Los treces Prelados asesinados por los rojos.


 

 

MEDINA OLMOS, Manuel. 

Obispo de Guadix. (1869-1936).

 

Nació en Lanteira (Granada) y diócesis de Guadix, el 9 de agosto de 1869. Inició sus estudios eclesiásticos y tras recibir el sacerdocio a los veintidós años, obtuvo el doctorado en Sagrada Teología y las licenciaturas en Derecho y Filosofía y Letras. El puesto que más dedicación le exigió fue el rectorado del insigne Colegio del Sacromonte. Preconizado obispo auxiliar de Granada en diciembre de 1925, recibió la consagración episcopal el 26 de mayo de 1926. A los dos años, el 12 de octubre de 1928 fue nombrado obispo de Guadix-Baza, posesionándose de la diócesis el 30 de noviembre del mismo año.  

La semana a partir del 20 de julio de 1936 fue de continuos sobresaltos. La Guardia Civil se alzó en las primeras horas de la sublevación, pero inmediatamente fue bloqueada en el cuartel. La víspera de Santiago, monseñor Medina recomendó a los que estaban con él en el colegio de la Divina Infantita situado al lado del palacio, que hiciesen confesión general, dando ejemplo él mismo. Le brindaron que se marchara a Lenteira, a lo que se negó por considerar que constituía una dejación de su diócesis en momentos de tanto peligro. 

A las diez de la mañana del 27 de julio, dos cabos, dos carabineros, dos paisanos, el alcalde y su hijo, practican un registro, cacheando al obispo y obligándole con violencia a entregar todo lo valioso del palacio. Se le despojó de la birreta, del anillo pastoral y de la cruz pectoral. Junto a los sacerdotes Domingo Arce Manjón, Pérez López y Vargas Roda los hicieron entrar en un automóvil para ser conducidos a la estación del ferrocarril. Allí los subieron a un vagón de transporte para ganado, que iba a llevarlos a Almería. Inesperadamente liberaron al canónigo Vargas, y el resto una vez llegados a la ciudad almeriense los condujeron a la casa del vicario general, recibiéndolos Diego Ventaja Milán, obispo de Almería. En este domicilio se constituyó una pequeña comunidad eclesiástica compuesta por dos obispos y cuatro sacerdotes. 

El 5 de agosto fueron detenidos, haciéndoles desfilar por las calles, aguantando, camino de la comisaría, toda clase de insultos e improperios. Fueron devueltos al domicilio, esta vez en automóvil. 

El 12 de agosto volvieron a buscar a los dos obispos y a los cuatro sacerdotes, esta vez en calidad de detenidos, llevándolos al convento de las Adoratrices, habilitado como cárcel. 

El 24 de agosto trasladan a los dos obispos a la sala sexta, repleta de presos políticos, obligándoles a vestir de seglar. A las once de la noche del 27 de agosto, junto a más de 40 sacerdotes y 50 paisanos, fueron instalados en varios camiones y conducidos al barco prisión Astoy Mendi. Al día siguiente fueron trasladados del Astoy Mendi al acorazado Jaime I. Posteriormente fueron devueltos al barco de procedencia, cursando el capitán una orden haciéndoles saber que todos los que fueren sacerdotes o profesores se tenían que inscribir en una lista para ser devueltos a la prisión de las Adoratrices. Con esa misma lista, el 30 de agosto un miliciano empezó a gritar los nombres. Amarradas las manos, en fila india los bajaron hasta el muelle. Subieron al camión a los dos obispos, seis sacerdotes y a otros seglares hasta constituir una expedición de unas 17 personas. Los llevaron por la carretera que va a Motril y Málaga y en el kilómetro 93 los bajaron y a pie los internaron por un barranco llamado de los “Chismes”, en jurisdicción municipal de Vícar, donde los asesinaron. 

Luego los quemaron rociándoles previamente con gasolina, y, una vez consumidas las ropas y carne y calcinados los huesos los echaron a una fosa común. Estuvieron los restos calcinados insepultos unos días, hasta que piadosas manos de vecinos los enterraron. De esa vil forma murieron los excelentísimos monseñores Diego Ventaja Milán, obispo de Almería y Manuel Medina Olmos, obispo de Guadix.

 

© Generalísimo Francisco Franco, 2.005.-


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