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LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1960.


 
Discurso con ocasión de la comida que le ofreció el Presidente de la República Argentina.

En el Palacio de la Moncloa, de Madrid, el 9 de julio de 1960.


Señor Presidente:

Con profunda gratitud he escuchado vuestras palabras. Nada puede alegrar tanto el corazón de los españoles como esa sensible y noble comprensión que nos mostráis del diálogo hondo y secular entre nuestros pueblos. En ese diálogo encontráis vosotros, argentinos, la viva raíz de vuestro ser, y en él encontramos nosotros, españoles, como un ensanchamiento de nuestro espíritu; un gozoso ensanchamiento hacia los horizontes ilimitados de América, en donde palpitan, jóvenes y vigorosos, los pueblos de nuestra común estirpe.

A ese espíritu filial con el que tratáis el nacimiento de vuestra nación, que dio lugar un día a la separación de nuestros pueblos, correspondió la comprensión de la vieja Patria, que supo superar con amor los dolores de aquel trance.

Si examinamos hoy, con la perspectiva y serenidad que nos da la distancia, aquel acontecimiento y analizamos los sucesos políticos que imprimieron carácter a nuestra vida en común en la primera década del pasado siglo, que culminan en la invasión napoleónica que provocó el alzamiento nacional, que puso en pie a las Españas de las dos orillas del Atlántico; si pensamos en la común decepción nacional al no haberse sabido aprovechar la victoria y ponderamos los graves errores políticos que caracterizaron a toda aquella época y que acabaron dando vida y razón a nuestras contiendas civiles, se explica el que el espíritu y vitalidad de los pueblos nuevos de América dieran ímpetu y decisión a aquellos españoles de Ultramar que, como los de hoy, no quisieron conformarse con la decadencia.

Si una guerra civil se encendió en América, dos guerras civiles y múltiples períodos revolucionarios nos sacudieron sucesivamente en el viejo solar, y aun en los tiempos modernos fue necesario una dura Cruzada para la salvación y liberación de nuestra Patria.

Esta generación de españoles que no pudimos conformarnos con una España en peligro de perecer, una España que, como vosotros, amábamos, pero que no nos gustaba, comprende mejor las causas que pudieron precipitar una emancipación que, por natural mayoría de ideas, un día tenía que llegar.

Al reconocemos unos y otros en el pasado, y pensar juntos en el futuro, estamos ya señalándonos una tarea que exige nuestra acción, un «eje de marcha» para que por él camine la gran familia hispánica con la convicción de que su inmenso potencial humano y su riqueza espiritual podrán movilizar una fuerza repleta de esperanza para el mundo actual.

Como decís, señor Presidente, aquí estáis para mostrarnos la realidad de un pueblo en el que ha fecundado la herencia española. y España, podéis estar seguro, os reconoce con orgullo irreprimible, al ver vuestra nación Argentina, que vos encarnáis en este momento, llena de dignidad y de ímpetu, depositaria fiel de sus tradiciones hispánicas y juvenilmente entusiasta con sus quehaceres de hoy y sus proyectos para el futuro; henchida de riquezas y de posibilidades y, al mismo tiempo, poblada por las sombras de sus héroes, imaginarios y literarios como Martín Fierro, o reales e históricos como los caudillos de vuestra Independencia, pero siempre hidalgos de pura fibra española.

En esta fe de vida rebosante que nos dais, España descubre el mejor capítulo de su historia -el de América-, porque no es un capítulo cerrado, sino abierto hacia el futuro, y en él está escrito indeleblemente el nombre de Argentina, vuestra patria, por cuya felicidad quiero, con emoción entrañable, brindar esta noche.


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.007. - España -

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