El bombardeo de Guernica 


 

El otro gran mito de la guerra civil, éste a niveles colectivos, es el del bombardeo de Guernica. Extendido a los terrenos del arte, porque aquel lamentable hecho bélico parece ya indisoluble del lienzo de Pablo Picasso. Que no fue pintado premeditadamente como homenaje al pueblo arrasado, puesto que ya estaba comenzado antes de que se produjera el bombardeo. Que tampoco es, ni de mucho, la mejor obra del genial artista malagueño. y que, sin embargo, ha sido tan hábilmente utilizada siempre, que nadie puede ya negarle el valor de símbolo que se le confirió por los derrotados.

El hecho en sí del bombardeo comienza siendo neciamente desfigurado por la propaganda nacional, que pretende cargar la culpa de la destrucción de la villa vasca a los dinamiteros. Es una excusa sin consistencia, y pese a ello, utilizada durante algunos años, incluso por historiadores escasos de documentación. Más tarde se restablece la verdad: fueron los aviones de la legión Cóndor, en una operación militar a todas luces excesiva. La contra propaganda republicana teje, por su parte, una versión tampoco cierta y, desde el primer momento, ofrece una lista de víctimas exagerada en proporción de diez por una. Todavía ahora se sigue escribiendo que fueron más de tres mil los muertos, cuando la investigación seria los fija (con nombres y apellidos) en unos trescientos. (Véase la obra fundamental de Vicente Talón Arde Guernica, publicada en pleno franquismo.) (Vicente Talón, Arde Guernica, Ed. San Martín, Madrid, 1970)

Trescientos o tres mil, no por ello pierde gravedad el bárbaro bombardeo de Guernica. Pero forzosamente debe incitar al recelo acerca de las verdaderas intenciones de quienes vuelven sobre el tema y lo hacen bandera propagandística, el recuerdo de monstruosidades de mucha mayor entidad, que, en cambio, se olvidan o se disculpan. Nagasaki, Hiroshima, Dresde, fueron tres ciudades literalmente arrasadas por la aviación aliada durante la segunda guerra mundial. Allí, los muertos inocentes se contaron por cientos de miles. ¿ Y qué decir de los bombardeos con napalm sobre el Vietnam, a cargo de la aviación norteamericana?

Por ello, cuando ingleses, franceses o norteamericanos movilizan la sensibilidad de las gentes con el recuerdo de Guernica, hay que contener un gesto de asqueado escepticismo. No se diga si son los  soviéticos quienes claman por la pretendida violación de los derechos humanos. 

 


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