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LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1938.


 
Discurso de S.E. el Generalísimo en el II Aniversario de su exaltación al poder.

Burgos, 01 de octubre de 1938.

ESPAÑOLES: 

Hoy hace dos años que, por aclamación de cuantas fuerzas integran nuestro Movimiento, asumí la gran responsabilidad de conducir a España por caminos de gloria y de grandeza. Al consagrarme a su servicio, en este puesto, juré no descansar hasta hacer realidad el sueño de nuestras juventudes y el anhelo de tantos españoles, de crear la España, Una, Grande y Libre que desde entonces se ostenta como lema de nuestro Movimiento.

ESPAÑA UNA, que se grabó en el corazón de todos los españoles desde los tristes días en que el pacto de San Sebastián salió de la clandestinidad de la traición para incorporarse con norma en el torpe desgobierno de nuestra nación.

UNIDAD DE ESPAÑA, que levantó bandera en Madrid como en Sevilla, aquel amanecer de agosto que se malogró en flor, el primer impulso de la rebeldía que sin interrupción mantuvo la juventud española, precursora de nuestra Revolución nacional.

UNIDAD DE ESPAÑA, forjada al calor de la fe por el esfuerzo de nuestros Reyes, y de nuestros más gloriosos Capitanes.

ESPAÑA GRANDE, en sus tierras y en su espíritu, en sus empresas y en sus comprensiones; Imperial y colonizadora; de Reyes sabios y de Misioneros Santos de grandes Capitanes y de heroicos soldados, emulada hoy con el martirio de nuestros Santos religiosos, por el sacrificio de tanta vida noble y por el heroísmo de nuestros generosos combatientes.

ESPAÑA LIBRE, celosa de su independencia, que sin contar los días, ni los años, ni los tiempos, ni los sufrimientos, combatió antaño, como hoy, como mañana, como siempre, por su dignidad de pueblo libre. que ayer luchaba por extender su fe y hoy lucha por defenderla con heroísmo inigualado.

ESPAÑA LIBRE de bastardía y de traición, de logias y .de internacionales. Libertad que entraña también, y de modo principal, la redención de los humildes a los que lleva, con la fe en España, el pan y la justicia.

Jamás brillaron más altas las virtudes de nuestra raza; que si en nuestro campo se distinguen por su arrojo victorioso, yerran los que creen que en el anverso no se señalan, pues si un día fué la canalla internacional la que únicamente se enfrentaba con nuestro soldado vencedor, hoy es, en gran parte, un ejército de cautivos y engañados el que lucha contra nosotros. ¡Cuántos de ellos tienen el corazón a nuestro lado y su pensamiento en nuestra España! Sólo les retiene el férreo yugo de los comisarios, el plomo de las ametralladoras a la espalda y la vil asechanza del espía uniformado.

Esta táctica soviética de opresión, que en España se practica, explicará al mundo el por qué nuestras rotundas e indiscutibles victorias del Norte y de Levante, del Centro y de Andalucía, no hayan tenido los definitivos resultados que lógicamente tenían que producir.

No es España la que lucha en las filas rojas, son Moscú y los internacionales.

Hoy comienza a apercibirse Europa de esta verdad,. cuando amenazaba encenderse en su corazón la hoguera que la hubiera destruido.

Allí, como en España, se preparaba la guerra de incendios y de horrores, de voladuras y de crímenes, bajo la dirección oculta de Dimitroff, el terrorista búlgaro al que a la hora de la lucha le faltó lo más florido y perverso de sus cuadros. Cincuenta mil internacionales, comunistas militantes de todas las revoluciones, cayeron para siempre en los campos .de España, que libró así al mundo de tan pesada carga.

Batalla de Munich con su victoria de la paz, podemos llamar a la que acaba de librarse en tierras germánicas, en la que la política de sinceridad de los hombres de Estado triunfó sobre las maquinaciones y amenazas bolcheviques.

Por ello el triunfo de la verdad y la justicia sonaron a cantos funerarios en el campo rojo. Se les había prometido la guerra en Europa y se alentaba a la resistencia con cruel engaño pero mientras en los frentes se derramaba a raudales la sangre generosa de tantos españoles, se ofreció en venta alas Cancillerías extranjeras la invasión de nuestra Patria.

Esta conducta de otraici6n y de bajeza paseada por Ginebra y por casi toda Europa, facilitó a los medios internacionales la prueba rotunda de lo que significa nuestro adversario y la falsedad del papel que intenta representar ante el mundo.

Encontraste con esta conducta que ,ofrece la, de la España Nacional con su política noble y generosa hacia todos los pueblos, destaca en los momentos más difíciles la claridad de nuestro propósito colaborando a la paz de Europa y a su salvación.

Esta situación del viejo Continente nos presenta la ya frecuente paradoja de que los explotadores del pacifismo en el mundo y los que obstaculizan el armamento de sus respectivos países sean, a la hora de la verdad, los grandes incitadores de la guerra, a la que intenta arrastrar a los honrados campesinos, a los laboriosos artesanos y a las sufridas clases medias, mientras ellos permanecerían alejados del campo de la lucha.

Este triunfo de la verdad sobre las fuerzas ocultas internacionales, hace destacar la política de realidades de los Jefes y conductores de Italia y Alemania, que unida a la tenacidad del Primer Ministro inglés han permitido anunciar a Europa una era de paz y de colaboración entre los pueblos.

Esta aurora de paz que ilumina al mundo es en el campo rojo presagio de liberación y de tiranía, y para nuestra España, reconocimiento pleno de nuestra razón.

Yo espero en este día, con la protección del cielo y el esfuerzo de nuestras armas, que también para nosotros llegará pronto la paz victoriosa.

Cese, pues, la criminal y estéril resistencia: de los rojos; no sacrifiquen ni una gota más de sangre en una empresa sin salida y reconozcan de derecho la razón de nuestra España como la reconocen de hecho en la propaganda y en las proclamas rojas, en que nuestros gritos y nuestras doctrinas se emplean como señuelo para mantener engañadas a las masas cautivas.

Dos años de crímenes, de licencia, de barbarie, de fracaso rotundo del sistema rojo son aleccionador es para todos.

Una vez más, esta España nuestra hace su ofrenda de perdón, brindando a todos la espiga de sus campos fecundos y la justicia que dicta -nuestra recta conciencia humana y española.

Quien quiera someterse a nuestro credo, quien desee servir a España y no haya cometido crímenes, no tiene que temer.

Clara y terminante es nuestra doctrina, pero carecería de valor si no estuviese avalada por el pueblo y refrendada por una juventud heroica que la siente y la mantiene. Esta juventud que en los frentes combate, estos sufridos mártires de nuestra España, estos heroicos mutilados que han dado sus miembros a la Patria, estas madres beneméritas que ofrecen con orgullo la vida de sus hijos por España y todos cuantos, por mi orden, cumplen efectivamente en la retaguardia misiones y servicios, son el núcleo de nuestro Movimiento y de nuestros futuros cuadros.

Su presencia hará enmudecer a los murmuradores, su ejemplo sonrojará a los egoístas, su lealtad desarmará a los traidores, si los hubiera, su hombría de bien edificará a los vacilantes; y los espíritus inadaptables e incorregibles tendrán que buscar en el extranjero el clima más propicio a sus deformadas conciencias.

Esta doctrina nacional no es caprichosa, ella proclama que es la esencia de nuestras tradiciones, el sentido espiritual de nuestra Historia y la concepción católica de la reforma social que anida en los corazones de toda nuestra España.

Yo os aseguro, que el mismo tesón que ponemos en ganar las batallas en los frentes de combate, dedicamos a las batallas de orden social y económico.

Por ello, como esta mañana expuse a las altas representaciones del Ejército, de la Iglesia y del Movimiento, os digo a todos que:

Pido a Dios claridad de pensamiento y fortaleza de brazo, para poder gobernar con equidad y espíritu de servicio, en el que mi Gobierno está dispuesto a secundarme, dar cumplimiento a la Revolución que España tiene pendiente y que mi Movimiento encarna, y llevar a la Patria a las cumbres del poderío que mis Ejércitos están dispuestos a mantener.

Que así se hará si vosotros sois siempre unos en la obediencia, en la fe y en el impulso.

¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

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