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Discursos y mensajes del Jefe del Estado.


 
Palabras en la Inauguración de Agueda del Caudillo.

11 de mayo de 1954.

Salmantinos: Sólo unas palabras para saludaros y agradecer vuestro entusiasmo y adhesión. Habéis oído las elocuentes palabras del Ministro de Agricultura y habéis sido testigos de este acto de justicia social de repartir los primeros lotes de los regadíos del Agueda. Esto es más elocuente que lo que yo pueda deciros. Esta es una política, ésta es la forma como cumplimos nosotros nuestras promesas.

Nosotros no hemos venido a continuar la política desdichada de que fueron testigos vuestros padres y vuestros abuelos; nosotros maldecimos esa política por cuanto explotaba y engañaba al pueblo y empobrecía a España: era la antítesis de toda obra política.

Una obra política, para merecer este nombre, ha de tener por objetivo el dar satisfacción a las necesidades del pueblo y servir a la Nación; pero obras que destruyan la Nación, injurien al pueblo, le engañen y no dé satisfacción a sus necesidades, no merece el nombre de política, y nosotros la maldecimos y la repudiamos.

Todo lo que hay en España de grande, todo lo que hay de bueno en las ciudades, en los pueblos, sus regadíos, los monumentos y sus catedrales; esa Historia que envidia el extranjero, no es hija de la casualidad ni del sistema liberal, ni de los votos, ni de los caciques, ni de las luchas de clases, ni de la explotación del hombre por el hombre; es hija de la Nación organizada, de la Nación grande, de la Nación disciplinada y en orden.

Nosotros llevamos siglo y medio perdido, queridos salmantinos; siglo y medio en los que mientras adelantaban otros países y lograban extraer de sus campos producciones inmensas, porque empleaban técnica, máquinas y abonos apropiados, nosotros, en cambio, peleábamos unos contra otros por pasiones y ambiciones pequeñas, por actas de concejales o de diputados; y para recuperar ese tiempo perdido tenemos todos que arrimar el hombro, tenemos que trabajar, tenemos que producir porque solamente trabajando y produciendo haremos grande a España.

De nuestra voluntad os dan muestra estos actos. Encontramos una España arruinada. Los marxistas se llevaron de España el oro y los bienes y hasta las pobres alhajas empeñadas por vuestras clases modestas en el Monte de Piedad, las llevaron a Rusia traicionando a España, dejándola vacía. Con una España arruinada hemos tenido que luchar con la obligación de levantarla, y para pasar a esta situación llevamos realizadas tantas obras y repartidos tantos bienes como en este siglo y medio no se conocieron. Y lo venimos haciendo, como veis, con nuestro trabajo, con el trabajo de todos.

Está universalmente aceptado que cuando la Patria se encuentra en peligro hay que darle a la Nación los hijos y el caudal; esta misma doctrina aplicamos nosotros a la corrección de la miseria de nuestras clases sociales.

Yo dije un día en Salamanca, cuando eché sobre mis hombros la responsabilidad de conducir a España, que todos los bienes de la Nación estarían adscritos al bienestar de sus hijos, y como lo prometimos así lo cumpliremos. ¡Arriba España!


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

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