CARTAS AL DIRECTOR    


Quitemos los símbolos de Franco, pero todos

  Sr. Director:

Escribo mi carta con motivo de la retirada de madrugada de la estatua de Franco situada en los Nuevos Ministerios de Madrid, acto que habrá gustado a algunos y disgustado a otros tantos, pero que merece ser comentado.

La retirada de la estatua es una más de las decisiones demagógicas y partidistas a las que nos tiene acostumbrados el Gobierno socialista. Tratan en definitiva de aparecer ante la opinión pública como los defensores de los derechos y de las libertades frente a la represión y el totalitarismo, que según dicen los socialistas todavía cultivan determinados sectores en el país.

Pero además el actual Gobierno debería pensar en que, si es tan grave la situación que crean los símbolos franquistas en la ciudadanía española, debería llevar su labor más allá de la simple retirada de estatuas o el cambio de nombre de calles; me refiero a aquellos edificios gubernamentales mandados construir por Franco en Madrid con el estilo de la época de los Austrias que tenían una clara misión propagandística del régimen franquista y que deberían ser demolidos. Porque, ¿qué diferencia hay entre un edificio y una estatua, si lo verdaderamente importante de todo esto es luchar contra la ideología franquista presente en nuestro país?

Pero es que aún podrían ir más allá, ya que si estiramos un poco la cuerda, no se debería salvar ni el Monasterio del Escorial. Porque, ¿qué eran en definitiva los reyes de aquella época sino unos tiranos y unos imperialistas?

Y como consecuencia de lo dicho surge la siguiente pregunta, ¿dónde se encuentra el límite de lo histórico y de lo que no lo es en una obra hecha por el hombre? El socialismo está dispuesto a imponer su propio y personal límite para definirnos lo que es un hecho histórico.

Por último, me gustaría recordar que en distintas partes de Europa los antiguos campos de concentración nazis se han convertido en museos; porque en definitiva se trata de eso, de recordar y no de olvidar señor Zapatero.

Sergio J.(Correo electrónico).


Maniqueos que separan los buenos de los malos

  Sr. Director:

“Aquí estamos los buenos y los menos buenos; los que no están son los malos”. Supongo que son “los malos” por no querer homenajear al sospechoso del asesinato de casi 5.000 inocentes en Paracuellos del Jarama. Y ellos son los buenos, los mártires, por haber perdido la guerra que ellos mismos iniciaron en 1934 no aceptando los resultados de las urnas y llevando al país a una de las guerras más atroces de su Historia.

Izquierda más sectaria no puede existir. Se licuan ante la presencia de personaje tan siniestro y abyecto como Fidel Castro, el dictador más sangriento de los que quedan en el mundo; después dan una cena homenaje a Santiago Carrillo, pieza clave en la Transición pero responsable de muchos crímenes por los que nunca pidió perdón; y, por último, para rematar la fiesta (eso sí, de madrugada, a escondidas), quitan la estatua de Franco de la madrileña plaza de San Juan de la Cruz (¿le cambiarán también el nombre a la plaza?). Dios nos asista.

  Alejandro R.S. (Correo electrónico)


® El Mundo. 18 de Marzo de 2.005.-

© Generalísimo Francisco Franco. 18 de Marzo de 2.005.

 


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