INICIO

LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1959.


 
Discurso en Egea de los Caballeros.

09 de abril de 1959.

Aragoneses y españoles todos que me escucháis:

Nos encontramos ante un hecho trascendental de la Historia de España. Para vosotros, un hecho capital en vuestra vida de labradores, especialmente si lo medís por vuestras tierras sedientas, con el ansia, tantos años mantenida, de que llegarán un día las aguas a regar estos llanos; pero la empresa tiene una dimensión mayor, la empresa es la transformación de una parte sustancial de España; es de las obras más grandes que el hombre ha acometido, no solamente en nuestra Nación, sino en la propia Europa, de las que constituyen las obras públicas más importantes. El hecho de que las aguas del Aragón y del Cinca vengan a darse la mano en un paralelo al norte de las tierras secas de Aragón tiene una gran trascendencia, al permitirnos crear trescientas mil hectáreas nuevas de regadío. Representa la redención de este valle del Ebro, que se llamaba valle porque pasaba por él el Ebro, pero que en realidad estaba formado por un extenso desierto porque las aguas pasaban tan lejos y tan bajas que no podían fecundarlo.

La importancia de la obra os la da el que fuese ya concebida en el siglo pasado, en el que ya se pensó que las aguas del río Aragón podían, a través de un extenso y difícil canal, llegar a regar estas tierras. De entonces a hoy han pasado más de setenta años. Imaginaros lo que representa eso: dos tercios de siglo perdidos. ¿Qué hubiera sido de España y cuál la situación de Aragón si a su debido tiempo se hubieran acometido estas grandes obras, que habrían convertido estas estepas en los vergeles que el canal Imperial hizo de Zaragoza y los viejos regadíos en Cataluña y en Levante? La España que soñamos, sería ya un hecho.

Pero acontecimientos como éste deben hacernos meditar para aprovechar mejor las lecciones de la Historia. ¿Por qué hasta ahora no fué realizada la obra de los riegos del Alto Aragón? ¿Por que vuestras tierras han permanecido secas? No era porque faltase Franco, era que carecíamos de una política. Eso era lo que faltaba en España. En España no existía realmente una política. Existían hombres doctos que lo sentían y lo venían predicando; Costa el principal; pero valores aislados, que no llegaban a tomar estado político; era el fracaso de todo un sistema: la política de partidos, la lucha de pasiones, las intrigas políticas, la materialidad de no poder marchar.

Vosotros sabéis que en los tiempos del glorioso general Primo de Rivera se abrió para Aragón un horizonte de esperanza. Se crearon las Confederaciones Hidrográficas, se concibió una España grande, una España nueva regada y jugosa. Y, ¿por qué no se realizó? ¿Por qué aquella obra emprendida se detuvo y aun se retrocedió en ella? Porque, como siempre, los politicastros, la política de partidos, acabó minando la confianza en el General y evitando que pudiera realizarse la transformación de España.

Y con ellos vino la República. ¿Y qué fué la República? Los mismos perros con distintos collares; pero peor aún: el viejo sistema con gentes menos honestas. Y llegaron, con ella, los cinco años desgraciados, en que se perdieron ilusiones y esperanzas y en los que se renunció en España de manera clara y terminante, por el conjunto de sus partidos, a toda obra de engrandecimiento, a toda obra creadora de riqueza.

Esto os demuestra a todos la necesidad de nuestra unidad, el valor que encierra el que nos unamos firmemente los españoles, el que en la Nación exista una política levantada sobre todo aquello que nos une y que persiga el bien común, y que esa política esté llena de contenido, que tenga la solución para cada uno de nuestros problemas. Porque nosotros no hubiéramos podido realizar estas obras, ejecutar estos actos si no hubiéramos poseído un ideario político, si el Régimen no tuviera una política agraria, una política de regadíos, una política económica que los hiciera posibles. Hoy podemos realizar todo eso porque atesorábamos aquella política con firme voluntad de ser y para hacerla habíamos sabido forjar los instrumentos. Porque habéis de saber que detrás de esas obras grandiosas de esos canales que son de los mayores del mundo, que algunos llevan 60 metros cúbicos por segundo, está toda una serie de dificultades, de problemas técnicos y económicos, con kilómetros de túneles en las montañas, de acueductos para pasar los grandes barrancos y arroyos y ríos; cientos de kilómetros de acequias principales y secundarias y la construcción de los nuevos pueblos; todo lo que compone la colonización.

Y para esto el Régimen creó los instrumentos, y entre ellos el Instituto Nacional de Colonización. Porque, ¿qué habría pasado si se hubieran hecho los pantanos, los canales, las grandes obras y luego dejáramos esto discurrir en un régimen capitalista?

Yo os puedo decir que cuando acabó la guerra y pedí todos los proyectos que en España estaban en marcha sobre regadíos, todo lo que estaba a medio hacer, me encontré con dos pantanos hechos: el de Guadalcacín y el pantano de Sotonera. ¿Y cuántas hectáreas regaban? Absolutamente ninguna. Uno de ellos, el de Guadalcacín, llevaba veinticinco años hecho. Y el de la Sotonera llevaba ocho años. ¿Por qué no regaban? Porque se habían concebido dentro de un régimen capitalista. Hacía falta que los dueños de los terrenos quisieran hacerlo, y no lo hacían. Fue necesaria la llegada del Régimen, que éste tuviera un ideario y una política agraria. Que crease sus instrumentos, como el Instituto de Colonización, para poder llenar ese hueco que existía entre las grandes obras y la puesta en regadío, con la justicia social sobre la tierra.

Vosotros sois los hoy beneficiados por estas obras, todos estos pueblos de Navarra y Zaragoza que esperasteis durante medio siglo que las aguas llegasen a fecundar vuestras tierras. Pero estas grandes obras importan muchos miles de millones de pesetas. Representa, y tenéis que tenerlo en cuenta, un sacrificio de toda la: Nación, una preferencia en las inversiones, en servicio de esta obra grandiosa. Y España es muy grande y dilatada. Y lo mismo que existe aquí este problema, existe el problema en Badajoz, en Andalucía, en Cáceres, en Jaén, en Zamora y en muchas otras zonas de España. Unos, de grandes regadíos, que exigen inversiones ingentes; otros, de más pequeños regadíos, pero que ayudan a resolver este gran problema rural que en España va unido a nuestros secanos.

Por eso hemos de acometer las cosas con un carácter de urgencia, dándoles preferencia a las más urgentes, pero teniendo en cuenta que los recursos de una Nación no son ilimitados, tienen tope, y, dentro de ellos, debe hacerse lo más necesario y lo que en el orden económico más beneficie a todos.

Sin embargo, estas obras hidráulicas tienen tal potencia en sí mismas, encierran en sí tantos beneficios, no solamente para la comarca favorecida, sino para toda la Nación, que solamente se entienden cuando se conoce que el coste de una obra de regadíos es aproximadamente igual al importe de la producción de dos años de las tierras regadas, o sea que la riqueza nacional recupera por año un cincuenta por ciento de lo que ha invertido.

Yo quiero recordaros que la obra que hemos empezado y que comenzáis a disfrutar de ella es un trozo de la obra de una generación. No es una obra rápida, que se termine en dos o tres años; es una obra que comprende a nuestras generaciones, a mi generación y a la vuestra, y esto requiere que España viva en una continuidad política, en una seguridad absoluta en el mañana, que está en vosotros el sostenerla y mantenerla si queremos que no se tuerzan estos grandes proyectos. Sólo así sostendréis la continuidad de este resurgimiento, que no es beneficio para una comarca ni para un pueblo, sino que es beneficio para todos, beneficio para España entera. Porque de la riqueza y de la renta de las tierras regadas disfrutan todos los españoles: disfruta el comercio, disfruta la industria, disfrutan los transportes, se reparten bienes por toda la Nación que ayudan a alimentar a esta España que nosotros queremos hacerla muy grande con el esfuerzo aunado de todos vosotros; que, si habéis sido mis fieles soldados en la guerra, sabéis ser también mis fieles colaboradores en la paz.


   ATRÁS   



© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

E-mail: generalisimoffranco@hotmail.com