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SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado.


 
Discurso en la entrega de los trofeos de la Olimpiada Juvenil.

06 de diciembre de 1953.

Aprendices:

Solamente unas palabras para refrendar las que el Delegado Nacional del Frente de Juventudes ha pronunciado al presentamos en este acto a aquellos aprendices que en esta competición laboral y deportiva han alcanzado los supremos galardones.

No he de encareceros cuánta satisfacción me produce que de año en año venga mejorando, en la forma que lo vienen realizando, esas competiciones; que cada vez se extienda e intensifique más sobre la geografía española el área de las nuevas Escuelas de Aprendices, Institutos Laborales y escuelas de todo orden que llenan aquel vació, aquel hueco inmenso que existía en nuestra Patria en la formación de nuestras juventudes.

España no es solamente el territorio geográfico en que nos desenvolvemos. Nosotros constituimos una parte de ella, la que precisamente la caracteriza, y cuando decíamos que España no nos gustaba, no era por sus características físicas o por su pobreza. No nos gustaba España porque no nos gustábamos nosotros mismos, porque en un período de dos siglos habíamos venido perdiendo las cualidades que nos habían adornado y llevado a las grandes empresas españolas. Y si habíamos transformado a España por que no nos gustaba, necesitábamos transformarnos a nosotros mismos, y esto forzosamente teníamos que hacerlo en la juventud, en los hombres nuevos, sobre aquellos sectores más abandonados o con menos medios, que en la batalla por la vida y en el abandono y el materialismo reinante se perdían en la taberna y eran carne propicia para el vicio. En ésta se dibuja la gran dimensión y trascendencia del Frente de Juventudes español.

Hay muchos que en su falta de visión política erróneamente discurren: ¿Y por qué esto no lo hace sólo el Estado? Sería fácil responderles: Porque el Estado no tiene gracia; los Estados suelen hacer cosas frías y burocráticas; pero para que las cosas tengan eficacia se necesita que un sentimiento humano las presida y anime, que no se cree la obligación que se cumple por una soldada, sino que se haga por devoción, desinteresadamente; que sean los hombres que no tienen miedo al cansancio ni a la incomodidad, aquellos y aquellas inasequibles al desaliento, que sean los que se pongan al frente, que den a la obra su salsa y su sentido humano.

Por eso, paralelamente a la obra del Estado y de la Iglesia, encargamos al Frente de Juventudes la realización de esta tarea, la formación espiritual, intelectual, deportiva y laboral de nuestra juventud.

La primera acción existió en todo tiempo y visibles fueron sus alcances; la segunda ha venido a revalorizarlas y a transformar a nuestra juventud en la medida que nadie discute.

Si en el orden de los valores del espíritu no nos gustaba España, tampoco podía agradamos en lo político y material; en esto coincide la desazón de todos los hombres sanos y patriotas; las influencias extrañas nos iban desnaturalizando, y a través de las internacionales marxistas y anarquistas se iba logrando la progresiva destrucción de nuestra Nación. Pocos son en España los que se han parado a analizar cómo en las invasiones que sufrimos se destruyeron nuestras industrias. La invasión francesa fue el peor de los azotes que sufrió nuestra Patria; con ella perecieron aquellos miles de fábricas esparcidas por la Nación, que tuvo por principal objetivo la malicia extranjera. Y al aceptar España los principios liberales que desde entonces nos dividieron, no hubo créditos ni obra de Gobierno que permitiese se levantasen nuevas fábricas y se volvieran a poner a punto aquellos elementos de trabajo que habían constituido un emporio de riqueza y que nos envidiaban desde el extranjero.

Nos sobran las razones para que España no nos gustase. Frente a la doctrina que arruina habíamos de levantar una doctrina nueva; si en ella repudiamos la lucha de clases no lo hacemos para reforzar ni dar tranquilidad a los sectores más dotados, protegiendo al rico para explotar al pobre, sino para todo lo contrario: nosotros repudiamos la lucha de clases porque yendo contra los intereses sagrados de la Patria, va contra el interés de las clases menos dotadas. Nosotros no repudiamos el socialismo por lo que encierra de anhelo para las realizaciones sociales. Nosotros vamos más lejos.

Nosotros repudiamos el socialismo y el comunismo precisamente por explotar y engañar a los obreros, porque enfrenta unas clases contra otras en perjuicio de las más numerosas, porque busca su ruina y acaba -como ha dicho bien el Delegado Nacional del Frente de Juventudes- en el stajanovismo, en la más grande falta de libertad para el trabajo, porque mata la alegría y acaba con las ilusiones de la juventud y convierte a las naciones en un horrendo presidio.

En este camino nosotros venimos realizando todo cuanto se puede realizar dentro de un estado económico. Fijaos bien en esto: nosotros hemos impulsado y mejorado notablemente el Estado económico de nuestros hombres y de sus familias, es decir, de nuestras clases más numerosas, al compás que hemos mejorado el estado de nuestra economía y de nuestra productividad, multiplicando como en ningún otro tiempo la riqueza española. Y al tiempo que crece la producción de nuestras industrias y de la agricultura y se crean nuevas fuentes de producción con las obras hidráulicas, los nuevos regadíos, las nuevas fábricas, vamos mejorando la justicia social en intención y medida como en España no se había alcanzado jamás; mas si rebasáramos los limites que la situación económica permite, esto se volvería contra nosotros mismos y contra nuestras familias, porque el encarecimiento de la vida anularía todas las ventajas y seguridades que pretendíamos daros.

Aquello que exige la equidad y seguridad social de la Nación y que quepa dentro de nuestro estado económico, nosotros hemos de realizarlo; no podemos abandonar ni dejar, en cuanto sea posible, para mañana esta labor. Pero, a su vez, les ofrecemos esta gran compensación, la atención y el porvenir de sus hijos, esta obra de preparación y aprendizaje de los Institutos Laborales, de las Escuelas de Trabajo, de las Escuelas de Aprendices, de las Universidades Laborales, que vienen a transformar completamente la realidad social española. Y esto que vemos hoy en esta competición es su expresión más clara al contemplar a los hijos de nuestros trabajadores, es decir, a los muchachos de nuestras clases menos dotadas, con el camino abierto para su redención, pudiendo alcanzar con su trabajo y constancia los puestos directivos en un mañana; pero para ello es preciso tener continuidad, no salir de las Escuelas de Aprendizaje por la aspiración torpe de querer ganar antes un alto jornal. Aquel que tenga condiciones debe continuar sus; estudios, debe ir a las Escuelas de Capataces, de Ayudantes, y, si puede, a la escuela de Ingenieros, ya que tiene abiertas las puertas a los puestos directivos de la colectividad.

Y nada más que agradecer a los concurrentes extranjeros y a sus naciones su presencia en esta competición y felicitar a los vencedores que también responden a nuestro espíritu de resurgimiento.

¡Arriba España!


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