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Actualizada: 27 de Diciembre de 2012.    

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  General del Frente Popular


 Manuel Matallana constructor de la Línea XYZ para la defensa de Valencia


  Por Eduardo Palomar Baró.


 



Nació en Madrid el 25 de diciembre de 1894 en el seno de una familia conservadora y de alto nivel social. Como hijo de un capitán de infantería, Manuel Matallana Gómez siguió también la carrera castrense. Entre 1909 y 1912 realizó sus estudios en la Academia Militar de Infantería de Toledo, participando posteriormente en la campaña de Marruecos durante varios periodos alternos. En 1923 marchó a la Escuela Superior de Guerra de Madrid, donde estuvo cursando sus estudios de Estado Mayor durante 3 años, licenciándose con el Diploma de Estado Mayor.

 Se encontraba destinado en la Capitanía General de Galicia en La Coruña cuando se produjo, el 14 de abril de 1931, la proclamación de la Segunda República española, a la que juró fidelidad. Por sus anteriores servicios en la Campaña de Marruecos, fue condecorado con la Gran Cruz de San Hermenegildo. Aunque durante ésta época se mantuvo en la carrera castrense y continuó con su formación militar, también se interesó por la Jurisprudencia y en 1934, tras realizar sus estudios, obtuvo la Licenciatura de Derecho.

 Al estallar la Guerra Civil española, se hallaba destinado en la plana mayor de la II Brigada de Infantería, de guarnición en Badajoz. Se mantuvo, no obstante sus ideas conservadoras y derechistas, fiel al Gobierno republicano, ocupando en los primeros meses de la contienda diversos puestos burocráticos de poca importancia, quizá porque no inspiraba demasiada confianza a sus superiores. El 21 de mayo de 1937 sustituyó a Vicente Rojo en la jefatura del Estado Mayor del Grupo de Ejércitos Centro-Sur, aunque volvió a colaborar con él nuevamente a propósito de la planificación de la Ofensiva de Brunete. Aunque el ataque republicano fracasó, en septiembre de 1937 fue ascendido a Coronel.

 El 30 de abril de 1938, tras el corte en dos de la zona republicana, pasó a ocupar la jefatura de Estado Mayor del recién creado Grupo de Ejércitos de la Región Central (GERC), y desde allí planificó la defensa de Valencia frente a la nueva amenaza del Ejército nacional que se cernía sobre la capital levantina.

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A principios de 1938 el ejército republicano se había agotado en una serie de cruentos combates por Teruel. La ofensiva de Aragón lanzada por Franco en marzo de ese año y que tuvo su continuación en la de Levante, fue una de las operaciones decisivas de la guerra. Dividió a la República en dos zonas, desmoralizó a sus dirigentes y mostró la superioridad del Ejército nacional en un frente que los republicanos habían considerado más bien secundario.  

El 22 de febrero de 1938 los nacionales reconquistaron Teruel. Finalizaba así una batalla que había durado algo más de dos meses. El resultado para los republicanos fue el mismo que Brunete o Belchite, éxito inicial, contención del avance y retirada final con gran cantidad de pérdidas en hombres y armamento. Ante la débil posición sostenida ahora por la República en Aragón, Franco decidió iniciar una ofensiva general en todo el frente. Sabía que ante él se encontraba un ejército republicano desmoralizado e insuficientemente armado.

El ataque comenzó el 7 de marzo de 1938 y ya en sus primeros momentos se advirtió lo débil que era la resistencia republicana. La ofensiva partiría de dos posiciones, una al norte del Ebro y la otra al sur. En el sur el frente se rompió por varios puntos. El 10 de marzo se reconquistaba Belchite. La superioridad aérea era aplastante a favor de los nacionales lo que posibilitaba un avance rápido. El 17 de marzo cayó Caspe ante el empuje de tres divisiones nacionales que arrollaron a las Brigadas Internacionales enviadas para resistir. En 10 días el ejército nacional se encontraba a 110 km. de su posición inicial de partida. En el norte la ofensiva dio inicio el 22 de marzo en las líneas de Zaragoza y Huesca ante las posiciones ocupadas por fuerzas catalanas desde 1936. En un sólo día Huesca fue liberada de su cerco y al norte de Zaragoza se conquistó Alcubierre y Tardienta. Desde el sur el Cuerpo de Ejército Marroquí con el general Juan Yagüe Blanco al frente cruzó el Ebro y conquistó Pina.

El 25 de marzo de 1938 Yagüe ocupó Fraga y entró por primera vez en suelo catalán. Ante sí se encontraba la ciudad de Lérida que tardó una semana en ocuparse, el 3 de abril de 1938, tras duros combates con la fuerte resistencia republicana de Valentín González “El Campesino”. Por el norte se ocupó Barbastro pero los Pirineos constituían una zona ideal para la defensa y el avance era más lento. Al sur los frentes se habían desplomado y la desbandada republicana era general. En este avance nacional participaban también unidades italianas del CTV (Corpo Truppe Volontarie). A principios de abril el avance por el norte de Cataluña ya obtenía sus frutos. El 8 de ese mes cayeron Balaguer, Camarasa y Tremp lo que dejaba las plantas hidroeléctricas que abastecían a Barcelona en manos nacionales.

En el mes de abril parecía que la guerra iba a llegar a su fin. Los nacionales alcanzaron el Mediterráneo por el pueblo castellonense de Vinaroz el 15 de abril de 1938. El 31 de mayo de 1938 el Generalísimo Franco pasó revista en el puerto de Vinaroz a una agrupación táctica formada por el cañonero “Canalejas”, el minador “Júpiter” y una flotilla de destructores, acompañado por el Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada, Juan Cervera Valderrama.

Con la toma de Vinaroz habían dividido en dos la zona republicana y aislado completamente a Cataluña. Ante ellos se encontraba un frente prácticamente inexistente. El general Juan Yagüe pidió autorización para continuar el avance hacia el interior de Cataluña y tomar sin dificultades una indefensa Barcelona. Pero Franco decidió detener la ofensiva durante unos días, debido al cansancio que mostraban las tropas que habían avanzado sin parar desde marzo y en la férrea defensa de la bolsa republicana de Bielsa (Huesca) en donde los nacionales, en una operación envolvente, quedaron cercados por espacio de tres meses la 43 División del ejército del Frente Popular que mandaba el teniente coronel de milicias Antonio Beltrán Casaña, y algunos elementos de la 32, de los cuales unos 4.000 hombres consiguieron cruzar la frontera y refugiarse en Francia. Así pues, en el norte se habían distraído fuerzas necesarias para la continuación de la ofensiva. Además cuando ya estuvo preparado para seguir avanzando, Franco decidió que la dirección de la ofensiva debía ser conquistar Valencia y no Barcelona.

A finales de abril dio comienzo por tanto la ofensiva de Levante que debía culminar con la caída de Valencia, la nueva capital republicana de guerra. Pero los republicanos resistían con firmeza y valor en las alturas del Maestrazgo por lo que el avance era muy lento. Castellón resistió hasta el 14 de junio de 1938. Para romper definitivamente el frente se realizó una amplia concentración de unidades nacionales que inició su avance en dirección a Valencia el 5 de julio de 1938.

El frente empezó a derrumbarse como ya ocurriera en Aragón durante la primavera y las divisiones nacionales avanzaron hacia el sur 95 kilómetros en cinco días. Valencia parecía estar al alcance pero antes debían tomar el pueblo de Viver unos pocos kilómetros al norte de la capital. El 18 de julio llegaron a sus inmediaciones pero ante ellos se extendía la línea de fortificaciones mejor construida de la guerra, la llamada Línea XYZ o Línea Matallana que, ocupada por dos cuerpos de ejército republicanos, resistió todos y cada uno de los ataques llevados a cabo por los nacionales entre los días 18 y 23 de julio de 1938 y que les costaron alrededor de 20.000 bajas sin ganancia alguna de terreno. Valencia se había salvado. Los ataques se interrumpieron debido al agotamiento y a partir del día 25 otro frente concentró toda la atención de la guerra, los republicanos atacaban por el Ebro.

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Como parte del dispositivo defensivo Manuel Matallana dirigió, durante el año 1938, las obras para la construcción de la Línea XYZ, un sistema de defensa en profundidad que se alargaba desde la provincia de Teruel hasta el Mar Mediterráneo, con el fin de defender Valencia contra los ataques de las tropas nacionales, enmarcados dentro de la conocida como Ofensiva o Campaña de Levante.

Un rasgo importante de la Línea XYZ es que no estaba formada por una franja de fortines o refugios hechos con cemento reforzado como había sido el Cinturón de Hierro de Bilbao en el año 1937 (y como también la Línea Maginot en Francia), sino que era una “defensa en profundidad” constituida por una red de trincheras y refugios excavados para aprovechar el terreno áspero de las colinas que rodean Valencia por el norte y el noreste. Así pues, no era un completo sistema de búnkeres y fortificaciones de hormigón armado, sino un sistema de trincheras y defensas en profundidad, que aprovechaban las dificultades orográficas, especialmente las de la zona, como el Maestrazgo.

 En toda la línea destacaba la presencia de fortificaciones, trincheras y, en algunos casos, blocaos que en determinados puntos se encontraban rodeados de alambre de espino, si bien en su mayoría estas fortificaciones se encontraban en posiciones elevadas o con grandes desniveles que las hacían inexpugnables a un asalto de infantería e impracticables para el asalto de blindados y tanques.

 La línea se extendía desde la costa del mar Mediterráneo, a la altura de Nules, hasta llegar a Santa Cruz de Moya (Cuenca), constituyendo una enrevesada línea de posiciones que serpenteaba por las provincias de Valencia, Castellón y una parte de Teruel hasta entrar en Cuenca. Su extraordinaria longitud se debía a que estaba diseñada para proteger a Valencia tanto de un asalto frontal, en un avance por la costa, como por el Oeste a través del frente de Teruel. Fue diseñada y ejecutada bajo la dirección de Manuel Matallana, que se había hecho cargo de las tropas republicanas en el Levante y, en definitiva, de la defensa de Valencia frente al avance de los nacionales.

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Así pues, se establecieron una serie de líneas de contención y fortificaciones entre el sur de Castellón y el norte de Valencia con el objetivo de esperar hasta la llegada de los ejércitos nacionales en caso de que las tropas republicanas no pudieran detenerlos más al norte. Tras conquistar Castellón el 14 de junio de 1938 por las tropas del general Antonio Aranda Mata, el 5 de julio se lanzó la ofensiva final para alcanzar Valencia, con gran despliegue artillero y aéreo. El plan del bando nacional era fijar el frente en la línea Segorbe-Sagunto para luego avanzar hacia Valencia. Las tropas nacionales habían avanzado un total de 95 km al sur durante toda la ofensiva, hasta hallar un nuevo obstáculo en la Línea XYZ que protegía Valencia, la cual iba desde la Sierra de Javalambre, pasando por la Sierra del Toro hasta la localidad de Almenara, junto al mar, con su centro en la población de Viver donde se atrincheraban dos cuerpos de ejército republicanos al mando del general Manuel Matallana, sumando siete divisiones. Lo que desconocían los soldados nacionales es que era este el núcleo principal de las defensas republicanas en la zona.

 Las tropas nacionales lanzaron su primer ataque masivo contra esta línea el 13 de julio, pero resultó del todo estéril frente a la resistencia del Ejército Popular; la aviación nacionalista no logró inutilizar las defensas republicanas en terreno montañoso, adecuadamente ocultas a los aviones nacionales, incluso a la Legión Cóndor o la Aviación Legionaria. Tales trincheras disponían de acertados sistemas de comunicación entre sí, permitiendo a los defensores neutralizar los avances enemigos, los cuales podían ser repelidos con fuego cruzado de ametralladoras desde muy diversas posiciones, gracias a que las trincheras republicanas aprovechaban muy bien las irregularidades del terreno. Las fuerzas nacionales lanzaron diversos ataques frontales con gran despliegue de tropas, pero este esfuerzo fue inútil, más aún por cuanto las tropas atrincheradas de los rojos tenían ventaja táctica sobre los nacionales, imposibilitados de lanzar ataques sorpresa, y donde la toma de una trinchera podía ser tan sangrienta como inútil en tanto ello no aseguraba la dislocación del sistema defensivo. Las tropas del bando nacional contaban con superioridad numérica en artillería, pero pese a batir constantemente el terreno enemigo por tres días, desde el 20 de julio de 1938, sus ataques no desordenan el orden de defensa de los republicanos, que mantuvieron sus posiciones.

 

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El 25 de julio de 1938 los republicanos cruzaron el Ebro, unos 100 km. al norte de Sagunto, en una importante ofensiva del Ejército rojo con el objetivo de aliviar la presión de sus camaradas del levante. A partir de entonces el frente quedó en relativa calma exceptuando algunos tiroteos y combates de carácter local, porque una vez que terminó la Batalla del Ebro los estrategas franquistas seguían concentrados en el frente catalán y dieron carpetazo final a sus planes de ofensiva en el Levante.

Esta situación llegó a su punto final en marzo de 1939, cuando se produjo la Ofensiva final de las tropas franquistas, en el contexto de la descomposición de la España republicana tras el Golpe de Estado del Coronel Segismundo Casado López. La en otro tiempo inexpugnable Línea XYZ, en aquellos momentos del 28 de marzo de 1939 no era más que una posición abandonado y silenciosa. No obstante hubo algunas resistencias aisladas por parte de grupos de soldados, con el objeto de dar tiempo a escapar a aquellos que lo desearan, pero el 29 de marzo de 1939, las tropas de Franco ya controlaban la capital valenciana y todo el entramado defensivo de la Línea XZY.

El asalto de los nacionales, largamente esperado, comenzó en junio con una gran concentración de unidades militares y aunque lanzaron numerosas acometidas, las tropas rojas lograron resistir la embestida. Por la reciente victoria defensiva en Valencia, el 16 de agosto Matallana fue ascendido al Generalato. En los últimos meses de 1938 estuvo colaborando con Vicente Rojo Lluch y encargado de la planificación y organización del “Plan P”, una proyectada ofensiva republicana sobre los frentes de Extremadura y Andalucía que contaría con un desembarco señuelo en Motril.

El “Plan P” constituía una operación militar para atacar la zona del frente situado en las provincias de Cáceres y Badajoz en una ofensiva hacia el oeste, hasta alcanzar la frontera con Portugal. El propósito era dividir en dos partes el área controlada por el bando nacional en la zona de Extremadura, separando Andalucía y León bajo el dominio de los nacionales. Matallana, que al principio colaboró plenamente en su planificación, terminó oponiéndose abiertamente y después de poner numerosas quejas y negativas, el “Plan P”, después de tres intentos, se suspendió finalmente. El fracasado “Plan P” fue sustituido por una ofensiva menor en el Frente de Extremadura, comenzada el 5 de enero de 1939, pero a pesar de los avances y el territorio conquistado, el resultado fue decepcionante y a principios de febrero las tropas republicanas habían vuelto a su punto de partida. La deficiente actuación del Ejército Popular en esta ofensiva volvió a plantear numerosas dudas sobre Matallana, cuyo Cuartel General había emitido numerosas órdenes contradictorias, en especial, prohibiendo nuevas ofensivas y ralentizando el avance. Matallana, por otra parte, mantenía cada vez más una actitud derrotista, en especial después del descalabro republicano en la Batalla del Ebro y la Campaña de Cataluña. Lo cierto es que desde comienzos de año la Quinta columna madrileña venía tanteando la lealtad de Matallana y otros oficiales. Matallana empezaba a contactar con agentes secretos del servicio secreto franquista.

 El 16 de febrero asistió a una reunión en el Aeródromo de Los Llanos (Albacete) entre el presidente del Gobierno Juan Negrín y los principales dirigentes militares republicanos, a la que asistieron los generales Leopoldo Menéndez López, José Miaja Menant, Antonio Escobar Huertas, Domingo Moriones Larraga y el Almirante Miguel Buiza Fernández-Palacios. Se expuso la necesidad de negociar con Franco el final de la guerra, en vista de la pésima situación militar de la República.

Matallana, en dicha reunión, manifestó: “Pueblo y Ejército coinciden en la necesidad de que la guerra termine inmediatamente; el hambre obliga a tomar una decisión; la moral es de derrota. El Ejército carece de materias primas, vestuario y equipo para la tropa; la desmoralización es casi total. Las reservas son escasas; poca y desgastada la artillería; ausencia casi absoluta de morteros; reducida cantidad de armas automáticas; la Aviación, sin eficacia, y lo mismo ocurre con los carros blindados y material antitanque y antiaéreo. El problema de los transportes es pavoroso y se carece de los repuestos y accesorios necesarios. El enemigo se encuentra en inmejorables condiciones para abatir a un Ejército integrado por fuerzas débiles y mal dotadas”

Si bien no se decidió el final de la guerra, algunos militares republicanos liderados por el Coronel Casado estaban conspirando contra el Gobierno y el presidente Negrín para dar un golpe de estado, hacerse con el control del resto de la España republicana y negociar el final de la guerra con Franco. Hacia finales de febrero la actividad de Matallana fue intensa, en especial en el envío de informes al Cuartel general de Franco, en los que informaba de cuáles serían los puntos de menor resistencia en caso de lanzarse una ofensiva general contra el Grupo de Ejércitos de la Región Central.

 Cuando la planeada sublevación se produjo finalmente el 5 de marzo de 1939, con la proclamación del Consejo Nacional de Defensa, Matallana se encontraba junto a Juan Negrín en su cuartel general de Elda (Alicante), sin manifestar entonces al presidente su connivencia con los golpistas aunque después se uniera abiertamente a ellos. El 9 de marzo 1939, en vista de la resistencia de las unidades comunistas frente a la sublevación casadista, Matallana confesó a los agentes franquistas, “casi con lágrimas en los ojos”, que esperaba que una ofensiva general de Franco liberara Madrid.

El golpe de estado, no obstante, triunfó finalmente y a partir de entonces él y Casado se convirtieron en los principales interlocutores con agentes franquistas. En las últimas semanas de marzo se encargó de la represión de los comunistas participantes en la resistencia contra el golpe de Casado y cuando se produjo la Ofensiva final del Ejército Nacional, el 29 de marzo emitió las órdenes y disposiciones finales por las que ordenaba la rendición de los Ejércitos republicanos, lo que facilitó en gran medida el avance de las tropas nacionales, y el final de la guerra.

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Detenido en Valencia el 29 de marzo de 1939. El 9 de agosto fue juzgado por un Consejo de Guerra sumarísimo. La sentencia que se dictó contra Matallana, decía: «…Tanto de la prueba testifical como de la documentación aportada, aparece que el procesado es persona de antecedentes inmejorables, de ideas derechistas, amante del orden y afecto, al parecer, al Movimiento Nacional. Según consta de lo actuado, a fines de 1937, el procesado estableció contacto con los representantes y agentes de la España Nacional en zona roja, procurándoles algunas informaciones, y siendo partidario de la rendición sin condiciones de la Zona Central, aún en poder de los marxistas, para lo cual trabajó intensamente y que a principios de 1939, procuró a un agente de la España Nacional un superponible de las fuerzas en línea y en reserva del Ejército rojo, para que fuera pasado a la España Nacional y estas fuerzas pudieran atacar por donde mejor conviniera.

También se ha puesto completamente en claro que el procesado reprimió enérgicamente la intentona comunista de 1939 y facilitó en gran manera la rendición total de la zona roja a la España Nacional. Consta igualmente que el procesado obtuvo el ascenso automático a teniente coronel a fines de 1936, el de coronel en septiembre de 1937 y, en el mismo de 1938 el de general, que debe admitir forzosamente…»

Rechazado por Franco como interlocutor válido para gestionar la paz, fue hecho prisionero en Valencia por las tropas nacionales, tras cumplir la penosa misión de rendirse al frente de sus hombres.

Condenado a doce años de prisión, pero por órdenes de Franco el 5 de julio de 1940, la pena le fue reducida considerablemente.

Después de cumplir la pena de cárcel, pasó sus últimos años de vida entre estrecheces económicas y miserias. En 1952 intentó que se le reconociera su graduación militar en el Ejército Popular aduciendo a que su causa había prescrito ya, pero todo en vano, ya que no consiguió ningún cambio. Moriría poco después, en 1952, en Madrid, cuando solo contaba con 58 años de edad.

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