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LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1958.


 
Declaraciones al Director de «YA», sobre la situación en el Oriente Medio.

29 de julio de 1958.

- ¿Estima Vuestra Excelencia que las potencias occidentales han procedido con acierto y a tiempo al ocupar posiciones con sus tropas en Líbano y Jordania?

- «Desconocemos la realidad de la situación política interior de las naciones del Oriente Medio para poder contestar de una manera categórica a la pregunta, pues las noticias que a nosotros nos llegan vienen, en general, afectadas por el bando a que pertenecen, la agencia que las difunde, y en ellas aparecen mezcladas las causas de origen exterior con otras de carácter interno. La presencia de fuerzas americanas e inglesas en el Líbano y Jordania parece responder a acuerdos previos con aquellos países de las fuerzas expedicionarias ante lo que consideraron una amenaza a la libertad e independencia de aquellas naciones. Se reacciona ante unos sucesos, pero no se analizan, previenen y combaten las causas.»

- ¿Qué errores y qué aciertos más importantes, según Vuestra Excelencia, se han cometido al tratar los problemas de esa zona neurálgica del Oriente Medio?

- «Desgraciadamente son mayores los errores que los aciertos del Occidente en esta materia, ya que el problema es mucho más hondo y trascendente que como se presenta. Lo ocurrido en Corea, como los sucesos de Indochina, Hungría o el Oriente Medio, por encima de sus particularidades, responde a un hecho principal: la existencia de una poderosa nación que retiene contra su voluntad a otras naciones que ocupa política y militarmente y que permanentemente viene amenazando la paz, conspirando contra el orden interno de los otros pueblos, empleando todos los medios y aprovechando todas las coyunturas para producir la subversión. Esta acción, consentida un año tras otro por las naciones, es lo principal y trascendente. Lo demás, una consecuencia lógica y que debía estar prevista. Mas esta acción exterior y continua que el mundo sufre no debe cegarnos y hacernos desconocer las causas internas de los pueblos que facilitan su triunfo: el estado económico-social de muchas naciones; el grado de miseria o el bajo nivel de vida de tantos pueblos; sus divisiones políticas; la falta de autoridad de los Gobiernos y el desvío del pueblo; el resentimiento hacia las viejas naciones protectoras; la exaltación del nacionalismo. Lo que desde el Occidente puede parecernos como principal, en los propios países se presenta como secundario. No podemos olvidar aquellas palabras atribuidas al "premier" británico en la última guerra cuando le critican su alianza con Rusia, conocidos sus libros y juicios, a los que respondía que "para defender a Inglaterra se aliaría con el mismo diablo". Una política exterior necesita tener en cuenta los estados internos y las corrientes de opinión de los países a que se dirige, y lo cierto es que la política exterior del Occidente en estos últimos años marcha contra la corriente natural de los pueblos, mientras sus adversarios se vienen aprovechando de ella. Hace ya años que el mundo ha decidido su orientación por caminos sociales. Invade a los pueblos un ansia general de progreso económico y de elevación de nivel de vida. Repugnan las explotaciones coloniales y rechazan el capitalismo financiero. Se han venido cansando de esperar y demandan eficacia. Es lamentable que pretendiendo servir el Occidente a la libertad e independencia de las naciones del Oriente Medio sus actos en esa comarca aparezcan ante grandes sectores de la opinión de aquellos pueblos como contrarios a sus intereses. Resulta paradójico que siendo la Rusia soviética la amenaza real que se cierne sobre la independencia de aquellos pueblos que quedan al alcance de sus zarpazos, la falta de comprensión del Occidente les pueda empujar hacia el peligro.»

- ¿Sobre qué bases considera Vuestra Excelencia posible y conveniente el entendimiento entre los occidentales y los pueblos del Oriente Medio?

- «Sobre la base de la confianza. Es necesario llevarles al convencimiento de que el Occidente no tiene otro interés que el de la libertad y la independencia de sus pueblos. Contribuir a la elevación de su nivel de vida y de su progreso, y en sus tratos con ellos, mostrarse comprensivos, justos y generosos. Se hace preciso revisar la situación y llegar en los asuntos de posible fricción a soluciones racionales y equitativas. Es lamentable que siendo los intereses de Occidente y del Oriente Medio comunes y complementarios puedan aparecer en ningún momento enfrentados. Es el Occidente de Europa el mercado natural de sus productos petrolíferos. El canal de Suez es Europa la que lo utiliza, valora y vivifica. En la intensificación de estas corrientes todos estamos interesados. Que se eleve el nivel de vida de las naciones del Oriente Medio, como mercado propicio de intercambios, interesa igualmente a las naciones del Occidente. El interés general nos empuja a un entendimiento. Por eso conviene revisar la situación, separándola de lo particular que puedan tener los grupos financieros internacionales.»

- ¿Cree Vuestra Excelencia que cabría, sin daño para la paz y para la seguridad del Occidente, la implantación de un neutralismo activo, como tercera instancia en las disputas internacionales de los grandes bloques políticos en pugna

- «Las dimensiones que las contiendas políticas internacionales puedan alcanzar no permiten ya esas posiciones cómodas de un neutralismo. Si la guerra llega a encenderse, sumergirá al mundo y pasará por encima de los derechos formales. Si esto pasó cuando las guerras podían localizarse, ¿qué no ocurrirá en el futuro, en que las guerras se presentan como totales? Cabe neutralismo activo en la paz, pero que desaparecerá al primer chispazo de la guerra. Lo cierto es que no hay ya nada que pague ni compense la guerra. Por ello, cuanto se haga por evitarla es salvar a la humanidad de una catástrofe.»

- Dentro de las circunstancias críticas que nos rodean, ¿puede España representar algún papel, más o menos decisivo, en la solución definitiva de los problemas que afectan a la región del Asia Menor, en su conjunto y en su conexión con el norte de África?

- «En el pequeñísimo margen que las naciones más poderosas dejan a las otras en los asuntos internacionales, España hace y hará cuanto pueda por la comprensión y el acercamiento del Occidente hacia los países del Asia Menor, contribuyendo a que la libertad, independencia y progreso de aquellos pueblos coronen sus legítimas aspiraciones. La conexión de aquellos problemas con los norteafricanos es más artificial que real. Lo único que los me es esta acción del comunismo soviético explorando las dificultades y las diferencias entre los pueblos, cualquiera que sea la región del mundo !n que se susciten.»

- ¿Considera Vuestra Excelencia que la no aceptación de la propuesta española para resolver en 1956 la crisis de Suez ha podido agravar los acontecimientos posteriores en aquélla zona?

- «Desde luego que con ella se hubieran evitado los sucesos posteriores, que tanto han perjudicado crédito del Occidente en algunos de aquellos países.»

- De cara al futuro, y en la hipótesis de un arreglo general en el Oriente Medio, ¿qué medidas podrían eliminar las causas que actualmente concitan el resentimiento de las masas y de muchos gobernantes de la región contra las potencias occidentales como bloque?

- «Una revisión general de la política que tuviese en cuenta las realidades de aquellos pueblos, cortando todo posible abuso; marchando con la corriente natural y no contra ella, y haciendo triunfar los intereses generales y comunes sobre los particulares de los grupos capitalistas y financieros, evitando por todos los medios dar pie para que las propagandas comunistas encuentren base en que poder apoyarse. Si queremos la libertad y la independencia de aquellos pueblos, necesitamos demostrarlo.»


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