Los fantasmas de Borrell siguen vivos


Joseph Borrell, candidato del PSOE a las europeas, ha arrancado muy fuerte, pero tiene los pies de barro. Los motivos que le llevaron a dimitir porque sus amigos íntimos y subordinados en Hacienda eran corruptos persisten. ¿Por qué se siente rehabilitado ahora?


          Hace cinco años, Josep Borrell (La Pobla de Segur, Lleida, 1947) se retiraba como candidato a las elecciones generales del PSOE. Dos amigos suyos, responsables de la Agencia Tributaria en Cataluña, habían engañado a Hacienda: tenían cuentas suizas, inversiones multimillonarias y liaisons dangereuses con las empresas de Javier de la Rosa (foto). Borrell estaba con ellos hasta las orejas, invertía cantidades modestas con ellos y tenía un apartamento adquirido a la vez que ellos, en el mismo sitio que ellos en el mismo sitio que ellos y gracias a su intermediación con un constructor leridano. Además todos lo pagaron el mismo día... Borrell tiró la toalla.

Aquello era demasiado hace cinco años, ¿y ahora no importa? Huguet y Aguiar no han reparado el daño producido a la sociedad y, sobre todo, a la Administración tributaria como garbanzos negros que sucumbieron al encanto del dinero fácil. Pepe Borrell, que les aupó como superior jerárquico en Hacienda y les defendió ciegamente fuera y dentro de la Agencia Tributaria, ¿sí lo ha reparado? Borrell no quiere contestar eso, "pero reta a Jaime Mayor Oreja a que se lo pregunte en el debate", afirmaron en su oficina de prensa.
      Cinco años después, no se sabe si Borren da por prescrita aquella situación -siguiendo la lógica de los funcionarios de Hacienda- o si sus prejuicios de talibán intelectual se han suavizado; pero ser amigo de Aguiar y de Huguet -amigo desde los tiempos de bachiller- no le ha impedido aparecer como jefe de filas del PSOE en la próximas las elecciones europeas del 13 de .Junio, un gran reto para el que el solitario candidato con pasado se ha preparado concienzudamente .
     Se dirá que Borrell ha sido refrendado como candidato a las elecciones europeas por su partido, conociendo éstos su relación con Huguet y Aguiar y allá penas, pero durante años fue una especie de Elliot Ness persiguiendo el fraude y sus paisanos los intocables no eran precisamente incorruptibles, sino que incluso tenían organizada su propia banda.
   Los condicionantes morales que llevaron a dimitir como candidato a Borrell continúan. Ernesto Aguiar, delegado especial de Hacienda en Cataluña, y José María Huguet siguen estando imputados por la justicia en un caso de cohecho y prevaricación que puede llevarles a la cárcel.

  ¿EL PECADO HA PRESCRITO?

Folchi reveló pagos a Huguet y Aguilar.

"Para Borrell no valen las prescripciones sabe que sus amigos han ocultado a Hacienda al menos 470 millones de pesetas; son delincuentes fiscales y él dimitirá", afirmaba hace cinco años uno de sus mejores amigos en la Agencia Tributaria, para quien Huguet era el jefe de los talibanes en la agencia, conocidos como el clan de Lleida, precisamente porque Borrell, Aguiar y Huguet (jefe de la Inspección de Hacienda en Cataluña entre 1985 y 1994) son de allí.

A mediados de mayo (las elecciones debían producirse el 13 de junio), Borrell dimitía y explicaba que era propietario como Huguet y Aguiar de un apartamento en Taüll, muy cerca de la estación de esquí de Boí-Taüll, en un paradisíaco rincón. del Pirineo leridano.

Borrell, Huguet y Aguiar adquirieron a la vez sendos apartamentos en Taüll. El del último piso corresponde al candidato del PSOE.

 Borrell pago por el unos 12 millones de pesetas, en noviembre de 1992, y aseguró que no había "recibido préstamos de los señores Huguet y Aguiar para pagar el apartamento", en el tercer piso de una urbanización llamada Lo Como.
  Josep Borrell sigue siendo propietario del mismo -afirma su jefe de gabinete- y, según él, el apartamento fue pagado a plazos de un millón por año durante varios años con su peculio" como consta en mis declaraciones de renta", explicaba. En 1992, momento de la compra múltiple de los apartamentos para todos los del clan de Lleida, Borrell tenía un sueldo de diputado elegido por Barcelona y venía desde 1982 de ser secretario de Estado, primero de Presupuesto y Gasto Público y después (1984-1986) de Hacienda.

El candidato a las elecciones del Parlamento Europeo era además propietario de una casa en Majadahonda (Madrid) hasta que en 2001 se mudó a otra de 160 metros cuadrados en Valdemorillo, donde es titular de unos 2.700 metros cuadrados de terreno.

SEÑORA ESTUPENDA

Josep Borrell y Cristina Narbona en un acto del PSOE.

En lo que Borrell ha tenido suerte es en tener el apoyo de su ex esposa, la francesa (de origen judío) Carolina Mayeur. Mayeur, a quien Borrell había conocido en Israel en un kibutz o granja cooperativista, tomó un avión desde Israel -donde trabaja en cuestiones humanitarias, en favor de los palestinos- a Madrid dispuesta a hacer cualquier cosa por Pepe Borrell.

La Mayeur pagó el pato de haber invertido en los clubs de inversores de Huguet y Aguiar un millón de pesetas, que le proporcionaron 120.000 pesetas de plusvalías. La operación casi coincidía en el tiempo con el famoso catas trazo que pretendía Borrell y que soliviantó a todas las asociaciones de propietarios inmobiliarios de España.
     Nadie se creyó que Borrell no supiera de esa inversión legal, realizada en los tiempos en los que eran matrimonio. Fue un bonito detalle de ex esposa para Borrell, entonces ya unido sentimentalmente con la hoy ministra Cristina Narbona. En su etapa como secretaria de Estado de Medio Ambiente en el Ministerio de Obras Públicas de Borrell, Narbona tuvo un papel trascendental en la guerra de las Hoces del Cabriel, que enfrentó a Borrell con José Bono, entonces presidente de Castilla-La Mancha y hoy ministro de Defensa. Narbona le llevó de pareja a la boda de Felipe y Letizia.

UN CENAGAL

     La pesadilla para Borrell comenzó cuando Juan José Folchi utilizó para justificar sus ingresos en cuentas en Suiza provenientes de Grupo Torras los pagos que realizaba a Ernesto Aguiar y José María Huguet, ante la juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios. Folchi identificó a Ernesto Aguiar como receptor de 50 millones de pesetas percibidos por un informe sobre cómo minimizar los efectos fiscales de dos sociedades que De la Rosa utilizaba para pagos externos Oakthorn y Pincinco. En la fecha del pago, Aguiar acababa de abandonar la dirección general de Coordinación de Haciendas Territoriales del ministerio.
     Ni Aguiar ni Huguet reconocieron los cobros, pero una comisión rogatoria suiza remitió a la justicia española pruebas de los saldos e ingresos que habían recibido de Grupo Torras.
      Los ex responsables de la Agencia Tributaria en Cataluña e íntimos de Borrell plantearon entonces -nunca antes- que se trataba de swaps, o compensaciones de dinero, que se hacían para eludir el impacto fiscal de los multimillonarios beneficios de su club de inversores bursátiles que no declaraban a Hacienda -según ellos obtenían rentabilidades del 4.000%, que se consideran desorbitadas por los expertos-. Sus saldos suizos rondaban los 1.000 millones de pesetas. Incluso en un comunicado Huguet y Aguiar reconocieron haber ocultado al fisco 470 millones de pesetas.
      Comenzaban entonces a tener sentido los contratos de venta de Torras en los que se establecía como -cláusula que el comprador no podía cambiar de provincia la empresa en un plazo de cinco años (el de prescripción fiscal), como ocurrió por ejemplo en la venta de la papelera Inpacsa, compañía en la que, por cierto, Ernesto Aguiar  se atrevió a ser accionista. ¿Conocieron los movimientos empresariales de Torras antes de que se produjeran?

Los dineros suizos de los dos ex funcionarios de Hacienda no eran significativos para el caso Torras y, aprovechando que en los propios servicios internos de Hacienda había una denuncia sobre los comportamientos de determinados inspectores, la Fiscalía Anticorrupción acabó por presentar una querella para investigar la "trama de los inspectores de Hacienda de Barcelona". En concreto, esta denuncia se refería José Lucas Carrasca, otro ex inspector, jefe de la unidad de inspección regional, que desarrolló su labor en sociedades del grupo inmobiliario Núñez y Navarro y que compró un piso elegante al grupo de Josep Lluis Núñez por mucho menos dinero que el resto de sus vecinos.

Lucas fue suspendido por Hacienda durante 18 meses por favorecer a empresas y envió, el mismo día, una transferencia desde su cuenta suiza para pagar 29 millones de pesetas que evitaron que fuera acusado de delito fiscal. Manuel Abella y Roger Bergua, también inspectores de Hacienda, fueron a su vez suspendidos y compraron pisos a Núñez.
      Los fantasmas de Borrell siguen cinco años después imputados en la causa penal que instruye el Juzgado 33 de Barcelona y que les acusa de estar envueltos en posibles cohechos y prevaricaciones, no en delitos fiscales, puesto que para Ernesto Aguiar como para José María Huguet estarían prescritos. Se trata de un caso jurídicamente curioso, pues -al contrario de lo que ocurre comúnmente- se conoce lo percibido y la fecha, pero no el ilícito que supuestamente los genera.
      Los acusados, Huguet y Aguiar, afirman que el dinero que se les descubrió en Suiza eran compensaciones entre cuentas propias que pretendían eludir el control de Hacienda de los enormes saldos que obtenían jugando a Bolsa. Se auto inculpan de delito fiscal en la confianza de saber que eso sólo les traerá la desaprobación general, dado el tamaño grado de bajeza que supone que los responsables de los famosos peinados fiscales de Cataluña enviaran cientos de millones a Suiza. De todo ello departían con Borrell en el ultralujoso restaurante que Huguet montó en la Villa Olímpica de Barcelona (Talaia Dreams).
       La versión del testigo de cargo, Juan José Folchi, abogado económico de Javier de la Rosa y del Grupo Torras, e imputado en la misma causa penal que Huguet y Aguiar, es que ellos cobraban de Torras, como demuestran sus cuentas suizas.
     Además aportó como prueba un fax que le remitió Ernesto Aguiar desde la Dirección General de Haciendas Territoriales (el siguiente destino de Aguiar, en Madrid, al que llegó aupado por Borrell) mediante el que le confirmaba que el Gobierno socialista aprobaría -en fecha posterior- los beneficios fiscales al 100% para una de las numerosas fusiones fiscales protagonizadas por Grupo Torras en esos años. Aquel fax demostraba una relación de proximidad sospechosa entre los negocios de De la Rosa y los ex directores de la Agencia Tributaria en Cataluña.
     El anticipo de una orden ministerial demuestra una relación entre Aguiar y Folchi. Ahí puede estar la explicación de algo tan c insólito como es el hecho de que el Grupo Torras, con centenares de empresas multimillonarias hechas a golpe de fusión y adquisición, fuera territorio comanche para los inspectores de tributos, a pesar de que protagonizaba las más importantes operación es de la época. En los años en los que Borre", Huguet y Aguiar tuvieron responsabilidades en la Agencia Tributaria, el mundo de Javier de la Rosa estuvo al margen de la lupa inspectora. Una curiosa coincidencia que explica que Aguiar preparara dictámenes fiscales para Grupo Torras, por encargo del abogado Folchi.
    
Pero Elisabedt Castelló, la titular del Juzgado 33, y el fiscal Carlos Ramos no parecen creer ni la versión de ellos, ni la de Folchi, y mantienen lo esbozado por la querella de a la Fiscalía Anticorrupción que dio origen a la causa y que presume la existencia de una trama, con Huguet y Aguiar en la cúspide. Este grupo de personas controlaba la inspección de Hacienda de Barcelona, en la que se amañaban actas, se cerraban inspecciones o se evitaba que ciertas empresas fueran investigadas.
    Algunos de los miembros de la trama ya han dado con los huesos en prisión. Es el caso del inspector Álvaro Pernas, cuya condena ha sido confirmada por el Supremo. Este ex inspector fue encarcelado en la fase de instrucción al haber sido grabada una conversación suya en la que ordenaba la destrucción de pruebas en un despacho secreto o zulo que utilizaba y en el que la policía halló, entre otras cosas, varios expedientes de la Agencia Tributaria, fuera de sede. Pernas cumple condena porque se le ha podido probar un delito de cohecho o soborno como funcionario público.
     Un empresario ha admitido haberle entregado dinero de la inmobiliaria Metro- 3, cuya inspección llevaba personalmente, para tratarla de manera "suave". En otras palabras: ofrecía trato benévolo a empresas al tiempo que escandalizaba a sus compañeros aparcando en el parking de la Inspección un Ferrari de su propiedad. Esa era la Agencia Tributaria de Huguet y Aguiar, los fantasmas de Borrell.
      ¿Por qué Huguet y Aguiar no están en prisión? Pues porque a pesar del descrédito por ser defraudadores de Hacienda, al mismo tiempo que altos cargos de la Agencia Tributaria, no se ha podido probar que sean conseguidores de favores en Hacienda, más allá de lo expuesto respecto a Grupo Torras.
      "¿De qué cosa concreta se me acusa?", afirma ahora por escrito Ernesto Aguiar a la juez de instrucción, consciente de que la justicia no ha establecido con nitidez el nexo entre su riqueza y el delito. Aguiar olvida sus sospechosos trabajos para Folchi y le recuerda airado a la juez que entre sus funciones públicas no figuraba la de levantar actas a los contribuyentes. .
                        

  XAVIER HORCAJO

 - Revista Época nº 1006 - Semana 28 de mayo al 6 de junio de 2004 -


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