MENSAJE DE FIN DE AÑO AL PUEBLO ESPAÑOL

El 30 de diciembre de 1.974

Españoles:

Una vez más acudo a la cita tradicional de estos días para enviaros, con especial recuerdo para quienes se encuentran lejos de nosotros, mi más cordial mensaje de felicitación navideña y mis mejores deseos de paz, prosperidad y ventura, para el año que va a comenzar.

CONFIANZA EN LAS INSTITUCIONES

Al término de 1974, difícil para todos y para toda la Humanidad, hemos podido comprobar cómo las instituciones han continuado ganando solidez y confianza, al ajustarse en su correcto funcionamiento a las distintas situaciones que han ido surgiendo en nuestra vida política.

Los hechos han venido a confirmar que la gran esperanza confiada por el pueblo español al votar clamorosamente la Ley Orgánica del Estado, no ha sido defraudada, en el gran propósito que la inspiró, de dar una conciencia política estable a la comunidad española que-superase los crónicos y a veces inexplicables antagonismos de la vida nacional.

EL PRÍNCIPE DE ESPAÑA Y LA SERENA MADUREZ DEL PUEBLO

La enfermedad que me afectó el pasado verano dio providencial mente motivo para poner a prueba la serena madurez del pueblo español y el seguro funcionamiento de la mecánica previsora de nuestras Leyes Fundamentales. He de agradecer a Dios la completa recuperación de esa enfermedad, que me dio, por otra parte, la oportunidad de recibir tantas pruebas de interés por mi salud, adhesión y afecto, que el pueblo español manifestó de forma inolvidable y que mucho le agradezco.

Con este motivo deseo hacer una mención especial del Príncipe de España, que en ese juego simple de las instituciones asumió durante mi enfermedad la Jefatura del Estado. Sus cualidades personales, su prudencia política, su preparación y sobre todo, su alto sentido del deber, confirmaron, una vez más, las esperanzas en él depositadas.

EL DESARROLLO POLÍTICO, LAS ASOCIACIONES Y EL MOVIMIENTO

La España que entre todos hemos ido forjando en estas casi cuatro décadas es, desde hace muchos años, un Estado de derecho, en el que todos los españoles encuentran iguales oportunidades de realización personal y cauce amplio para todas sus legítimas aspiraciones. Somos conscientes de que el acontecer diario y el pulso del país reflejan la existencia de una sociedad dinámica, que pide en cada momento y situación la respuesta adecuada a sus necesidades. Respondiendo a ello las Cortes de la Nación trabajan a pleno rendimiento y todos los años incorporan a la vida pública nuevas leyes trascendentales que demuestran su dinamismo y su espíritu de perfeccionamiento.

Las soluciones para las nuevas inquietudes también están atendidas en nuestras leyes y es la prudencia del gobernante la que aquilata y mide cada nuevo paso a dar, sin permitir que la división, el egoísmo, las ambiciones, lleguen de nuevo a adueñarse de la sociedad española. El desarrollo político de nuestras Leyes Fundamentales no sólo no puede significar una ruptura, sino, por el contrario, ha de ser la más rotunda afirmación de la vivencia y fecundidad de nuestro Movimiento Nacional, alumbrando con el heroísmo y el sacrificio de tantos españoles, que hicieron posible el rescate de unos supremos valores que, asistidos por todos los españoles, hemos de conservar y transmitir a las generaciones que nos suceden.

Nuestro Movimiento y nuestras instituciones no son sistemas estáticos, sino, como he dicho tantas veces, un orden político, abierto y dinámico, con capacidad innovadora, basada en la vivienda creadora de su propia doctrina.

En esa línea que, desde el respeto al pasado, pretende potenciar nuestro sistema político, hay que enmarcar la nueva e ilusionada expectativa que va a ofrecer a todos los españoles, de buena y limpia intención, la oportunidad de una más activa participación política a través de las asociaciones, cuyo estatuto jurídico acaba de ser promulgado.

ACTITUD ESPAÑOLA ANTE LA CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL

La nueva situación económica, que ha afectado profunda- mente al mundo occidental, ha puesto de manifiesto el talón de Aquiles de muchos países de alto nivel de desarrollo, y la escasa solidaridad internacional, a la hora de buscar soluciones a los problemas comunes.

La crisis económica acelerada por la crisis energética, es la más .grave que el mundo ha sufrido en los tiempos modernos. Seguramente será larga y profunda. Nunca ha estado el mundo más amenazado por el peligro de la inseguridad política. Frente a todo ello acrecienta su valor la política económica desarrollada durante estos treinta y cinco años, que nos permite que los problemas se diluyan en la gran extensión de nuestra economía y desarrollo, facilitando la previsión de nuestras reservas el tiempo y espacio necesarios para atenderlo.

En este orden, nuestro Gobierno ha venido dictando las medidas pertinentes para hacer frente a los efectos de esa dura crisis, prestando una especial atención a los sectores más necesitados. Hemos mantenido prácticamente el pleno empleo y aun a costa de soportar una inflación que, aun inferior a la de otros países de Europa, ha alcanzado cotas muy superiores a las deseables, se ha conseguido mantener un nivel más que aceptable de crecimiento económico.

Han sido necesarios muchos sacrificios, pero hemos de reconocer que, a pesar de los conflictos sociales, que fomentados por los agentes de la subversión comunista, se han producido, la Nación se ha comportado con un espíritu ejemplar. Tenemos que seguir ayudándonos a nosotros mismos, imponiéndonos voluntariamente unos límites racionales en el consumo de lo necesario, con un talante de austeridad que contribuya a paliar los efectos de la actual coyuntura. A vuestro sentido de responsabilidad apelo, una vez más.

LA ESCALADA DEL TERRORISMO Y LA DEFENSA DE NUESTRA PAZ

Una característica del año que termina es la escalada del terrorismo en todo el mundo; y nuestra Patria, siquiera sea en mínima proporción, no ha podido sustraerse a esta ola de violencias. Vaya nuestro recuerdo y nuestra oración, en estos días, por quienes cayeron víctimas de la más irracional de las conductas humanas. Y nuestra emocionada gratitud a las Fuerzas de Orden Público, que con su sacrificio y permanente vigilia, hacen posible que los españoles sigamos disfrutando de ese gran tesoro que es nuestra paz interior; que estamos empeñados en preservar, evitando a toda costa que pequeños grupos de agentes profesionales de la subversión puedan alterarla.

Quisiera referirme finalmente a la enorme trascendencia que para el futuro desarrollo de nuestra convivencia nacional tiene la necesidad de mantenernos unidos. Yo sé que seguimos sufriendo todavía, aun cuando, poco a poco, se vaya imponiendo nuestra verdad y nuestras razones, los efectos de una secular hostilidad exterior, alimentada por quienes se niegan sistemáticamente a aceptar lo que ven, y por quienes no perdonan nuestro progreso y nuestra paz; pero ese enfoque negativo, al que ya estamos acostumbrados, hemos de transformarlo en un positivo ejercicio, individual y colectivo, de sana autocrítica, conscientes todos del reto de los nuevos tiempos, que la propia evolución de la sociedad española nos va a ir demandando.

MANTENER LA UNIDAD

Hemos caminado juntos en momentos mucho más críticos que los actuales y los hemos superado siempre con voluntad integradora, con confianza y, sobre todo, con esa fe y amor a la Patria que nos hacía olvidamos de todo para mantener a toda-costa la unidad. Unidad que significa sentir la convicción de que nada trascendente nos separa, unidad en el propio convencimiento de que todo lo que es importante en la vida de un español o en la Historia de nuestro pueblo nos es vitalmente común. Una misma fe en los destinos de una Patria unida en la riqueza de su diversidad regional, en el afán de perfeccionamiento, sin necesidad de ayudas que no hemos pedido ni vamos a aceptar, de nuestro desarrollo político y en el afán de un desarrollo económico, cultural y, sobre todo, social, que asegure el bienestar de los españoles y afirme su decisión de superar cualquier tipo de tensión que atente contra su propia convivencia.

A vosotros, españoles de buena voluntad, me dirijo pidiendo vuestra ayuda, vuestra cooperación y vuestro esfuerzo al servicio de ese apasionante quehacer que asegure la más amplia convivencia nacional. A vosotros, jóvenes de España, os pido que mantengáis vivo vuestro ímpetu generoso y vuestro razonable inconformismo, canalizándolos al mejor servicio de la Patria. Porque a esta juventud, que no conoció las horas amargas del pasado y que ha vivido en el despertar y el resurgir de una Patria nueva, es a la que cabe ahora el honor y la responsabilidad de continuar sin rupturas la labor emprendida.

Españoles todos, a los que vivís bajo nuestro cielo, a los que, impulsados por otros estímulos o vocaciones, estáis más allá de nuestras fronteras, yo os deseo un feliz año nuevo, y que Dios nos conceda en él a España y a todos nosotros todo lo que honestamente se pueda desear, unidad, convivencia y paz.

¡Arriba España!

 

Mensaje Fin de Año 1.972.

Mensaje Fin de Año 1.973.


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