascendental misión!

El Movimiento triunfa en la casi totalidad de las provincias: sólo se pierde en aquellas, como Barcelona y Valencia, en que sus jefes orgánicos traicionaron a sus oficiales, y en las que, dominantes ya, vacilaron los mandos ante el empuje de las hordas.

LOS PRIMEROS MÁRTIRES

Mártires sin cuento dió a luz España en esta tan señalada. fecha; por millares se cuentan los jefes, oficiales y paisanos que, contentos y orgullosos, vitorean a España ante el pelotón de asesinos, que siegan las vidas de lo más florido de nuestra juventud. Alentadas las logias, entonces pujantes, llaman a sus afiliados, y es Martínez Barrio, el Gran Oriente, el que consuma la traición. Se apela a los jefes militares masones, a los tibios, a los vacilantes; se da la razón al Ejército y a su conducta patriótica, se les promete un Gobierno de orden, se les instiga a retirar las tropas a los cuarteles, y cuando algunos jefes, con candidez punible, se dejan convencer, son también víctimas, asesinados por las turbas de criminales que el Gobierno había armado.

Donde el Ejército permanece ausente, las órdenes para el desencadenamiento de la revolución comunista  se ponen en práctica; los cohetes convenidos se lanzan como señal de guerra, y el asalto de los edificios públicos y de los hogares, el desbordamiento de las pasiones más bajas e impuras, son estampas que acreditan la implantación del Comunismo. El Gobierno del Frente Popular abre las cárceles, entrega las armas de los parques militares a asesinos y ladrones, excita sus bajos instintos e impulsa  al crimen y al saqueo; que en tal forma, un Gobierno, llamándose legal, entregó a España a la más terrible de las revoluciones que registra la Historia.

BOINAS ROJAS Y CAMISAS AZULES

Por contraste, afluyen al Ejército los hombres patrióticos. Las boinas rojas de Navarra y camisas azules de Castilla salen a la luz, llenan las calles y las plazas, y los himnos guerreros y vibrantes, ponen su nota lírica en el dramatismo heroico de Ideas y ciudades. Pronto surgieron los avances victoriosos, en que el espíritu de la masa superaba a la calidad de las armas; los cruentos bombardeos de la aviación roja sobre nuestros heroicos soldados de Somosierra y Guadarrama, son estériles para la muralla de hierro que se formó en los dos puertos que amenazaban a Madrid.

Las dotaciones asesinan a sus oficiales a la voz de su ministro, que pretende paralizar el tránsito en el Estrecho, medida baldía para con un Ejército que, con frágiles barcos, burla su vigilancia y alcanza las costas españolas, deseoso de cumplir su misión casi sobrenatural. ¡Epopeya gloriosa la del paso de las fuerzas por los aires!

La reconquista de Andalucía, el asalto de Badajoz, la conquista de la heroica e imperial Toledo, la liberación de Oviedo, la mártir, la victoria de, Mallorca, la invencible, la toma de Málaga y, más tarde, la de Bilbao, son etapas de gloria.

Al levantamiento de las instituciones armadas sucede la superioridad en el aire, en la tierra y en el mar.

LABOR DE RETAGUARDIA

He aquí el balance de un año. Y mientras las armas así hablaron y la juventud enardecida combate, en la retaguardia se labora por una Nueva España; previsoras leyes atienden a las necesidades de la nación; el nivel de la vida se mantiene intacto, a pesar de la guerra; todo se moviliza y se prepara para ella, y leyes sociales justas y generosas son adelanto de la obra social a realizar. El auxilio al obrero parado, en forma de socorro; la exención de los alquileres y del pago de agua y luz a los que se hallan sin trabajo; el mantenimiento de todas las conquistas de las clases trabajadoras; la organización de Cajas de Compensación para llegar a implantar el salario familiar; el auxilio a las familias de los combatientes pobres; la implantación del Día del Plato Único, en solidaridad con los combatientes y en provecho de los familiares y huérfanos de guerra; la organización de los Comedores de Invierno y la de orfelinatos y obras de beneficencia; la creación de la Fiscalía de la Vivienda, para la sanitaria vigilancia y mejora de la casa de las clases medias y humildes; el Patronato Antituberculoso, como medio de hacer desaparecer la población enferma y desamparada; la reserva para los combatientes de gran parte de los destinos civiles; la atención a los mutilados de guerra, con auxilios generosos para el que sufre mutilaciones por la Patria; el concurso a los funcionarios pobres, en el noble afán de dar carrera á sus hijos; el estudio y preparación de un Fuero del Trabajo, en que vean todos un ordenamiento jurídico que asegure la producción y garantice las condiciones de vida de las clases obreras, al par de la normalidad en el desenvolvimiento de los establecimientos industriales... Esa es nuestra obra en medio de los azares de la lucha.

POLÍTICA EXTERIOR

En el orden exterior, desde el primer momento tuvo la Cruzada Nacional el rango que le correspondía, y si nuestra voluntad de mantener relaciones cordiales, relaciones con los demás países, tropezó con intereses bastardos y serias dificultades, fué poco a poco abriéndose camino en Europa, y lo que la fuerza de la razón no pudo alcanzar, quedó logrado con el triunfo de las armas.

Pueden los traficantes de armas del mundo negociar con nuestros enemigos; pueden los capitalistas burgueses aumentar los derramamientos de sangre, haciendo fabulosos negocios con las vidas de España; pueden las logias extranjeras y los comités internacionales combatir el sentimiento de la España Nacional; nada conseguirán ante la fortaleza de nuestros ideales, la justicia de nuestra causa y los bríos de nuestras, juventudes, que, ganando batallas para Europa en los campos de España, redimen al mundo del más terrible de los azotes. Pero, en tanto, abrigamos la serena confianza de que un día las naciones que aun nos discuten, rendirán tributo de admiración a la juventud española, que salva la civilización cristiana. Y en esta fecha solemne no podía faltar el recuerdo sentido y amoroso para cuantos han comprendido la grandeza de nuestra gesta, y muy especialmente para aquellos pueblos que, como Alemania, Italia y Portugal, estrecharon con calor nuestra mano en los momentos difíciles del I Año Triunfal.

EL ESTADO RECOGERÁ LOS ANHELOS DE LA JUVENTUD

Durante este lapso de tiempo se sucedieron en la gobernación del Estado la Junta de Defensa Nacional de Burgos, que asumiera las responsabilidades del Poder en los primeros tiempos, y dió paso al Mando único, encarnado en la Jefatura del Estado que, asistido por una Junta Técnica, da solución a los difíciles problemas que la vida de la nación, en período tan excepcional, presentara, facilitando así la vida de la Nueva España.

Hoy, la conquista ,de nuevas zonas industriales y mineras y la prolongación de la guerra exigen ya una atención mayor y es hora de anunciar la próxima sustitución de tan modesta y austera organización administrativa por otra de más amplitud y fortaleza, que, encarándose con los problemas nacionales, les dé armónica solución, dentro de los principios de Derecho público por medio del ordenamiento jurídico de nuevos organismos, que sustituyan a los antiguos de pasados regímenes, caídos por viejos y caducos. Se recogerán los anhelos de la juventud española, y asistidos por la organización nacional de la Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S., corresponderemos a los sacrificios de todos, forjando la unida, grande y libre que llevamos en nuestros corazones.

¡Juventud española, heroica y ejemplar, enardecida y disciplinada en la trinchera y en los frentes de batalla, España te saluda con entusiasmo y con fe al término del I Año Triunfal!

LA SANTA HERMANDAD

Nunca estuvo un pueblo más unido a su Ejército, ni jamás ha sido éste más cabal representación del pueblo en armas; en los frentes, fraternalmente luchan y mueren, sin distinción de clases y procedencias, los soldados españoles; muchachos de ilustre cuna se acuestan al lado del hijo de humildes labradores; abogados, médicos e ingenieros; alternan en las trincheras con sus obreros y empleados. La guerra une y da cohesión a los que un sistema político había artificialmente separado. Esta es la España futura, la que construye esta juventud, que aprende en la trinchera y en los frentes la hermandad de los hombres en la hora de la verdad, del valor y de la disciplina.

Obrero herido, que eres recogido a hombros del señor del que ayer recelabas; español acomodado que no te parabas a pensar en la grandeza del obrero humilde que hoy es tu hermano en la pelea; banquero frío y calculador que te deshumanizabas al crecer tus tesoros que hoy cederías gustoso ante el hijo muerto en las trincheras; madres ejemplares, hermanas en el dolor y en el orgullo de dar vuestros hijos para defender a vuestra fe y a vuestra Patria, ¿no os sentís todos más estrechamente unidos?

Esta es la solidaridad nacional que la guerra crea, esta es la garantía de la Nueva España; patronos generosos Y comprensivos ha de producir la juventud heroica; obreros patriotas y leales han de salir de esta lección guerrera; hermanos en la fe y hermanos en la Patria,  ¡qué garantía mayor para la convivencia humana, qué mejor heraldo para nuestro porvenir!

¡Españoles todos, elevad en este día los corazones con nuestra juventud y ofrendarlos por la grandeza de la madre España! 

¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

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