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LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1957.


 
Discurso en el acto de clausura del III Congreso Nacional de Medicina y Seguridad del Trabajo.

13 de Abril de 1957.

Señoras y señores:

Sólo unas palabras para saludaros y agradeceros en nombre del Gobierno vuestras tareas. Nada más satisfactorio para mí que venir a presidir este acto de clausura y recibir las conclusiones, tan interesantes y trascendentes, a que habéis llegado en vuestras reuniones. Si nosotros definimos al hombre como portador de valores eternos y al Estado como un Estado católico y social, evidentemente tenían que coincidir nuestras inquietudes con las que se han puesto de relieve en este Congreso.

Concretamente: por el sentido católico de la vida que hemos querido que presida la acción social del Movimiento, hemos roto con el materialismo marxista de la lucha de clases, destructora de la Patria y conductora hacia la esclavitud; hemos abandonado, rechazado y combatido aquel viejo concepto liberal del hombre-mercancía, del hombre-mercancía que se coge y se deja, que se recibe en sazón y se exprime y abandona una vez agotado. Y nada más identificado con estos conceptos que las tareas que aquí os han reunido para fortalecer la moral del trabajo. Solamente el cálculo elocuente y comprobado de que más de las tres cuartas partes de los accidentes del trabajo ocurridos en España son evitables justificaría todas las inquietudes de una nación y de sus técnicos para redimir de este azote a los 414.325 accidentados evitables que recaen sobre toda la clase trabajadora.

Si miramos la prolongación que la vida humana puede tener en los tiempos actuales por las atenciones médicas y sanitarias, destaca igualmente cómo la vida del hombre abandonado de las atenciones y cuidados médicos se consume y se extingue en una prolongada vejez sin condiciones de trabajo y de bienestar. Por lo tanto, todas aquellas atenciones que la técnica sanitaria moderna ofrece para la redención y la prolongación de la vida del hombre; todos los cuidados, todas las razones técnicas que los adelantos científicos, la psicotecnia y la organización del trabajo ofrecen para defender la vida de los trabajadores y disminuir sus esfuerzos, tienen que acogerse de una manera esencial en un país que quiere despertar a una nueva vida y que no se conforma; en una Nación y un Régimen que aspiran a lograr el mayor bienestar para todas las clases sociales ; en una Nación que, como la nuestra ha establecido en el frontispicio de su Estado el título de nación católica y social.

Estas inquietudes que hoy empujan al mundo y dominan a los hombres responsables en la mayoría de las naciones civilizadas, persiguen, sin embargo, la mayoría de las veces objetivos materialistas, como es el de la productividad, ya que es efectivo el que la productividad y la economía de la nación mejoran si se atienden, estudian y corrigen estos problemas.

Si la cuestión es para nosotros importante, como nación todavía pobre y más necesitada de cuidados, no es esto lo esencial; para nosotros, lo esencial es la redención del hombre, ya que si le considéranos como hecho a imagen y semejanza de Dios y, por lo tanto, nuestro hermano en Jesucristo, tenemos que cambiar lo que en otros hay de simple espíritu utilitario por el de amor, justicia y caridad.

Siendo ésta la suprema razón de nuestras obras y de nuestra política, habréis de comprender la complacencia con que hemos de contemplar vuestras tareas y esa preocupación humana con que habéis enfocado todos los problemas. De ello se deducirán, indudablemente, bienes para todos.

No existen problemas más trascendentes para las clases trabajadoras que los que aquí habéis expuesto. Nadie más directamente que los trabajadores sufren las consecuencias de la imprevisión. La corrección de estos defectos ha de ser tarea de todos: Estado, médicos, técnicos, empresarios y obreros. El Estado, con sus leyes y sus establecimientos dedicados al estudio y solución de estos problemas. Los médicos especializados, con sus atenciones y previsiones sanitarias. Los técnicos, con la aplicación de las técnicas más exigentes y modernas en la organización y producción del trabajo. Los empresarios, con su dirección y responsabilidad en la marcha de la Empresa, y los obreros, con su obediencia y disciplina en el cumplimiento de las ordenanzas laborales sobre esta materia.

Los beneficios que de ello se obtengan no podrán ser mayores. Para la Patria, por los bienes que en todos los órdenes se derivan de la prolongación de la vida y bienestar de las familias trabajadoras; para los empresarios, por las mejoras de la rentabilidad, disminución de las cargas y tranquilidad de su conciencia; para los técnicos, por el perfeccionamiento de sus tareas y disminución de sus responsabilidades, y para los obreros y sus familias, por ser los directos y más importantes beneficiarios, que se verán redimidos de abandonos seculares, y que es necesario que comprendan que todas estas tareas se derrumbarían si no colaboraran en el mantenimiento de la disciplina y en el cumplimiento de las ordenanzas laborales.

Esto es lo que quería deciros, no porque os vaya a enseñar nada nuevo, sino para expresaros cómo compartimos vuestras inquietudes, y que, por encima de ellas, está la inquietud de todo un Régimen católico y social, que quiere cumplir con este título.


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