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SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado.


 
Discurso al ser nombrado Teniente General del Ejercito Español el General Craveiro.

19 de mayo de 1953.

Mi general: 

Ante todo quiero expresaros la satisfacción de todos los genera1es y miembros de nuestro Ejército por haberse dignado compartir estas horas de campamento entre nuestros soldados y que os acompañe en este acto una lucida representación de nuestros queridos camaradas portugueses. Si a vuestra llegada os mostramos en una parada militar la disciplina y buena presentación de nuestras unidades, hoy aprovechamos el ofreceros un modesto simulacro de combate y una muestra de los esfuerzos para dotar a nuestros ejércitos de armas nuevas y eficaces, para reteneros un rato entre nosotros. Por vuestra vida consagrada al servicio de las armas y por la misma satisfacción que yo tuve de compartir en Portugal unas horas con vuestros soldados conozco la complacencia que tendréis de encontraros en este ambiente militar, donde se respira camaradería y entusiasmo.

La presencia de vuestro ministro de Defensa, con quien tantas veces hemos colaborado en los días de inquietud de los últimos años, colma nuestra satisfacción en esta hora, ya que ha sabido ganarse el cariño y la confianza de cuantos, al correr de estos años, han mantenido con él comprensiva y cordial comunicación.

Estoy seguro de que la convivencia y el contacto frecuentes entre nuestros altos jefes y nuestros cuadros de mando multiplicará los vínculos que nuestra Cruzada nacional creó entre nosotros. Aquel bautismo de sangre frente a la grave amenaza comunista contra nuestra civilización cristiana fue el primer jalón de nuestra política exterior, que había de afirmarse tras nuestra victoria con el Tratado de amistad y no agresión concertado entre nuestras naciones en marzo de 1939, base de nuestro Bloque Ibérico.

Si sin un acto previo cuando peligró nuestro común solar acudieron vuestros voluntarios a combatir a nuestro lado y cerrar la brecha, imaginaros lo que haríamos hoy en que al interés común se unen los deberes que los acuerdos y la amistad entrañan.

Hemos de agradecer a Dios que nuestras vidas, paralelas al correr de la Historia, en que tantas veces derramamos el tesoro de nuestra energía y las virtudes de nuestros soldados en lejanas y gigantescas empresas civilizadoras, resurjan hoy en una unión estrecha y un espíritu coincidente en fa defensa de la paz y de la civilización común. Hemos, sin duda, de felicitarnos que las mi&mas causas hayan producido sobre nuestros países análogos efectos y que a la Revolución nacional de Portugal haya seguido pocos años después el Movimiento Nacional español que sintonizó de nuevo la política de las dos naciones peninsulares. Hay que imaginarse cuál hubiera sido la situación de cualquiera de ellas si una política dispar hubiera permitido que en cualquiera de las partes de nuestra península se introdujera el comunismo.

Si grandiosas son nuestras Historias y recia nuestra respectiva personalidad, corre, sin embargo, por nuestras venas la misma sangre. Comulgamos en una misma fe, disfrutamos de análoga cultura y, lo que es para nosotros decisivo, habitamos en la misma casa, en el mismo compartimiento de Europa, en esta fortaleza celtibérica del Occidente. Por ello cuanto más unidos vivamos, más libres y fuertes nos sentiremos.

Si un día me cupo la gloria como general, por surgir el peligro en nuestro territorio, de mandar y conducir a la victoria a vuestros soldados y grupos de jefes y oficiales portugueses que ejercieron mandos españoles, es natural que consagremos, una vez más, esta fraternidad y camaradería de nuestros Ejércitos nombrando teniente general del Ejército español a quien, por ser el primer soldado de Portugal, honra al aceptarlo a nuestros Ejércitos.

No necesito encomiar la satisfacción que como Jefe del Estado español y Generalísimo de sus Ejércitos siento al haceros entrega en este campamento militar del título que os acredita como general de nuestros Ejércitos -y que el Ejército español comparte-, ofreciéndoos por manos de nuestro Ministro del Ejército, general Muñoz Grandes, la espada que usan nuestros generales; así como el director de la Escuela Superior del Ejército, general Asensio, os hará entrega de la insignia de profesor, que os rogamos aceptéis como expresión de admiración a vuestras altas virtudes militares y a vuestras dotes extraordinarias, que os acreditan como preclaro catedrático entre los grandes jefes militares europeos.

Generales, jefes, oficiales y alumnos: ¡Viva el Jefe del Estado portugués, general Craveiro! ¡Viva Portugal!


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