INICIO

LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

 Memoria Histórica.


 

 José Calvo Sotelo (1883-1936).

Por Eduardo Palomar Baró.

Nació en Tuy (Pontevedra). Estudió Derecho en Zaragoza y en Madrid. Abogado de Estado que hizo una brillantísima carrera política, primero a la sombra de Antonio Maura y después con la dictadura del general Primo de Rivera. Fue diputado a Cortes por Carballino (Orense), gobernador civil de Valencia, director general de la Administración Local, ministro de Hacienda, etc. Al proclamarse la República, en 1931, se marchó a Portugal y, posteriormente a Francia. Con el Gobierno presidido por Alejandro Lerroux, volvió a España el 4 de marzo de 1934, dispuesto a luchar contra un Régimen que le cerraba todo porvenir. Emprende la organización de las fuerzas de derecha. Desde su escaño en las Cortes hace una labor demoledora contra la República. Activo colaborador de la revista Acción Española. En diciembre de 1934, al constituirse el Bloque Nacional, se convierte en su más cualificado representante, destacando por su antirrepublicanismo y por su siempre valerosa actitud ante las Cortes. Es de destacar su violento incidente con el presidente del Gobierno, Santiago Casares Quiroga, en la sesión parlamentaria del 16 de junio de 1936, donde fue objeto de insultos por algunos diputados izquierdistas. En un momento de su discurso, contestando al presidente del Gobierno, que le había amenazado, dijo: 

“Yo tengo, señor Casares Quiroga, anchas espaldas. Su Señoría es hombre fácil y pronto para el gesto de reto y para las palabras de amenaza. Le he oído tres o cuatro discursos en mi vida, los tres o cuatro desde ese banco azul, y en todos ha habido siempre la nota amenazadora. Bien, señor Casares Quiroga. Me doy por notificado de la amenaza de Su Señoría. Me ha convertido Su Señoría en sujeto, y por tanto no sólo activo, sino pasivo, de las responsabilidades que puedan nacer de no sé qué hechos. Bien, señor Casares Quiroga. Lo repito, mis espaldas son anchas; yo acepto con gusto y no desdeño ninguna de las responsabilidades ajenas, si son para bien de mi Patria y para gloria de España, las acepto también. ¡Pues no faltaba más! Yo digo lo que Santo Domingo de Silos contestó a un rey castellano: «Señor, la vida podéis quitarme, pero más no podéis». Y es preferible morir con gloria que vivir con vilipendio. Pero a mi vez invito al señor Casares Quiroga a que mida sus responsabilidades estrechamente, si no ante Dios, puesto que es laico, ante su conciencia, puesto que es hombre de honor; estrechamente, día a día, hora a hora, por lo que hace, por lo que dice, por lo que calla. Piense que en sus manos están los destinos de España, y yo pido a Dios que no sean trágicos.” 

Un mes después, en la madrugada del 13 de julio de 1936, es detenido en su domicilio de la calle Velázquez 89, por un grupo de guardias de Asalto, mandados por el capitán de la Guardia Civil, Fernando Condés y, con el pretexto de ser conducido a la Dirección General de Seguridad –no obstante la inmunidad a la que como parlamentario tenía derecho-, es subido a la camioneta Hispano-Suiza, nº 17, de la Dirección General de Seguridad. Al llegar el vehículo al cruce de Velázquez con Ayala, cambia de dirección y ante el asombro del diputado, el pistolero Victoriano Cuenca dispara contra la nuca de Calvo Sotelo. El asesino, inclinándose sobre la víctima, que se ha desplomado exánime de bruces, hace un segundo disparo apuntando a la cabeza. La camioneta sigue Alcalá arriba hacia el cementerio del Este, donde dejan el cadáver, diciendo a los guardas nocturnos que es un sereno que han encontrado muerto en la vía pública, y que cuando se haga de día, les traerán la documentación correspondiente. De regreso al cuartel de Pontejos, Condés ordenó a Bayo Cambronero, guardia de Asalto conductor del vehículo, que lavase las manchas de sangre de los asientos y suelo de la camioneta.

Los doctores Piga y Aguila Collantes, practicaron la autopsia del cadáver: 

“La muerte del señor Calvo Sotelo se perpetró en el autocar nº 17 de la Dirección General de Seguridad, y fue debida a las lesiones encefálicas ocasionadas por dos disparos de arma de fuego en la región de la nuca. La muerte fue instantánea y sin que el agredido pudiera defenderse ni suponer, acaso, el momento de la agresión”.

El entierro tuvo lugar a las cinco de la tarde del 14 de julio, asistiendo al acto unas 30.000 personas. El cadáver de Calvo Sotelo se amortajó con hábito franciscano y con una bandera monárquica. Antonio Goicoechea y Cosculluela, político monárquico, pronunció el siguiente discurso: 

“... No te ofrecemos que rogaremos a Dios por ti. Te pedimos a ti que ruegues a Dios por nosotros. Y ahora, ante esa bandera colocada como una reliquia sobre tu pecho, ante Dios que nos oye y nos ve, empeñamos solemne juramento de consagrar nuestra vida al cumplimiento de esta triple labor: imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España, que todo es uno y lo mismo; porque salvar a España será vengar tu muerte, e imitar tu ejemplo será el camino más seguro para salvar a España...”

El 18 de julio de 1948, el jefe del Estado Generalísimo Franco le hizo merced del título de duque de Calvo Sotelo.  

ATRÁS


 Más información:

© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.005. - España -

E-mail: generalisimoffranco@hotmail.com