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LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1967.


 
Mensaje dirigido por S.E. el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, ante el año 1968.

Pronunciado ante los micrófonos de Radio Nacional de España y las cámaras de Televisión Española la noche del 30 de diciembre de 1967.


Españoles:

Una vez más llega esta ocasión, en la que en el tránsito de un año a otro, entre la emoción familiar y cristiana de las fechas pascuales, os hablo en nombre de la Nación. Si en todos los momentos me produce emoción el sentirme en comunicación con vosotros, ésta se hace más entrañable cuando, como en estas fechas, sentimos todos los hombres con mayor sensibilidad los deseos de unión y de paz, en las que la Patria acentúa su carácter de gran familia y en cuyo servicio me corresponden especiales y difíciles responsabilidades.

Llega la hora de reflexionar sobre el camino recorrido en 1967. Y tal meditación es tanto más necesaria y útil cuando la realizamos dentro de un clima amable y hogareño, en medio del cordial afecto de familiares y amigos que disfrutan con nosotros del remanso de paz que es nuestra Patria, en contraste con un mundo alterado por la supervivencia de rivalidades y ambiciones y bajo la amenaza de peligros apocalípticos. Agradezcamos a Dios la paz que disfrutamos y, siguiendo el Mensaje de nuestro Pontífice, trabajemos y pidamos por la paz.

REALISMO y ESPERANZA

En estos momentos tengo presentes en mi ánimo a todas las familias españolas, cualquiera que sea su situación. A todas quisiera llegase en estos momentos mi recuerdo como el de un español al que, más que su voluntad, el curso de la Historia ha llevado a ser el Jefe de la gran familia española a lo largo de más de treinta años. Es con esta perspectiva con la que os hablo, que creo constituye una sólida base para una mutua confianza. Mis preocupaciones y mis alegrías se identifican en todo con las vuestras y ninguno de vuestros problemas me es ajeno. Yo sé muy bien que sería más grato halagar a los oídos con promesas inseguras o proyectos imprecisos que usar un lenguaje moderado y realista. Pero no es así como se habla en una familia (donde todos nos conocemos hace mucho tiempo). Las familias saben muy bien que ni a todos sus miembros corresponde la misma suerte, ni en todas las épocas las cosas marchan con igual facilidad. y precisamente las familias deben estrecharse más, concentrarse sobre sí mismas y así suelen hacerla, cuando es necesario afrontar dificultades o problemas. y a la larga todo se supera y la vida nos ofrece nuevos motivos de alegría y esperanza.

DESARROLLO POLÍTICO

Como decía en mis últimos mensajes, éste es por excelencia el año del desarrollo político del Régimen. A lo largo de él hemos ido cerrando el armazón institucional del Estado para dotar a España de una estructura sólida y eficaz, que permita ir acoplando los revestimientos que mejor convengan a cada época. Torea que por su propia dimensión y trascendencia ha exigido una atención especial, como corresponde al desarrollo de una Ley tan importante como la que mereció vuestro unánime refrendo del 14 de abril de 1966. Se culmina, pues, una etapa que ya podemos calificar de histórica, y en la que hemos recorrido un largo trecho sin desmayos y, sobre todo, sin precipitaciones. Porque de poco hubiera valido construir muy rápidamente si luego los pilares básicos de ese gran edificio que es el Estado, pudieran agrietarse o conmoverse.

Lo mismo en el orden político como en el social o en el económico, hemos caminado sin desmayos ni pausas sobre nuestra propia experiencia. La tarea de estructurar un país, de institucionalizar un Estado con el refrendo de toda la Nación, partiendo como nosotros de la nada, es obra que justifica sobradamente a una generación y nosotros lo hicimos sabiendo que el futuro de España dependía, ante todo y sobre todo, de la manera como los hombres de España se fundieran en la unidad que hoy demostramos.

ÉPOCA DE TRANSFORMACIÓN

Nadie puede dudar que nos ha tocado vivir una época difícil, que tiene caracteres de verdaderos tiempos revolucionarios. En un espacio relativamente corto hemos visto cambiar muchas costumbres y aun principios morales largo tiempo vigentes han pasado a ser materia de discusión. Este ambiente de cambio y reconsideración ha afectado en grado más acusado a los sistemas económicos y sociales y a las fórmulas de convivencia internacional. Las transformaciones de la sociedad contemporánea, unas mejores y otras peores, son en su conjunto sistemas de una época de extraordinaria vitalidad y de una aceleración histórica importantísima en la vida de la Humanidad. Pero no es extraño que tales cambios afecten de forma difícilmente previsible a los pueblos y pongan en peligro muchas veces su paz, su tranquilidad y sus tradiciones. Gracias a Dios nosotros hemos conseguido, sin cerrarnos al signo positivo de la Historia, superar los riesgos que este ambiente de cambios comporta, manteniéndonos en una línea firme de paz y progreso, sin perder nunca el sentido de la realidad, ni de la fidelidad a unas esencias, que constituyen nuestra más interna fortaleza.

PERFECCIONAMIENTO DE LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS

Hemos dado pasos verdaderamente importantes en el perfeccionamiento de las instituciones políticas con la incorporación activa del pueblo a las tareas públicas y en esta dirección hemos destacado notabilísimamente el papel social que corresponde a la familia. Está claro nuestro propósito de seguir adelante nuestro perfecciona- miento político, pero sin comprometer el principio de autoridad, tan importante en un pueblo como en una familia y que tanto nos costó recuperar en España, después de largos períodos de desorden y anarquía.

La política, siendo fiel a unos principios espirituales, comunes a todos los pueblos de raíz cristiana, es diversa en cada país, del mismo modo que es diverso el carácter de los problemas de cada familia y, por tanto, la forma de resolverlos. No admiten, por consiguiente, soluciones mágicas o fórmulas universales. Por ello, nosotros, convencidos del valor supremo de la libertad y también de la necesidad de una autoridad firme para mantenerlos en beneficio de todos, en forma estable y ordenada, hemos creado nuestras instituciones y sistemas mirando a nuestro pueblo, a los hombres con que contamos, a las necesidades y criterios de nuestras familias, y no Seguimos, ni seguiremos nunca, el erróneo camino de trazar estructuras que, ideales en el papel, luego pudieran resultar inviables a la hora de aplicarse, arrastrando las consecuencias de poner en peligro la seguridad que España necesita para llevar adelante sus propósitos de resurgimiento.

En el orden político-social hemos tenido una gran satisfacción en el año que termina con la promulgación en 27 de marzo de la gran Encíclica «Populorum Progressio», que vino a respaldar con su doctrina cuanto veníamos practicando durante treinta años; sus líneas generales para el desarrollo de los pueblos, la toma de con. ciencia de la cuestión social, la inquietud por el desarrollo integral del hombre, la atención a su salud física y moral, la redención del analfabetismo, la extensión de la cultura y la igualdad de oportunidades, la nivelación de las desigualdades sociales, la marcha hacia condiciones de vida más humanas, los principios sobre la propiedad y el uso de la renta, sus impugnaciones contra los abusos del liberalismo, el concepto sobre el trabajo y la conveniencia de la planificación, son principios en ella mantenidos para nosotros tan familiares, que han caracterizado toda nuestra obra durante tres décadas. ¡Qué alegría no ha de producirnos el ver tan altamente confirmadas nuestras soluciones!

FIRMEZA Y PRUDENCIA

Pero precisamente por lo complejo de los problemas y las dificultades que en sí presentan, hemos marchado con firmeza, pero con prudencia, sin construir castillos en el aire, teniendo siempre presente que hay momentos en que es imprescindible ajustar la marcha, ser consecuentes y acomodarnos a las posibilidades de nuestra realidad, salvando las dificultades, con la vista puesta en la prosperidad que ha de venir. ¡Cuántas veces en la vida, para dar un salto, necesitamos retroceder unos pasos para tomar impulso que nos permita un avance mayor! Son tan complejas y tienen tales incidentes las situaciones que escapan a nuestro control que tendríamos que renunciar al progreso si quisiéramos hurtarnos a estos fenómenos. ¿Qué representan nuestros ajustes de hoy comparados con los problemas que hemos superado al correr de los años y que hemos dejado atrás? Quizá ahora mejor que nunca convenga recordar que todo lo logrado no se ha conseguido sin dificultades, sino que es el resultado de sacrificios y esfuerzos colectivos; pero también es bueno dejar sentado que ningún sacrificio fue vano y que los esfuerzos tuvieron siempre la merecida recompensa.

Yo estoy seguro de que, igual que en otras ocasiones, los españoles responderán al unísono para superar las dificultades de estos meses en la misma línea de solidaridad que hemos mantenido durante tantos años. De esta manera todos podremos compartir a plazo corto, en medio de un proceso ininterrumpido, los frutos que vamos a alcanzar.

UNIDAD, VOLUNTAD Y CONSTANCIA

El año finaliza con una prueba más de cuanto pueden la unidad, la voluntad y la constancia para el destino de los pueblos, al ofrecernos el triunfo más trascendente de la historia de nuestra política exterior, que, sin duda, ha llenado de alegría a los hogares españoles: el reconocimiento en la Asamblea de las Naciones Unidas, por la gran mayoría de las naciones del mundo, de nuestra razón en la reivindicación de Gibraltar. Demos gracias al Todopoderoso por aproximarnos a la hora de la justa reparación y nuestra eterna gratitud para las naciones que nos acompañaron con sus votos.

No quiero retener más vuestra atención. Mi deseo es que aprovechéis lo mejor posible estos días para la convivencia familiar, la alegría y el descanso. Solamente he querido haceros partícipes del sentido de solidaridad que la Patria nos exige en cada momento, y pediros, una vez más, que os mantengáis unidos, despiertos y tenaces en torno a la empresa común, que en 1968 habrá de cumplir nuevas etapas.

Con la experiencia de mis años a vuestro servicio y mi voluntad permanente de conseguir una España próspera, pido al Señor que siga ayudando a la paz del mundo, a nuestra Patria y a vuestras familias. Que cada uno sepa cumplir con su deber y España tendrá un nuevo año de paz y de ventura.

¡Arriba España!


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.007. - España -

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