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Correspondencia entre don Juan y Franco.


 
El 23 de enero de 1946, Franco reanuda la comunicación con don Juan, que está a punto de iniciar viaje a Portugal. 

23 de enero de 1946.

La base de todas las conversaciones que con Oriol he tenido ha sido por su parte la de llevar a mi conocimiento la absoluta identificación de V.A. con mi doctrina hasta llegar a decir él haber escuchado de vuestros labios las mismas frases y palabras que yo le decía. Todo ello llevó a mi ánimo la impresión de que habíais llegado a conocer la situación real de España y apreciado en su justa realidad la situación del mundo en relación al interés de nuestra patria y al de la propia monarquía.

Sin embargo, estos días pude apercibirme del alcance tan distinto que Oriol y las personas que con él íntimamente se relacionan daban al viaje de V.A. y el real que en nuestras conversaciones había sido fijado; pero esta diferencia aumenta de valor cuando llego a conocer la existencia de una nota, al parecer dada por V.A. a Oriol, que yo desconocía, que parecía confirmar estas diferencias.

Con este motivo mi ministro de Asuntos Exteriores se encargó de llamar a Oriol para aclarar el caso, y hoy recibo de éste la pequeña nota titulada ‘Proyecto de contestación a Oriol’ cuyo tono y alcance es totalmente distinto a lo que Oriol trató conmigo.

Ésta es la razón de que os escriba, para que tengáis de ello un conocimiento más fiel y exacto y quede de una manera bien clara nuestra buena fe y la exactitud de los propósitos.

Esta pequeña nota vuestra que Oriol me envía habla en su primer párrafo de ‘una iniciativa del general Franco y de una propuesta de entrevista de éste con S.A.R.’. Nada de particular tendría esta iniciativa y esta propuesta si al interés de España así conviniese, pero los hechos han sucedido de muy distinto modo.

El objeto del primer viaje de Oriol a Suiza fue el de exponeros la situación real de España y evitaros que, por su desconocimiento, hicieseis manifestaciones públicas que habrían de producir a la monarquía daños irreparables. Como yo conocía, por manifestación del propio Oriol hecha a fines de julio, que V.A. quería escuchar su consejo, y él tenía proyectado un viaje con este motivo a Suiza, encargué a don Esteban Bilbao, presidente de las Cortes, que le buscase e indicase la conveniencia del viaje, a fin de evitar lo que como casi seguro se nos anunciaba.

Cuando regresó de Ginebra, rebasando tal vez la misión confiada, pero con un buen propósito que no he de discutir, me habló de vuestra identificación con el Movimiento Nacional y con cuanto me había escuchado en diversas ocasiones. Apercibiendo en sus palabras un exceso de optimismo y de precipitar etapas, traté de llevar a su ánimo cuál era la situación real de España, a fin de bajarle de las nubes un poco hacia la tierra, y le expliqué cómo veía yo la situación respecto al futuro de la monarquía, dificultades que habíamos de encontrar en el camino y me felicité de que la excelente disposición de V.A., y su coincidencia de pensamiento con el mío, quitase armas a los enemigos de España para sus propagandas.

Le hablé, también, de los peligros que podía tener la conducta de los grupos monárquicos conspiradores y que el ambiente de la nación hiciera imposible la instauración de la monarquía teniendo que orientarnos hacia otros sistemas. Me habló de la conveniencia de nombramiento de un plenipotenciario que gestionase el acuerdo, que yo rechacé por la imposibilidad de encontrar persona identificada en materias de tan seria responsabilidad, y dada la actitud y coincidencia de V.A., le anuncié que el día que llegase el momento del estudio de las leyes referentes a la materia, no tenía inconveniente, como V.A. deseaba, de que tuviera de ellas noticia previa, no ocultándole que era material que correspondía conocer a las Cortes y pronunciarse toda la nación.

Al recibir vuestra nota verbal y apercibirme a través de ella de la desaparición de la exposición que os había hecho Oriol de todo cuanto le daba a la conversación carácter y matiz, redacté la nota que os fue entregada, renunciando a las conversaciones que se sujetaban a tales equívocos.

Al tratar Oriol conmigo por segunda vez de vuestro establecimiento en Portugal, yo le expuse una vez más las dificultades insuperables de la medida, por no agradar a la nación portuguesa y no poder ser aceptable tampoco para la nación española esta proximidad, dada la conducta y maquinaciones de determinados grupos monárquicos; y al encarecerme Oriol los deseos de aproximación que permitieran a VV.AA. poderse reunir con los infantes, en estado de avanzada edad, le expuse mi inquietud y preocupación por ello y accedí a que V.A. pudiera pasar un par de semanas en Portugal y ver a sus padres políticos los infantes, siempre que existiera vuestra promesa formal de no permitir que se explotase la estancia en Portugal para llevar a cabo actividades ni conspiraciones de carácter monárquico, y acepté la hipótesis de que, llegado el caso, si la situación internacional lo permitía, y en el máximo secreto, pudiera pensarse en la entrevista que V.A. en sus cartas a Vigón patrocinaba.

De cómo se cumplió el secreto V.A. lo puede apreciar: fue la comidilla desde el día siguiente de la alta sociedad española, y hasta las radios y prensa extranjera le dedicaron toda la atención explotándolo, una vez más, para intentar poner en interinidad al régimen español, cuando representaba lo contrario: la fortaleza de un régimen dueño de sus destinos, secundado por la opinión y que puede darse ese modesto lujo.

El párrafo segundo de la nota de Oriol encierra, a mi juicio, mayor gravedad. En él se expresa terminantemente: “... sin que ello suponga rectificación alguna de la actitud observada hasta el presente por S.M. y cuyo acierto hace patente la situación interior e internacional de España, etc”. Esto, señor, es totalmente distinto de lo expresado por Oriol, que os presentaba como completamente identificado con nuestra tesis, de acuerdo con la nota de que fue portador, aceptando el error de vuestro Manifiesto y reconociendo que el único camino para una posible Restauración futura era a base del entendimiento con el Generalísimo.

La estancia concertada con Portugal fue sólo la eventual de algunos días, dos o tres semanas, y no la indeterminada que parece deducirse de la frase de la misma nota que dice: ‘el Rey fije por algún tiempo su residencia en Portugal’.

Todo esto tiene un alcance tan distinto del que había tratado con Oriol que he creído necesario, ante el equívoco que podría surgir, el exponéroslo de la manera más fiel y ratificaros en todas sus partes el contenido de la nota que os ha llevado Oriol, que ha de constituir la base de partida para un posible entendimiento.

Ésta es la causa de que haya deseado, antes de que salieseis de Suiza, que quedase aclarado el alcance de vuestro viaje y las limitaciones que razones de orden internacional e interior le imponen.

Con mis mejores votos por vuestra real familia y la expresión de mis sentimientos más sinceros y leales. 

Francisco Franco.


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