Cobarde impostor
   

Alfonso Ussía

    Circula por Internet un deleznable y asintáctico artículo con mi firma. Se trata de una redacción grosera y elemental contra el cineasta Pedro Almodóvar, del que ya me he ocupado en una columna de «La Razón». Ese artículo es falso y me siento indefenso ante la infame manipulación. Jamás he utilizado Internet para nada, y nunca me he escondido detrás de mis opiniones. Pero lo que más me ha herido ha sido el centenar de llamadas y mensajes de amigos y lectores interesados en saber si yo era el autor de la fechoría. Me ha dolido y herido porque esa bazofia no puede estar peor escrita, ni tiene que ver con mi estilo, incluido mi peor estilo. Ahora entiendo el éxito de Prisa en la manipulación de las elecciones generales. No existe la posibilidad de defenderse de un impostor.
   Salvando las distancias, al gran escritor colombiano y regular persona Gabriel García-Márquez le publicaron un falso testamento en una página de Internet. A Gabo le molestó sobremanera la mala redacción del texto. -Siempre habrá un imbécil que se crea que lo he escrito yo-. Ahí se centra el problema. Y para mí, que no hay solución legal posible, porque Internet vuela por encima de las leyes, al menos hasta ahora.
   Muy probablemente, el autor de esa birria que no se atreve a firmar con su nombre y al mío la atribuye leerá este artículo. Se sentirá un triunfador. Ha conseguido su propósito, que no era otro que difundir desde la mentira y la confusión sus nauseabundos renglones. Jamás conoceré su identidad. Los miserables no dan la cara. Pero no se va a ir de rositas.
   Seas quien seas, ten conciencia de tu miseria. Te exijo que aprendas a escribir antes de abusar de nuevo de mi firma. Haz un esfuerzo y lee mis libros y mis artículos. En Internet están los correspondientes a veinte años en «ABC», quince en «Época», tres en «Tiempo» y todos los publicados desde que me incorporé a «La Razón». Los libros te los compras, que me corresponde el diez por ciento de su precio antes de impuestos. Escribir no es poner una palabra detrás de la otra. Es tener una idea y buscar las palabras adecuadas para expresarla, colocando cada palabra en su sitio. Oficio e inspiración. Y sobre todo, muchísimo trabajo. Y lee, que en la vida del escritor la lectura constante es imprescindible. Admite que mi cortesía es insuperable. Me estoy preocupando por tu futuro a pesar de tu infame actitud, indocta gallina.
   El presente es el que es. Te intuyo periodista fracasado, o escritor plagiario de otros a tanto la página. Entretanto, no te quepa la menor duda de que eres un impostor y un cobarde. No te sientas feliz, porque lo tuyo es grave.
   Que además de impostor y cobarde eres lo que la calle llama con tanto acierto a los miserables y la Real Academia Española ratifica. Un clamoroso hijo de puta. Y ahora sí, firmo yo. Este artículo es mío.

La Razón 27 de Marzo de 2.004.-

 


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