INICIO

LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

 

Correspondencia entre don Juan y Franco.


 
El 7 de febrero de 1944 Franco contesta a don Juan su carta del 25 de enero de 1944.

07 de febrero de 1944.

A S.A.R. el Príncipe don Juan de Borbón.

Alteza: 

He recibido vuestra carta del 25, el mismo día que las radios extranjeras difundían la noticia de vuestras declaraciones a “La Prensa” de Buenos Aires, periódico que (se) viene distinguiendo por su hostilidad hacia España, las que han causado entre los españoles que la conocieron la más amarga de las decepciones. Su publicación en los momentos en que nuestra patria es objeto de injustas hostilidades y de presione exteriores como consecuencia de la defensa que hace de su independencia y derechos soberanos, viene a darles una mayor gravedad.

Yo os aseguro que esas manifestaciones, expresión clara de la directriz que desde hace más de un año habéis trazado, os divorcian cada vez más del sentir de los españoles y muy especialmente del ideal por el que cayeron esos héroes y mártires que con error invocáis en vuestra carta y que como jefe y caudillo que les condujo a la victoria, tengo alguna autoridad para definir.

En esto no hay en España discusión, el sentir es unánime en todos los sectores del país: el Ejército, que sabe lo que se juega en la aventura, la Falange con su espíritu combativo y su ardor juvenil, los excombatientes, los católicos, todo el pueblo sensato y patriota que advierten a lo que nos condujo el liberalismo y han conocido el terror rojo con sus crímenes y checas, no consentirán en España ningún cambio que pueda poner en peligro una paz y una justicia lograda a costa de tantos sacrificios.

Si el 18 de julio, sin apenas medios, preferimos tantos españoles la para muchos loca aventura de lanzarse a la muerte para salvar a España, aun a costa de sensible sangre española, imaginaos lo que haríamos hoy por impedir que, por ambiciones personales o por imposiciones o intrigas extranjeras, se intentara poner en peligro lo que tanto nos ha costado.

Por ello tiene los españoles que lamentar más que cuando las campañas rojas y masónicas intentan provocar en el extranjero susceptibilidades contra nuestra patria, sea Vuestra Alteza quien, con un desconocimiento absoluto de las realidades españolas, justificado precisamente por trece años de ausencia, califique públicamente a nuestro Régimen con juicios erróneos, daño para España y regocijo de sus enemigos.

La Falange no es lo que creéis, ni es partido, ni exótica ni totalitaria más que en el noble sentido tradicional que lo fueron nuestros gloriosos monarcas en los siglos de oro de nuestra historia, precisamente ha adoptado sus emblemas y ha renovado y valorado su doctrina con la aportación de un justo y hondo sentido social.

Nuestro Estado nació con nuestra Cruzada, mantiene desde hace varios años relaciones amistosas con todas las naciones y cuando es hostilizado suele serlo por la defensa que hace de los derechos inalienables de nuestra nación. Ni España se mete con los otros pueblos, le gusten o no, ni permitirá que los extraños le dicten lo que es de su exclusiva soberanía. La unanimidad de los españoles en esto no puede ser más elocuente.

Los cambios que en esos siete años vengo observando en vuestro pensamiento, sujetos a la oportunidad de cada momento, me permiten considerar lo poco arraigado de vuestras convicciones e intentar una vez más, aunque con poca esperanza, el apartaros de un camino que sólo podrá conduciros, en un eventual momento de desgracia de España, que Dios y los españoles no han de permitir, a llegar a ser el Rey efímero de una monarquía estilo griego y no el legítimo soberano querido por la nación.

Nada tema Vuestra Alteza de los vencidos de ayer. No los temimos cuando eran la legalidad, tenían todo el oro, los medios nacionales y el apoyo extranjero; cuando todavía estaban inéditos sus crímenes y su vandalismo ¿Cómo les vamos a temer hoy, cuando el Ejército entero, la Marina, el Aire, la Falange, con más de un millón de militantes, los católicos y todos los poderosos medios de un Estado están leales y firmes en nuestras manos, e incluso los que ayer les (combatían) forman cada día en mayor número en las filas de los convencidos? Al menor peligro España se uniría en una nueva guerra santa.

La monarquía Católica Tradicional, hacia cuya instauración con paso firme y seguro caminábamos y que de no suceder estas desdichadas y públicas intervenciones ya hubiera sido proclamada, es todo lo contrario de la liberal y ecléctica que os están haciendo definir.

Llevamos ocho años trabajando por el resurgimiento de España y la unificación de los españoles; en ellos dimos puestos de honor a los monárquicos, algunos los abandonaron por no encontrar en el Movimiento satisfacción a sus ambiciones personales o a sus egoísmos capitalistas; otros por querer precipitar etapas en un camino que sólo ha de dictar la conveniencia de España. Su divergencia y la Vuestra lo han sido a pesar mío y con daño para la patria. Sois mayor de edad para discernir lo que convenga más a vuestra persona, pero a lo que no tenéis derecho es a echar sombras sobre la monarquía ni a malograr para el futuro un desenvolvimiento normal.

Que Dios ilumine vuestro entendimiento, os perdone vuestros errores y maldiga a quienes os apartan del recto camino.

No veáis en esta carta más que la respuesta leal, clara y sincera de un soldado. Muy sinceramente. 

Francisco Franco. Madrid, 7 de febrero de 1944.  


   ATRÁS   



© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

E-mail: generalisimoffranco@hotmail.com