Preocupaciones y objetivos de Franco como

 Caudillo de España.



    Por vía de resumen, y con las reservas que esta clase de explicaciones simplificadoras impone, cabría sostener que, en 1937, las preocupaciones fundamentales y los objetivos esenciales de Franco como Caudillo de los españoles eran las siguientes:

1. Ganar la guerra.
2. Mantener a toda costa, sin contemplaciones, la unidad de Mando militar y político, como condición «sine qua non» de la deseada victoria.
3. Asegurar sin vacilaciones el orden público.
4. Ir creando las condiciones indispensables ,para el desarrollo industrial de España.
5. Planear una política social muy decidida, en orden a elevar el nivel de vida de la pequeña burguesía y de las masas obreras.

     Terminada la guerra el día 1 de abril de 1939, Franco reafirma enérgicamente los propósitos enunciados en los anteriores apartados 2, 3, 4 y 5; y, como es lógico, añade otros que la paz de España imponía, a juicio suyo. Así, por ejemplo, pasaron a ser temas urgentes, prioritarios, inaplazables, la reconstrucción de las estructuras del país que habían resultado dañadas, devastadas o totalmente destruidas durante la guerra; la reordenación de las relaciones diplomáticas y mercantiles con el mundo exterior; el diálogo del Estado con la Iglesia, y la reactivación de las fuerzas económicas de la nación, que acusaban una profunda debilidad.

     A los pocos meses de terminada la contienda interior estalló la Segunda Guerra Mundial, que planteó a España problemas de una magnitud abrumadora y de una complejidad llena de enigmas. ¿Participaría el Gobierno español o, mejor, cabe decir, el pueblo en el conflicto universal? ¿Guarda- ría una actitud de neutralidad? Si lo primero, ¿cuál sería el grado y el alcance de nuestra participación? ,Si lo segundo, ¿tendría la fuerza necesaria para adoptar las decisiones que le conviniesen y no cedería esencialmente en ningún momento a las presiones exteriores?

* * *

      Antes del final de la guerra civil española sobreviene la reunión de Munich, en la que Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier, en nombre de Alemania. Italia, Gran Bretaña y Francia, llegan a un acuerdo que, en aquel  instante, pareció una garantía de paz duradera. Esta fue, al menos, la opinión de la mayoría de los observadores. Franco, dándose cuenta de las gravísimas consecuencias que para el Estado nacional y para sus Ejércitos acarrearía una guerra mundial, si ésta llegase a estallar antes del término de nuestro conflicto interior, hizo llegar a ingleses y franceses, por vía oficiosa, la seguridad de que, en caso de choque bélico entre el Eje y los aliados, el Gobierno de Burgos, o dicho de otro modo, la España de Franco, permanecería neutral. Sólo mucho tiempo después de 1939 se tuvo noticia de esta gestión diplomática.

    Afortunadamente para la España, representada por el Gobierno de Burgos, la conferencia de Munich logró aplazar la explosión militar, en que se vieron envueltas las ,primeras potencias del mundo, que no se produjo sino seis meses después del final de la guerra española.

    La defensa de una neutralidad extremadamente difícil, coincidente con los angustiosos requerimientos de la reconstrucción del país, caracterizaron la acción del Gobierno del Generalísimo Franco durante varios años. Vistas las cosas de aquel tiempo desde los observatorios de hoy cuesta mucho trabajo explicarse y explicar cómo pudo evitarse un total desplome del nuevo Régimen y un desastre incalculable.

    Se cometieron, sin duda, errores que la crítica internacional se fue encargando de subrayar, pero las condiciones y circunstancias históricas las explican, y el español medio se ha ido confortando con la convicción de que los aciertos superaron considerablemente a las equivocaciones. El primero de todos fue el de la neutralidad ya aludida. Había que evitar, de todos modos, nuestra entrada en la guerra mundial y se consiguió el gran propósito. Sin duda la gratitud del pueblo español por tan extraordinario servicio nacional ha sido uno de los factores decisivos en el proceso de la adhesión mayoritaria a la persona de Franco, a su mando y a sus prerrogativas, realmente tan extraordinarias como intransferibles. La expresión literaria de los poderes que Franco ha venido asumiendo aparece en un párrafo de los Estatutos de la Falange Tradicionalista y de las JONS, preparado por la Junta Política y publicado por Decreto de 4 de abril de 1937. Dice así el artículo 47: «El Jefe Nacional de F. E. T. y de las JONS, supremo Caudillo del Movimiento, personifica todos los valores y todos los honores del mismo, como autor de la Era Histórica, donde España adquiere las posibilidades de realizar su destino, y con él los anhelos del Movimiento. El Jefe asume en su entera plenitud la más absoluta autoridad y responde ante Dios y ante la Historia».

      A un español de la juventud actual le parecerá increíble esa definición ,de los poderes de un Jefe Nacional. A una verdadera legión de españoles jóvenes de 1937 les sonaba a música bien concertada.


BIOGRAFÍA

SIGUIENTE