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SUGERENCIAS

 

Discursos y mensajes del Jefe del Estado, 1959.


 
Discurso en el acto de serle impuesta la primera medalla de Valladolid.

29 de octubre de 1959.

Solamente unas palabras para agradecer a la provincia de Valladolid el honor que me hace colgando de mi pecho el emblema de su provincia, que significa tantos hechos gloriosos de su historia, y en el que campea la lealtad, representada en sus girones, el recuerdo de aquel castellano insigne, el señor de Girón, que en medio de la batalla cedió su caballo a su Monarca cuando lo vió descabalgado y vencido, cayendo él prisionero y sacrificándose por la lealtad debida a su Rey y señor, portando de la gualdrapa de su caballo esas tiras que como llamas flamean desde entonces en vuestro escudo y que rememoran la lealtad de un pueblo hacia su jefe.

No puedo venir a Valladolid sin sentir la honda emoción de las primeras horas de nuestro Movimiento, de aquellos días en que los mozos castellanos marchaban sobre la capital y bautizaban con su sangre el Alto de los Leones de Castilla; aquellos momentos inolvidables en que la lealtad de estos pueblos y estas tierras campesinas les alzaban las armas para salvar a la Patria y en riada humana incontenible conquistar la victoria. Pero siendo esto mucho, no bastaba; nuestro Movimiento no era sólo fuerza y esfuerzo destructivo de nuestros males, nuestro Alzamiento constituía un movimiento político que encerraba en sí una revolución y aspiraba a la transformación de la Patria. Las J. O. N. S. de Valladolid, al unirse a la Falange, le aportaron su solera social a nuestro Movimiento, que, más tarde, en plena guerra, cuando se requería la unidad de todos los españoles, recibió la levadura espiritual de nuestros requetés, que en nuestras tierras de Navarra habían conservado las tradiciones espirituales de nuestro pueblo.

Así se forjaron las bases del gran Movimiento Nacional que reconquistó el prestigio para nuestra Patria, devolviéndole la fe que se refleja hoy en vuestros carteles y estandartes. Vuestros cantos y vuestra alegría demuestran la confianza en nuestro Movimiento, y yo os aseguro que tenéis razón para tener fe en él.

Todo movimiento político en su fin persigue el alcanzar el bien de los administrados. el laborar por el bien común. ¿Y qué es el bien común? ¿Qué clases de bienes lo constituyen? Tres clases de bienes: los espirituales, los nacionales y los sociales. Pero estos tres bienes no se contradicen entre sí, sino, al contrario, se unen y compenetran. Y ésta es la gracia de nuestro Movimiento Nacional: el haber sabido fundir estos principios espirituales, patrióticos y sociales entre los hombres y las tierras de España.

Constituimos un Movimiento político porque una batalla como la que nosotros emprendimos por el resurgir de España necesita de unos soldados animados por una fe y una doctrina, continuar un ideario político con sus fieles y hasta con sus fanáticos.

Se reconoce por todos los países del Occidente en estos momentos que el mayor peligro para los pueblos es el comunismo. El gran problema consiste en cómo poder defenderse del comunismo. Y creen unos que con las armas y con la carrera de armamentos pueden lograr lo; otros consideren que el alto nivel de vida alcanzado por las masas trabajadoras en algunos países capitalistas les cubre del riesgo. Podrán con las armas defenderse de la agresión armada; pero de la subversión y de la "guerra fría", las que, minan y destruyen los fundamentos del bienestar de los pueblos, no Ron las armas las que pueden librarnos. Hay que combatir las con las ideas y con ]a acción política.

A una doctrina falsa, que como falsa es insidiosa y atractiva, hay que oponerle otra más noble, eficaz y generosa. Y éste es el contenido que necesita poseer un movimiento político: no le basta vencer, tiene también que convencer. En esto reside la fortaleza de nuestro Movimiento, que nos permite marchar todos resueltos por el camino del engrandecimiento de la Patria.

Pero esta marcha necesita de vez en cuando un alto en el campo, una consideración de lo conquistado y un planea miento del futuro. Lleva a cabo los perfeccionamientos necesarios sin que el momentáneo examen nos haga vacilar en nuestra fe, que si hemos conquistado las etapas más difíciles, es más lo que hemos de conquistar en el futuro con nuestro trabajo y nuestro sacrificio, ya que nadie nos ha de regalar el bienestar; hemos de ganarlo, como hasta hoy, por nosotros mismos.

Vosotros habéis vivido en éstos veinte años todo el progreso de nuestra Patria. Si de la base cero, o mejor de una base negativa, hemos levantado España con la unidad de los hombres y de las tierras de la nación, acompañados de vuestra lealtad y vuestra constancia, imaginaros lo que en el futuro ha de conquistar nuestro sistema -escapa a los cálculos del más optimista- si nos mantenemos en fieles guardadores del Movimiento Nacional, que necesita del esfuerzo de todos.

Es necesario para ello que vivamos intensamente la vida toda de la Nación. Creían muchos españoles, las clases directivas españolas, que España estaba solamente en las capitales y en las ciudades, y desconocían la realidad viva de los pueblos y de las aldeas, de los lugares más pequeños, las necesidades, la vida, muchas veces infrahumana, de grandes sectores de la Nación. y todo ello es lo que el Movimiento ha venido a redimir, capacidad creadora incomparable que está forjando un gran programa nacional de todas las provincias, desenvuelto en los futuros años, para servir a la ilusión y a la esperanza de todos los españoles. En su ejecución está la grandeza de España.

Yo os agradezco ese entusiasmo y confianza que me mostráis, y os digo que podremos enve5ecer los hombres, que podrán pasar las personas, pero que nuestro Movimiento está tan lozano, tan fresco y juvenil como el primer día, que está lleno de contenido y tiene soluciones para todos los problemas de España. Y solamente necesita que lo defendáis y lo mantengáis con la misma fe que aquellas masas marcharon antaño al Alto de los Leones de Castilla a bautizarlo con su sangre.

¡Arriba España!


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