INICIO

LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1962.


 
Discurso ante la concentración de Mineros Leoneses.

Pronunciado en Ciñera, Cuenca de Santa Lucía, León, el 18 de septiembre de 1962.


Mineros de León:

He venido a visitaros muy complacido de poder tomar contacto con vosotros y deciros unas palabras, que deseo sean una lección política, porque todos los problemas de España son y se reducen a un problema político, que se encierra en el servicio del bien común. Y de cómo vamos cumpliendo este servicio, vosotros tenéis una muestra en todas las realizaciones del nuevo Estado y en particular en las obras sociales y en toda la legislación social de estos años.

Nosotros no partimos de un solar en el que pudiéramos edificar a placer: partimos de una herencia histórica, de lo que nos legaron; herencia que no podemos destruir, que tenemos que ampliar y multiplicar, que es un legado inalienable de la Patria, de la que somos meros administradores, y que hemos de legar a las generaciones futuras. Y, por tanto, tenemos que llevar el ritmo que nos permita la situación económica de la Nación. Y a pesar de ello, a pesar de las ruinas de la guerra, a pesar del anquilosamiento en que estaba la economía española, nos hemos enfrentado con los primeros problemas sociales de nuestra época, como la atención en la enfermedad a través del Seguro de Enfermedad, el salario familiar, el Seguro de Paro y, en fin, todos los Seguros Sociales y todas las instituciones de previsión que se han ido creando a través de estos años; reemplazando las viviendas insalubres por las casas baratas; creando los Montepíos y los Economatos, en fin, todo lo que se ha creado en estos años, tan agitados y, sin embargo, tan fecundos, que si no ha llegado al grado óptimo, que es nuestro deseo, marca, sin duda, pasos decisivos para la mejora de la Nación.

Nosotros nos enfrentamos con el sistema liberal, luchamos contra el egoísta sistema liberal; nos alzamos contra aquella República que organizaba la lucha de los hombres contra los hombres, que dejaba en libertad la explotación inicua del hombre por el hombre; porque nosotros nos negábamos a que la lucha de clases llevase a la ruina a la Nación. Nosotros deseamos, en vez de lucha, la colaboración de todas las clases, la unidad de todos los hombres y de las tierras de España, en el servicio de la Patria.

Nosotros luchamos por un estado moderno, nos enfrentamos con problemas hondos que no afectan sólo a España, sino a toda Europa, hemos buscado soluciones, hemos creado doctrinas, y a la doctrina del odio le hemos opuesto nosotros la doctrina del amor.

Pues, en efecto, ¿cuál es el contenido de nuestro sistema político? ¿Qué es el bien común, que nosotros queremos para los españoles? Pues el bien común podemos reducirlo a tres facetas: la espiritual, la nacional y la social.

Si miramos a la faceta espiritual, nos reconocemos como portadores de valores eternos, creados a imagen y semejanza de Dios, que tenemos en destino eterno principal que es el de salvar o perder nuestra alma. Y ese destino es el principio primero que un buen católico debe contemplar. Pero esto no se refiere sólo a los católicos, pues la ley de Dios no es sólo para los católicos, sino que es ley natural para todos. Y al que tiene la desgracia de no creer, para él también están los bienes de lo espiritual y los límites de lo moral. ¿Qué otra cosa son si no las sanciones de los códigos universales contra los quebrantamientos de la moral o de la ley de Dios? ¿Es que cualquiera de vosotros, por acaso, querríais jefes o directores que faltasen a
la ley de Dios?

Por tanto, fijaos cómo lo espiritual tiene que presidir el bien común. Pero como lo espiritual se expresa en formas históricas, ahora vamos a ver lo nacional. ¿Qué es lo nacional? Lo nacional es nuestra sociedad, la sociedad que constituimos nosotros, los hombres como entes sociales, en una sociedad que ha ido aumentando al compás de las necesidades que ha constituido la Patria española, la Nación española, con sus límites geográficos y con sus enlaces físicos y materiales. Y esta Nación es la que nos hace ser como somos, y nos cobija; es la base de nuestro bienestar. Por eso, de la riqueza de esta Nación, del progreso de la misma, de penden los vuestros. Si la Nación es rica, habrá bienestar para todas sus clases; si la Nación es pobre y se arruina, será la miseria y el hambre para todos. Y todo esto que vino consolidándose a través de los siglos es el legado inalienable que nosotros tenemos que ofrecer de mano en mano, mejorado, a las sucesivas generaciones.

Por tanto, no es licito, y va contra el interés de la Patria, todo lo que la dañe o perjudique, que es lo que con razón se llaman delitos de lesa patria, unos que están registrados en nuestros códigos y otros que todavía no han sido registrados.

Y tenemos otra tercera faceta, que es la social, que es la del bien común hecho distribución social, la justa distribución de la riqueza o, mejor dicho, la justa distribución de la renta; el acceso equitativo de todos los hombres a todos los puestos de la Nación y la legítima igualdad de oportunidades para todos.

No diréis, ni dirá nadie, que en estos veinticinco años no se vienen cumpliendo con un celo extraordinario, aun rebasando muchas veces los índices de lo que algunos estiman posible, con estas tres ideas, y no sólo en lo que se refiere a lo social, sino en todos los aspectos y oportunidades del bien común, a base de los sacrificios de todos.

Por eso digo que la Patria necesita que todos los días le ofrezcamos algo; y no podremos ofrecer algo si nosotros no tenemos el corazón abierto, si tenemos rencores o reservas en el corazón, De la unidad de los hombres y de las tierras de España saldrá la España grande; de las luchas intestinas entre españoles ya visteis vosotros lo que salió, en los tiempos por fortuna ya pasados.

Por eso quería daros esta lección política, advirtiéndoos que no vamos contra corriente de los demás pueblos del mundo. Lo que ocurre es que nosotros marchamos con claridad y lealtad, a cara descubierta, y no farisaicamente, como a veces marchan los otros.

Nosotros estamos en el camino de las soluciones políticas modernas. En el mundo se han enfrentado dos sistemas: el capitalista liberal, que explota al hombre y permite la explotación del hombre por el hombre, en el que el pez grande se traga al chico y el más fuerte arrastra al más débil, y el sistema comunista, que trata, por el contrario, de imponer la fuerza de la masa; ¡ah!, pero administrada por una minoría, el partido comunista, que ejerce, sin piedad, la dictadura.

A lo que han llegado los dos sistemas todos lo sabemos: uno es la Europa occidental, con su progreso, pero con su injusticia; otro es Rusia, con sus checas y la esclavitud de los campos de concentración.

Nosotros no podemos aceptar ninguno de los dos caminos: uno, con la Empresa estatal manejada por el Estado policía, negando toda clase de libertades; otro, con una libertad aparente que acaba en la tiranía y en el libertinaje. Nosotros no podemos aceptar la negación de la Empresa privada para sustituirla por la estatal, ni la negación de toda propiedad y toda libertad
Nosotros buscamos verdaderas soluciones a nuestros problemas. No negamos la legitimidad de lo social ni la de la libertad. Nosotros queremos una libertad real, las máximas libertades compatibles con la autoridad y con el orden. Nosotros queremos la Empresa libre, la libertad de la Empresa, pero también pedimos y exigimos el derecho del Estado a ofrecer al pueblo los beneficios de la Empresa pública.

Y estas soluciones españolas, esta política española, hieren los intereses de los credos políticos capitalistas liberales, los de la masonería y también los del comunismo. Por eso son las ofensivas contra España, la compra de agentes, el soborno de traidores, para perturbar la parte productiva de nuestra Patria, para frenar su desarrollo, para que no se realice nuestro bienestar, el bien común que precisa España, y en el que hoy nuestro Régimen va por delante de los regímenes extranjeros.

Nosotros estamos avanzados respecto de ciertos sistemas europeos, porque estamos convencidos de que quien no se renueva o procura renovarse está condenado a morir; de ahí nuestra evolución constante y nuestro deseo de superación. Como he dicho muchas veces, nuestras metas son las mismas, aunque vayamos a veces por caminos distintos, y hemos creado un sistema político que es beneficioso para todos; por eso tenéis que enraizaros en él y defenderlo con vuestras uñas y vuestros dientes, porque en él está el porvenir, la grandeza de España y el bienestar para vuestros hijos.

¡Arriba España!


   ATRÁS   



© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.007. - España -

E-mail: generalisimoffranco@hotmail.com