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Declaraciones a la Prensa.


 
Declaraciones al «Washington Post».

7 de septiembre de 1952.

El «Washington Post», en su número del domingo y en lugar preferente de la sección política, publica un amplio articulo en que el publicista norteamericano M. André Visson recoge la conversación que ha mantenido recientemente en San Sebastián con el Generalísimo Franco, y durante la cual éste hizo importantes manifestaciones relacionadas con los problemas de las negociaciones hispanonorteamericanas.

El periódico publica como titulo de la información la siguiente frase:

«Corrigiendo alguna inexactitud y otro encabezamiento que dice: «Los burócratas retardan las conversaciones. En su número del sábado el «Washington Post» anunciaba la información de las declaraciones del Jefe del Estado español con el título: «Franco dice todo a André Visson. Una entrevista exclusiva por el Generalísimo español.»

Andrés Visson comienza su artículo con las siguientes palabras:

«Muchas cosas inexactas se han escrito últimamente sobre sus negociaciones con nosotros», afirmó el Generalísimo Franco. «Tratemos de ver1as desde la realidad.»

El Generalísimo Franco pronunció estas palabras sin la más ligera irritación ni enojo. Pude contemplar su rostro curtido su mirada sutil, animada por una sonrisa amistosa. Vestido con su traje civil, transmite la impresión de un hombre perfectamente reposado. Me recibe en el palacio M Ayete, emplazado entre verdes montañas, a pocos minutos en coche de la ciudad y de las playas repletas de gente.

«Primeramente, es del todo incierto decir, como algunos periódicos lo hicieron, que estamos discutiendo con ustedes la transferencia de nuestras bases. Ni un solo español aceptaría tal transferencia.» «y -añadió Franco- ningún funcionario americano ha hecho nunca tal sugerencia. Nosotros discutimos tan sólo, y continuamos haciéndolo, sobre cuál es la mejor forma de utilizar, conjuntamente con ustedes, las facilidades de nuestras bases, tanto en tiempo de paz como en la guerra.»

«En segundo término, será bueno recordar que las presentes negociaciones fueron puestas en marcha por iniciativa de ustedes. Se puede añadir quizás que algunos de los funcionarios norteamericanos, que al principio hemos considerado como negociadores, han resultado tener la misión de explorar las ventajas que nosotros pudiéramos ofrecer a la común defensa de Europa, del Mediterráneo y de África del Norte. Pero no estaban autorizados para negociar con nosotros. Las negociaciones vinieron mucho después.»

«Algunas personas de su país pueden tener la impresión de que las negociaciones van demasiado despacio.» Centellean los ojos pardos, oscuros, del General Franco, quien continúa: «y también hay algunos en nuestro país que tienen la misma impresión. Pero la verdad es que las negociaciones están en manos de funcionarios expertos. ¿No son ellos los que tienen que acelerar?»

«Hay que darse buena cuenta de que las negociaciones se llevan a cabo entre los expertos militares y economistas de ambas naciones; pero, por el momento, no han alcanzado aún un punto tal que permita continuar las a vuestro embajador, Mac Veagh, y nuestro Ministro de Asuntos Exteriores, Martin Artajo.»

«Así -continuó diciendo el General Franco- se puede uno dar cuenta de que toda información prematura puede dificultar o aun comprometer el éxito de las negociaciones. Sus funcionarios en nuestro país coinciden en esto enteramente.»

«Finalmente, debemos tener en cuenta que existe en otros países determinado número de personas ti que verían encantadas el fracaso de nuestras negociaciones. Por eso tienen interés en difundir rumores e informaciones que hagan creer a la opinión pública norteamericana que existen demasiados obstáculos para que tengan éxito las negociaciones.»

«Ciertamente, existen muchos aspectos, tanto militares como económicos, que deben coordinarse v tenerse en cuenta. Pero nuestra misión principal es la de determinar cuáles son nuestros intereses comunes y actuar de acuerdo con ellos.»

«Ustedes están decididos a defender a las naciones libres del mundo contra el peligro comunista, tanto interior como exterior. Nosotros, en España, hemos vencido el peligro comunista interior y estamos decididos a defendernos contra la amenaza exterior sin tener en cuenta la ayuda que podamos recibir del exterior.»

Pregunté al General Franco si, en su opinión, el peligro de guerra había aumentado o disminuido en los dos años, a lo que respondió: «Mi parecer es que no ha cambiado en ninguno de los dos sentidos.» No cree que los soviets quieran comenzar una guerra mundial, pero se pregunta cuál podría ser su reacción si continuamos nosotros en los Estados Unidos declarando que una vez que hayamos alcanzado el poderío suficiente echaríamos atrás el telón de acero. «El objetivo inmediato -continúa diciendo el General Franco- es el de organizar una adecuada defensa de las naciones libres.» En su opinión, existen tres formas diferentes de considerar tal problema. La primera consiste en preparar la defensa de las naciones libres de Europa donde sea posible -cuanto más al Este, mejor-. La segunda podría consistir en organizar la defensa de Europa Occidental en aquel lugar donde fuese más fácil la misma en el caso de un victorioso ataque enemigo. Ello significaría haber resuelto la defensa de la Península Ibérica. La tercera idea -la más pesimista- seria renunciar a la defensa de Europa y organizarse para una lucha desde el Norte de África. Ciertamente ésta es una concepción falsa, y el General Franco, favorece la combinación de los dos primeros puntos.

Pregunté al General Franco si se podría disponer del ejército español si fuese necesario para luchar al norte de los Pirineos. 

«España tiene un tratado de mutua ayuda con Portugal y está negociando actualmente un acuerdo bilateral con los Estados Unidos. Si otras naciones se hallan interesadas en realizar similares acuerdos con España a ellas les corresponde el hacerlo saber a nuestra Nación.»

El General Franco habló largamente sobre el esfuerzo que había realizado España durante los diez últimos años -sin ninguna ayuda del exterior- para cicatrizar las heridas de la guerra civil.

Se mostró especialmente orgulloso de los resultados realizados en los aspectos económico y social, e insistió en la creciente importancia de los factores económicos en el mundo actual.


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