Francisco Largo Caballero



RESPONSABLE DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934


Largo Caballero a la salida de la cárcel con sus hijas. Noviembre de 1934

El terrible documento sobre la tragedia de Casas Viejas, que aniquiló la credibilidad de Manuel Azaña en 1933.

 

En el año 1934, tras largos y concienzudos preparativos, Largo Caballero lideró en la sombra el golpe de Estado contra la legalidad de la República. Desde el 3 de febrero de 1934 presidía el Comité Nacional Revolucionario, junto a otros conocidos asesinos socialistas, como Carrillo, Vidarte o De Francisco, entre otros. Por todo ello fue considerado como uno de los máximos responsables de la revolución de Asturias de octubre de 1934. El balance del tristemente famoso golpe de Estado socialista fue casi de 1.400 muertos en 26 provincias. La insurrección no triunfó finalmente y el líder socialista fue procesado y reducido a prisión, donde aprovechó para leer por primera vez a Carlos Marx. Fue absuelto de los cargos que se le imputaban y recobrando la libertad algunos meses después. Pero la Historia demostraría años más tarde su implicación total en el fallido y sanguinario golpe de Estado.  

Fervoroso defensor del marxismo y la dictadura del proletario, el golpe de Estado de Largo Caballero y el PSOE, es considerado como el inicio de la Guerra Civil de 1936-1939.

El 3 de diciembre de 1933, las elecciones fueron ganadas por las derechas, siendo la consecuencia inmediata la nueva distribución de los escaños del Congreso, ya que ahora los partidos de la derecha ocupaban 217, de los cuales 115 pertenecían a la CEDA; 160 a los partidos de centro-derecha, y 96, a los de izquierdas. Por primera vez habían participado las mujeres, mientras que los anarquistas se abstuvieron.

Pero ese mismo día Largo Caballero instaba a la Directiva del Partido a concretar “un movimiento revolucionario a fin de impedir un régimen fascista”. Así pues, el alzamiento de 1934 no fue una consecuencia -como a veces se ha intentado hacer creer- del abuso de la derecha en el Gobierno durante su mandato, ya que éste aún no había tomado posesión y el golpe ya se estaba preparando.       

Se enfrentó, en el seno de su propio partido, con Indalecio Prieto, que acaudillaba un sector más moderado y menos radical que el caballerista, enfrentamiento que les convertiría poco menos que en enemigos irreconciliables de por vida.

Acta de Diputado. 1936

Convocadas las elecciones generales para febrero de 1936, se lanzó con toda vehemencia a predicar la revolución, amenazando a sus enemigos con lanzar sus huestes a la calle, a la lucha armada, si no conseguía los suficientes votos en las urnas. Amenazas y hechos que a través de la historia, han practicado siempre los socialistas, para conseguir el poder al precio que fuere, ya sea mediante pucherazos (abril 1931), o con revoluciones contra el poder establecido (octubre 1934), o las elecciones no del todo claras de febrero de 1936, en las que el propio Azaña advirtió, cómo apenas empezaron las movilizaciones en las calles, desertaron las autoridades que debían velar por la pureza del escrutinio, o últimamente aprovechándose de ‘bombazos’ (11 de marzo 2004).  

Tras las elecciones del 16 de febrero de 1936, que terminó con la victoria de las izquierdas, al conseguir 297 escaños, frente a los 139 de las derechas y los 57 de los centristas, el PSOE se encontró dividido entre el sector de Prieto y el de Largo, quedando marginado, una vez más, el moderado y demócrata Julián Besteiro. El sector de Largo Caballero, en competencia con los anarquistas y los comunistas, inició una campaña de agresiones, de organización y armamento de milicias, de imposición de la ley desde la calle, que prácticamente anularon la muy relativamente democrática Constitución republicana. Las relaciones entre los dos sectores se tornaron violentas, hasta el punto de que Indalecio Prieto estuvo cerca de ser linchado por socialistas de Largo Caballero en el famoso mitin de Écija. Pero también Prieto, aunque más moderado, sometió a la provincia de Cuenca a un verdadero terrorismo al repetirse en ella las elecciones, y no debe olvidarse que fue gente suya, la autora del asesinato de José Calvo Sotelo y del intento contra el otro líder de la oposición, José Mª Gil-Robles.  

Eduardo Palomar Baró.


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© Generalísimo Francisco Franco - Junio 2.005

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