LOS ESPAÑOLES EN EL ESTADO

      Desprestigiado el sufragio popular inorgánico, que se manchó primero por la acción de los caciques nacionales y más tarde por la tiránica actuación de los Sindicatos puestos al servicio de intereses políticos, la voluntad nacional se manifestará oportunamente a través de aquellos órganos técnicos y corporaciones que, enraizados en la entraña misma del país, representan de una manera auténtica su ideal y sus necesidades.

     Hemos de conseguir la transformación económica de la sociedad española, a través de una organización corporativa, con el establecimiento de la sindicación nacional.

     Se invoca en las propagandas rojas la democracia, la libertad del pueblo, la fraternidad humana, tachando a la España Nacional de enemiga de tales principios. A esta democracia verbalista y formal del Estado liberal, en todas partes fracasada, con sus ficciones de partidos, leyes electorales y votaciones, plenos de fórmulas y convencionalismos, que, confundiendo los medios con el fin, olvida la verdadera substancia democrática. Nosotros, abandonando aquella preocupación doctrinaria, oponemos una democracia efectiva, llevando al pueblo lo que le interesa de verdad: verse y sentirse gobernado, en una aspiración de justicia integral, tanto en orden a los factores morales cuanto a los económicos sociales; libertad moral al servicio de un credo patriótico y de un ideal eterno, y libertad económica, sin la cual la libertad política resulta una burla.

     A la explotación liberal de los españoles sucederá la racional participación de todos en la marcha del Estado al través de la función familiar, municipal y sindical.

     La Familia y el Taller han de ser las células principales de la nueva sociedad española.

    Familia, Taller, Corporaciones, Municipios, Provincias, Regiones, ruedas principales de la marcha del nuevo Estado.

     El Municipio Español, de abolengo histórico, se revestirá de todo su vigor para el cumplimiento de su misión celular como entidad pública.

    La peculiaridad de la Región será respetada en su totalidad, respondiendo a la vieja tradición nacional y sin que suponga merma o menoscabo de la más absoluta unidad nacional.

   Cuanta mayor sea la fuerza del Estado Nacional y más moral su desenvolvimiento, más podrán intervenir en sus funciones específicas las Regiones, los Municipios, las Asociaciones y los individuos, y todos gozarán de más amplia libertad dentro del supremo interés del Estado.

 

FALANGE Y ESTADO.

    De una raza que asombra a la Historia dejó el fundador de Buenos Aires, por toda herencia, un yugo y sus armas. Esa es la herencia de nuestra Falange: Un yugo para ayuntar, arando la tierra española, y unas armas viriles para defenderla.

     El Movimiento que hoy nosotros conducimos es justamente esto: un Movimiento más que un programa, y como tal está en proceso de elaboración y sujeto a constante revisión y mejora a medida que la realidad lo aconseje; no es cosa rígida ni estática, sino flexible.

     Nuestra cualidad fundamental es, y ha de seguir siendo, la combativa, la revolucionaria en su cualidad constructiva y creadora con la doctrina de los grandes pensadores tradicionalistas y teniendo por lema los 26 puntos del programa.

     Queremos mílites, soldados de la fe, y no politicastros ni discutidores.

     Es misión del Movimiento ser el lazo de unión entre la sociedad y el Estado, garantía de continuidad política y adhesión viva del pueblo al Estado.

     Dos misiones hemos de cumplir para conseguir la grandeza de la Patria: que toda la sociedad española sienta nuestro ideal político, y que el espíritu del Movimiento viva en todos los organismos y normas emanadas del Estado.

   El Movimiento, siempre tenso en la lucha, ha de aspirar a que el Estado se estructure y actúe de acuerdo con nuestro espíritu.

   Nuestro cometido esencial es el de guardar y avivar en todo momento nuestro ideal político, impregnándolo en el Estado. Le entregaremos nuestros mejores hombres, educados en la disciplina de nuestro ideal, y como no es nuestra misión crear la norma jurídica, alentaremos el ambiente colectivo propicio para que esta norma, reflejo de nuestro ideal, sea dada por el Estado.

  Año 1936.

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