AL EXCELENTÍSIMO TENIENTE CORONEL DEL BENEMÉRITO CUERPO DE LA GUARDIA CIVIL SEÑOR DON ANTONIO TEJERO MOLINA:

Por Luis G. Alonso. 

¡A tus órdenes, Señor! Se presenta este español que quiere expresarte su más sincero sentimiento de admiración y agradecimiento. Admiración por tu persona y por tu manera de ser. Admiración porque tú hiciste de ese lema de la Guardia Civil que reza “El Honor es mi divisa” una ley de vida que guiaba tus actos. Admiración porque fuiste leal a Dios, defendiendo la fe cristiana católica, apostólica y romana. Admiración porque fuiste leal a España y al juramento a la Bandera, y cuando la viste amenazada por los nuevos liberales que escandalosamente rompieron el juramento prestado al Régimen del Caudillo, cuando la viste amenazada por los rojos que impunemente y gracias a los anteriores comenzaban su labor demoledora de España y del anterior Régimen que la proporcionó 40 años de paz, bienestar y progreso, cuando la viste amenazada por los separatismos terroristas vasco y catalán, a los que se indultó vergonzosamente en la errónea creencia de que su objetivo solo era eliminar el franquismo sin tocar a España, cuando, en definitiva, la viste amenazada por toda la escoria y por toda la carroña política que nuestro Generalísimo derrotó con su invicta espada en 1939, luchaste con gallardía, valentía y ardor por evitar la destrucción de España a manos de sus enemigos. Admiración porque la lealtad fue para ti un vínculo que trasciende todas las barreras físicas, incluida la muerte, y así, cuando muchos cambiaron de chaqueta ideológica al fallecimiento del Generalísimo, tu seguiste permaneciendo siempre fiel a tus ideas y convicciones y defendiste con todos los medios a tu alcance la Victoria de la Cruzada, defendiste el 1º de Abril de 1939 porque te horrorizaba ver la sangre martirial de nuestros caídos pisoteada por traidores y enemigos. En definitiva, porque tú no conoces el vocablo traición.

Agradecimiento porque tus acciones estaban encaminadas a salvar a nuestra Patria, y eso, como español, me agrada y me honra. Ya sé que el populacho, la masa, respondió a tu valentía y a tu nobleza de una manera absolutamente desagradable, profiriendo gritos como “democracia” y “libertad”. Qué terrible ironía. Precisamente a ti, que con tus acciones defendías la Democracia Orgánica, de naturaleza esencialmente democrática y la consiguiente libertad. Pero se equivocaron, no utilizaron las palabras correctas. Porque lo que el desagradecido gentío llevaba en la mente no era “democracia” y “libertad”, sino “memocracia” y “libertinaje”, que no es lo mismo. Ante esto, mi teniente coronel, sólo me cabe decirte lo que Cristo al Padre cuando estaba en la cruz: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Pero tú si sabías lo que hacías, tenías claro lo que querías evitar y lo que pasaría si no se hacía nada al respecto. Y, efectivamente, se cumplió; la Constitución nos ha traído un cuarto de siglo de “prosperidad democrática” (violaciones, atropellos, asaltos, desmanes, robos, asesinatos, despenalización del aborto, terrorismo y más terrorismo impune, quiebra de la Unidad de España y otra serie de atrocidades que no puedo seguir enumerando por la tristeza que me produce ver a nuestra Patria sumida en tal desastre). Todo ello con el beneplácito y la aprobación de aquel a quien querías servir y cuyo mandato querías preservar de estas calamidades. Pero te dio la espalda, a ti y a todos los que como tú trataban de salvar a España. Dicha situación se ha agravado hasta el punto de que hoy, todos los que amamos a España sufrimos persecución por ello con  el pretexto de ser “extremistas”, “fascistas” y otras lindeces. Pero que se puede esperar de un hombre que juró POR DIOS Y SOBRE LOS SANTOS EVANGELIOS cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardad lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional, para luego hacerlo saltar todo por los aires con la Constitución, que algunos llaman con razón “Prostitución”. Ante esto también he de remitirme a un clásico, no ya a la Biblia, sino al Cantar del Cid, que tantas veces recordaba José Antonio: “Dios, qué buen vasallo, si oviesse buen señore!” (¡Oh Dios, que buen vasallo si tuviese buen señor!)

Y esta es la situación, mi teniente coronel. Muy posiblemente, si hubieses combatido en la Cruzada, habrías paseado después de la contienda por las calles de la Unida, Grande y Libre España de Franco con una cruz Laureada de San Fernando al pecho. Pero Dios, al igual que a su Hijo amado y predilecto, te envió a dar testimonio en una época difícil. No obstante, cuando la cordura y la razón regresen a esta nuestra Nación, se sustituirán en los diccionarios las palabras Honor, Lealtad, Hombría, Valentía, Nobleza, Caballerosidad y Patriotismo por uno de sus más clarividentes sinónimos: Antonio Tejero Molina.

No quiero alargarme más, mi teniente coronel. Gracias por tu ejemplo. Hace falta ser muy hombre para seguirlo, pero gracias por tu ejemplo. Y permite que este humilde español se ponga, emocionado, ¡a tus órdenes, Señor!

13 de Septiembre de 2.004.-

 


PÁGINA PRINCIPAL

OPINIÓN