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SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado.


 

Discurso ante los trabajadores que asistieron al II Congreso Nacional de Trabajadores.


11 de marzo de 1951.

Ante todo, mi saludo afectuoso para los que desde distintos puntos de España habéis venido a congregaros en esta reunión de trabajadores a los que siento no poder estrechar la mano, como he hecho con vuestros camaradas aquí presentes. He seguido paso a paso en estos días vuestras tareas sobre la complejidad de los problemas sometidos a vuestra deliberación. y puedo deciros que a vuestras inquietudes las acompañan las mías y de mi Gobierno para la resolución de los problemas de todas las clases españolas aquí representadas, en especial de aquellas más sufridas que entregan su esfuerzo en los diversos sectores consagrados al progreso y al engrandecimiento de
la Patria.

Vosotros comprendéis muy bien la complejidad y dimensión de los problemas de que habéis tratado. Con vosotros reconocemos la existencia de una serie de injusticias sociales acumuladas por los siglos, pero existen otras muchas debidas a la especulación de Quienes van contra los altos intereses de la Patria ...

Por eso comprendo que muchas veces el tono de vuestros comentario o la indignación contenida lleguen a rebasar la serenidad que es necesaria para el estudio y la resolución de los problemas. Pero en esto hay que decir que no basta que exista un Gobierno ni un Régimen con una inquietud social y espiritual que anhele, con la justicia, las máximas mejoras; no basta tampoco que nosotros dictemos leyes y decretos para que éstos puedan llegar y ser cumplidos en los últimos rincones de España; hace falta el civismo, hace falta el gran espíritu de todos los españoles para que traducidos en actos y denuncias, pueda combatirse enérgicamente a los especuladores sobre la miseria, a los que van a ...

Yo no he de ofreceros lo que no puede cumplirse. La economía nacional tiene sus limitaciones y exigencias. Sólo se puede repartir justamente lo que se produce; no se puede repartir lo que no existe, y cuando la producción es la misma o los bienes que se producen son los mismos y se pretende rebasar el
nivel ordinario de vida no se puede hacer más que hipotecar lo que habría de repartirse en los años sucesivos. Para mejorar la vida de los trabajadores, para mejorar la vida de todas las clases españolas, es necesario aumentar la producción española,
multiplicar los bienes producidos y crear nuevas fuentes de producción y de trabajo, lo que sólo puede lograrse por el trabajo y la buena voluntad de los españoles, unidos en un mismo espíritu de justicia.

En este empeño necesitamos borrar de la conciencia de los españoles aquel pueril equívoco de que España es una nación rica, una nación rica en productos naturales. No, señor: existen naciones ricas y naciones pobres, y España no es de las ricas; España lleva más de veinte siglos explotando sus tierras y sus veneros de riqueza y más de cincuenta años con sus intereses industriales y agrícolas abandonados. La generación que nos precedió nos legó una pobre herencia. A finales del siglo XIX España vió nuevamente recortado su antiguo territorio, que quedó reducido a los quinientos mil kilómetros cuadrados de la superficie actual de España. Y en esta misma superficie, en la que a primeros del siglo vivían dieciocho millones de españoles; en esas mismas tierras, pero con sus minas y veneros de riqueza más reducidos, necesitamos hoy vivir veintiocho millones de españoles. Y yo pregunto: ¿Qué se ha preparado contra esto en España? ¿Cómo se ha multiplicado la riqueza en estos cincuenta años? Comparadlos con los diez que nosotros llevamos y veréis que, a pesar de las dos guerras y de las pertinaces sequías, a pesar de las condiciones meteorológicas adversas y del acoso con que nos rodeó el mundo, hemos sabido multiplicar la riqueza y, en la medida de lo humano, hemos empujado y aumentaldo la producción española en todos los órdenes.

Si hay momentos en que, por las grandísimas dificultades superadas, pudiera parecer que debiéramos sentirnos satisfechos y colmadas nuestras aspiraciones, nada más lejos de la realidad: ello sólo nos demuestra de lo que hubiéramos sido capaces en condiciones de normalidad. La ambición en el servicio de la Patria no conoce límites; pero si los tiempos han sido limitados, en cambio es nuestro el trabajo llevado a cabo en ¡as provincias españolas. Hoy, con las necesidades de las provincias, conocemos las de los pueblos más recónditos de España; tenemos estadísticas perfectas, programas de necesidades, hechos a través de todas las fuerzas vivas de las comarcas, de los Sindicatos, de los servicios técnicos, de los Ayuntamientos, de los falangistas. Y hoy conocemos el problema real de cada provincia, y a su compás hemos creado los instrumentos adecuados para resolverlos.

Vosotros sabéis muy bien que son hoy muchas las regiones de España en las que, a través de esta obra sindical, se están creando viviendas y pequeños regadíos apoyados por los Institutos Nacionales de la Vivienda y de Colonización, que nos permiten ayudar a muchísimos trabajadores; en otras zonas mayores es el Instituto de Colonización, en intimo enlace con Obras Públicas, el que está llevando a cabo los grandes regadíos nacionales que redimirán a comarcas enteras.

Por intermedio del Instituto Nacional de Industria, una de nuestras más perfectas creaciones, nos hemos liberado del monopolio que el capitalismo disfrutaba sobre la creación de riquezas, y hoy se multiplican nuestros bienes y se extienden por toda España aquellas industrias de Interés nacional que crean para muchos miles de obreros unas fuentes de trabajo que irán creciendo a través de los años, sin perturbar por ello un sistema y una organización económicos que no son un capricho, sino el resultado pe varios siglos de perfeccionamiento y de acumular los frutos de las inteligencias; orden económico que podemos perfeccionar, pero nunca destruir.

Lo que necesita España, según las necesidades de las regiones y comarcas, representa el multiplicar por tres su industria actual; multiplicarla por tres, repito. Es decir, que en todos los órdenes de la nación se necesita redoblar y crear nuevas fuentes de trabajo y de riqueza.. Pero ¿cuáles son en este orden las posibilidades de nuestra economía? ¿Qué es lo que se puede movilizar para crear esos emporios de riqueza? Cada una de estas fábricas modernas, cada una de estas industrias nuevas que la técnica moderna necesita, exige centenares de millones de pesetas. Y no se pueden crear ni financiar más que sobre el ahorro nacional, sobre la diferencia entre lo que se produce y lo que se consume. Para todo ello es necesario el crédito, que es confianza y orden, y que no se podría alcanzar si nosotros destruyésemos o perturbásemos el sistema económico que nos viene rigiendo y perfeccionándose a través de lo que va de siglo. Es necesario, pues, corregir imperfecciones donde las haya; que si no cupiese dentro de las leyes actuales, reformaríamos éstas con vuestra asistencia y la de las Cortes de la nación, para conseguir que el ahorro y la economía española vayan a fomentar la riqueza. Crear nuevas fuentes de trabajo y fomentar la seguridad social de todos los que vivimos sobre esta tierra bendita de nuestra Patria...

En estas reuniones que habéis tenido, habéis examinado desde vuestros puntos de vista y sectores algunos temas de verdadero interés nacional, habéis sacado a discusión problemas que lleva la Nación arrastrando desde hace muchos lustros; habéis expuesto vuestras inquietudes, reflejando en ellas la preocupación de los que en vuestras provincias aguardan una palabra de esperanza o una promesa para el futuro. Ello demuestra la utilidad de la Organización Sindical. Los Gobiernos, pese a su celo y buen espíritu, viven bajo la frialdad burocrática del funcionamiento de la máquina del Estado, y vosotros debéis vivir bajo el fuego de la inquietud cotidiana; representáis el acicate y el estimulo de la opinión pública, y éste es el gran servicio que la Organización Sindical puede prestar a España y al Movimiento. El encauzar estas inquietudes públicas es sacar a la luz los problemas para ponerlos en la mesa de dirección y que los técnicos, los hombres de ciencia, los hombres de buena voluntad, trabajando sobre ellos, hallen la resolución de los problemas españoles.

¿Que puede haber entre nosotros expresiones, algunas veces, de mal humor ante las injusticias? ¿Y qué es esto? ¿Qué representa esto, si no sois vosotros los que habéis de resolver cada uno de los problemas? Exponed vosotros estas inquietudes y sobre ellas vendrá el examen de los técnicos, y se llevarán a la mesa redonda, en la que, sentados unos y otros, salgan a la luz y se resuelvan todos aquellos problemas...

Yo os digo que siempre estaremos al servicio de la Patria y la justicia, y os aseguro que, dentro de nuestras posibilidades, delante de nosotros no irá nunca ninguna nación ni ningún régimen.

Nosotros sabemos que no hay una Patria grande ni hay una Patria libre, si no se cimenta sobre la grandeza, la libertad, la seguridad y la solidaridad social de los que habitan una Nación


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